La caída en picado de Corbacho
El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, dijo solemnemente el pasado 29 de abril que si en dos semanas los agentes sociales no llegaban a un pacto de reforma laboral el gobierno actuaría e impondría su alternativa. El 1 de mayo puntualizaba que las declaraciones no se habían de tomar como una amenaza o una presión. De hecho, probablemente, ni siquiera se hubiera debido de tomar en serio, dado que transcurridas esas dos semanas y algunos días más, la reforma laboral continúa en el limbo de los enunciados, aunque eso sí con un nuevo horizonte temporal: ayer, el ministro de Trabajo y Seguridad Social manifestaba que “en ocho o nueve días” debería haber, esta vez sí, acuerdo en la reforma laboral y reiteraba que en caso contrario el ejecutivo pondría sobre la mesa su propuesta, que de momento no se conoce.
¿Estamos ante una proliferación de lapsus o quizás ante algo más? Probablemente, esto último. Lo cierto es que Corbacho da la sensación de estar cada vez más fuera de juego en el debate de la reforma laboral, un proceso que pilota en la sombra el mismo José Luis Rodríguez Zapatero.
Volver a Catalunya
En el interior del PSC se explica ya sin reparo que Corbacho y Zapatero no tienen buena sintonía, hasta el punto de que el presidente español se reúne directamente con los secretarios generales del ministerio en vez de despachar con el que fuera alcalde de L’Hospitalet. Corbacho no deja de insistir a sus íntimos que está como loco por volver a Catalunya, aunque por ahora resultar difícil encontrarle un encaje a una personalidad como la suya.
Los errores en torno al escenario temporal de la esperada reforma laboral no son ni la última ni la primera vez que el ministro de Trabajo queda en entredicho. También este miércoles, la capacidad de Corbacho para anunciar hechos sufrió un duro golpe al manifestar que “no está en la agenda del gobierno” aplicar cambios en la tributación de forma que las rentas más altas deban contribuir más. Es posible, pero su jefe, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, minutos antes había admitido, sin concretar el qué y el como, pero eso ya no es noticia, que el Ejecutivo se plantea subir los impuestos, aunque ha precisado que la eventual reforma fiscal no tiene aún fecha y ha garantizado que sólo afectaría «a los que realmente tienen y no a la clase media».
El cambio de registro operado por Zapatero, que ha pasado de defender con claridad el gasto público como forma de salir de la crisis a aplicar radicalmente un recorte ha pillado a contrapié a Corbacho, que consideraba “obscenas” el 3 de este mes las pensiones de Banco Santander o instaba al gobernador del Banco de España a preocuparse por la reforma del sistema financiero en vez de insistir en pedir la reforma laboral en sus intervenciones . Ahora, el responsable de Trabajo ha enmudecido respecto a sus invectivas sobre Miguel Ángel Fernández Ordoñez.
No esperaba seguramente el que fuera uno de los alcaldes que más tiempo estuvo en un cargo con mayoría absoluta que su paso a la política española fuera a tener un final tan amargo. De líder indiscutible de la segunda ciudad de Catalunya y presidente de la muy presupuestada Diputación de Barcelona a pasar a la historia como el ministro del paro –lo que es una carga que no ha merecido- y una de las carteras más breves si se confirman los rumores que apuntan hacia una próxima salida del gabinete.