La nueva Caixa Catalunya nace con una mora del 5,30% y las filiales en venta
LA FUSIÓN CON TARRAGONA Y MANRESA PROVOCARÁ EL CIERRE DE 262 OFICINAS
La nueva caja de ahorros catalana resultado de la fusión de las de Catalunya, Tarragona y Manresa ha comenzado a caminar desde el 1 de julio con un riguroso plan de integración que, entre otras medidas, supondrá el cierre de 395 sucursales en toda España (262 de ellas en Catalunya), la venta de sus participaciones empresariales para mejorar la liquidez del grupo y una tasa de morosidad consolidada del 5,30%. Adolf Todó, director general de la entidad financiera resultante, ha explicado los detalles de la integración acompañado de los presidentes en funciones Narcís Serra, Manel Rosell y Gabriel Ferraté.
El nuevo grupo nace con un contingente de 8.000 empleados, una red de 1.212 oficinas, 4 millones de clientes y 80.000 millones de euros en activos. Esas credenciales, según Todó, son el primer paso para convertir la institución de ahorro en un grupo “financieramente sólido, comercialmente dinámico y socialmente útil”. Para hacer posible el proyecto, la caja pedirá 1.250 millones de euros al FROB, que dedicará íntegramente a capitalizarse.
Poner en marcha ese nuevo conglomerado financiero tendrá un coste de 470 millones de euros, de los que un 80% se destinará a sufragar durante este año y el próximo los costes de reducir la plantilla. Otra parte se dedicará al cierre de oficinas y unos 80 millones de euros se imputarán a la pérdida de negocio que la fusión supondrá, siempre según los cálculos esgrimidos por Todó.
Como muestra de fortaleza y músculo financiero, el nuevo director general se refirió a los 675 millones de euros que la nueva caja tiene invertidos en participaciones industriales “no estratégicas”. Aludió así al 1,63% del capital de Repsol; al 1,62% que posee en Gas Natural; al 0,36% que todavía conserva en Abertis; y al 20% de Cedinsa Concesionaria y al 7,76% de Applus, una de las grandes apuestas inversoras de la presidencia de Narcís Serra.
Esas participaciones irán realizándose a medida que las necesidades de liquidez del grupo lo aconsejen y la situación de los mercados, sobre todo con respecto a las empresas cotizadas, sean más favorables. Todó no dudó en explicar que, aunque el grupo considera esas inversiones como vendibles, algunas lo son más que otras: así, por ejemplo, se refirió al paquete de acciones de Repsol (valorado en unos 372 millones) y a la posibilidad de acudir a una eventual opa en Abertis. “Depende del precio”, terció el ejecutivo.
Con el sombrero de vendedor, Todó insistió en el plan comercial que iniciará la entidad y que está explicando a toda la estructura de la caja. El nuevo grupo impulsará un modelo en el que cada cliente dependa de un asesor financiero personal, que actuará como gestor de sus intereses. Incluso el sueldo variable de estos empleados guardará relación con la satisfacción de los clientes que administre. “Ésta es una entidad grande, pero suficientemente pequeña para hacer banca de proximidad. Queremos ser la caja más grande de las que hacen este tipo de banca”, sintetizó el directivo en una comparecencia ante los medios de comunicación.