La caída del Espirito Santo llena de desgracias a sus socios petroleros

El magnate chino Bangsong termina en prisión, el presidente de la petrolera estatal venezolana es destituido y Goldman Sachs pierde 600 millones de euros

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Hua Bangsong, un multimillonario empresario chino que construía grandes infraestructuras para Petrochina, ha caído en desgracia. Con una fortuna estimada de 900 millones de euros y propietario de Wison, una constructora del sector petrolero con 3.000 empleados, Bangson ha sido arrestado por un extenso entramado de corrupción. La constructora Wison está acusada de pagar comisiones para ganar contratos millonarios y de desviar parte de los pagos a las cuentas bancarias de los propietarios.

En los últimos dos años, Bangsong había ganado dos enormes proyectos de construcción en América Latina: una estructura flotante de almacenamiento de gas en Colombia y una de las mayores refinerías de petróleo en Venezuela. También había comenzado a tantear negocios en África, especialmente en Angola. Fuera de China, los tentáculos de la empresa Wison tenían un financiador habitual: el Espirito Santo. No hay proyecto de grandes dimensiones donde no haya estado involucrado el dinero del banco portugués, hoy en bancarrota e investigado por malas prácticas, cobro de comisiones ilegales, desvío de capitales y fraude fiscal.

En Venezuela, otro peso pesado del negocio petróleo mundial, el presidente de la mayor petrolera de Sudamérica, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) durante la mayor parte del mandato de Hugo Chávez, Rafael Ramírez, también perdió la partida. Ramírez, que había convertido al Espirito Santo en banco de referencia en los negocios de la petrolera venezolana, fue destituido de su cargo de forma fulminante por Nicolás Maduro. El directivo petrolero perdió la confianza del presidente Maduro después de que, entre otros fiascos económicos, la estatal venezolana haya perdido en el Espirito Santo más de mil millones de dólares, unos 800 millones de euros, según explican fuentes de la compañía.

El cobro de comisiones ilegales por la adjudicación de obras financiadas por la entidad portuguesa eran el denominador común de las operaciones.

La trampa común

La constructora china, la petrolera venezolana e incluso la estadounidense Goldman Sachs cayeron en el agujero negro del Espirito Santo que devoraba todo lo que encontraba a su paso. La compañía china ganó en Venezuela la construcción de una de las más grandes refinerías de América Latina, una obra que, por su complejidad y su dimensión, escapaba del alcance técnico y financiero de la empresa china, según fuentes de la petrolera venezolana. El coste de la obra casi alcanza los 1.000 millones de dólares (unos 800 millones de euros). Pero Wison ganó el contrato y ya había activado el mecanismo financiador.

El banco portugués dio crédito a la obra pero pidió, a cambio, que ambas compañías adquirieran bonos de la deuda de los dueños del banco, la familia Espirito Santo, según explican las mismas fuentes. Pero en medio de la operación, sobrevino una fuga de depósitos que llevó a perder a la entidad unos 3.300 millones de dólares (unos 2.800 millones de euros) en pocos días.

Cayeron los tiburones de Goldman

Entonces, el banco portugués decidió recurrir a Goldman Sachs, que vio una excelente oportunidad para comercializar bonos de la deuda que la compañía china había adquirido con la familia Espirito Santo. Pretendían vender, en paquetes, los bonos a inversionistas (de unos 600 millones de euros) pero también fueron sorprendidos por el desplome y ahora cuentan con unos bonos cuyo valor es cercano a cero.

El magnate Hua Bangsong sigue en prisión acusado de pagar comisiones ilegales por la adjudicación de obras. La compañía se ha desplomado en bolsa y tiene dificultades para afrontar los pagos a proveedores. Mientras, el presidente de la empresa estatal venezolana no solo perdió el control del negocio petrolero sino que ha sido descalificado públicamente por Nicolás Maduro.

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