La ONCE vuelve a tropezar con la piedra de Gescartera: pierde la inversión en Bankia
La organización invirtió en preferentes, que, aunque rindieron al 7% anual, han generado minusvalías de más de seis millones
La Organización Nacional de Ciegos (ONCE) ha tropezado con la misma piedra que en 2001 provocó que se perdiera hasta la última peseta de la inversión destinada a la agencia de valores Gescartera.
Esta vez, la organización, cuya misión es la inserción en la sociedad de invidentes, ha perdido todo lo destinado a preferentes de Caja Madrid, actual Bankia. Aproximadamente unos seis millones de euros, aunque, mientras el producto se negociaba en el mercado secundario, los rendimientos fueron del 7% anual.
El último cupón se cobró hace un año, pocas semanas antes de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) prohibiera a las cajas de ahorros recomprar esos títulos. El regulador dio, con esta decisión, un golpe mortal al único mecanismo que tenían los propietarios del producto para recuperar el dinero, con o sin ganancias.
Aunque el grupo presidido por Miguel Carballeda nunca prescribió las preferentes en el colectivo que representa, centenares de personas con dificultades de visión también adquirieron esas participaciones en distintas cajas, según la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas, que agrupa a los afectados por Bankia.
Este colectivo estaría incluido en la solución política que Partido Popular y Partido Socialista negocian para que algunos ahorradores recuperen el dinero perdido.
Además de las preferentes, la ONCE decidió invertir en acciones de Bankia, cuya salida a bolsa cumple un año, por lo que las pérdidas relacionadas con la entidad financiera podrían ser aún mayores. La participación en el capital, que aún conserva, es minoritaria, y oscilaría otros seis millones aproximadamente.
La ONCE compró a 3,66 euros. Hoy esos títulos valen 0,82 euros.
Inversiones polémicas
Con mayor o menor acierto, la Organización de Ciegos invierte recurrentemente en varios productos financieros. Sin embargo, sería la segunda vez que lo pierde prácticamente todo. En 2001, la institución se dejó un mínimo de 1.200 millones de pesetas (6,1 millones de euros) en Gescartera, la agencia de valores intervenida por apropiarse de las inversiones de sus clientes.
Además de los daños económicos, el caso generó una importante crisis reputacional al imputar la juez Teresa Palacios al director general de Fundación ONCE y a la par consejero delegado de Gescartera, José Manuel Pichel. El caso puso en la picota la estrategia inversora del grupo y sus controles internos.
Mecanismos de control
Según la investigación interna, la entidad presidida entonces por José María Arroyo se llevó una monumental sorpresa el 15 de junio de 2001, fecha de la intervención.
Ese día en la ONCE se enteraron de las condiciones leoninas de su contrato con Gescartera, que otorgaba a la sociedad presidida por Antonio Camacho plenos poderes para colocar su dinero hasta en valores de alto riesgo.
Y eso con un interés mínimo (el antiguo índice de referencia interbancario Mibor más un punto, es decir el 4%) pactado entre Pichel y la presidenta de la agencia, Pilar Giménez-Reyna.
ONCE no ha contestado las peticiones de información de este medio.