Japón a toda máquina, ¿es exportable a Europa?
Los expertos alertan sobre una burbuja financiera, pero defienden estimular la demanda
Alfonso Guerra se preguntaba, con los primeros pasos del euro, por la independencia de los bancos centrales. Ante los estatutos del Banco Central Europeo (BCE), que debía velar –y lo hace con determinación– por una pocas cuestiones como la inflación, haciéndose respetar frente a los gobiernos nacionales, Guerra exponía su rechazo.
El ex vicepresidente del Gobierno español entendía que los bancos centrales deben estar al servicio del poder Ejecutivo, y pronunciaba, con su particular acento, aquello de “¿independiente de quién?”
Y todo eso está ahora en juego, diez años después. Porque los datos de la agencia Eurostat, de la Comisión Europea, acaban de constatar que la zona euro sufre la recesión más prolongada de su historia, con un descenso del 0,2% del PIB en el primer trimestre de 2013. La inflación, eso sí, está controlada: el 1,2% en abril en la zona euro, y el 1,4% en la Unión Europea.
Abe, el nuevo ‘supermán’
Pero Japón está rompiendo todos los moldes. El Banco de Japón obedece al Gobierno japonés. El primer ministro, Shinzo Abe ha puesto en marcha un paquete de estímulo fiscal, con 100.000 millones de euros, centrados en la inversión pública. Y la política de expansión monetaria, que ha iniciado el Banco de Japón, ya comienza a dar frutos, y ha llevado a The Economist a presentar a Abe como un ‘supermán’ en la portada de esta semana.
Entre enero y marzo de 2013, el PIB ha crecido un 0,9%, en comparación con el último tramo de 2012. Con esa proyección, el PIB puede crecer un 3,5% este año, el mayor crecimiento de los países del primer mundo.
Consumo privado disparado
La bolsa japonesa se ha disparado, y también el consumo privado. Para España es importante ver qué pasa en Japón, porque la experiencia de las últimas décadas ha llevado a los expertos a afirmar que la economía española podría caer en crecimientos “a la japonesa durante años”, es decir, en un estancamiento muy prolongado.
Y es que el PIB nominal de Japón es el mismo que el de 1991, y la deuda pública se sitúa en el 200%.
Gonzalo Bernardos, profesor de Economía de la UB, no tiene ninguna duda. “Cuando existe un problema de falta de demanda, como pasa en España y Europa, se debe estimular esa demanda, y dejar de lado el déficit o la deuda”. Bernardos augura que la independencia de los bancos centrales, que vigilan la ortodoxia, se ha puesto ya en entredicho.
¿Pero hasta cuando se puede inyectar dinero, sin distorsionar todo el sistema económico? Bernardos incide en que lo que ha hecho Japón “debe durar un tiempo prolongado, para asegurar la confianza del consumo, y para que aparezca la inversión”.
El fantasma de la inflación
El peligro, claro, es la inflación. Oriol Amat, catedrático de Economía de la UPF, incide en ello, pero para avalar el modelo de Japón. “Si se controla la inflación, si no se escapa de las manos, veo bien lo que intenta Japón, pero debe ser un plan con un recorrido concreto, no puede alargarse”. «La experiencia podría adoptarse, en otra medida, en Europa, porque la inflación está por debajo del 2%», añade Amat.
El hecho es que, aunque no era el objetivo principal, según las autoridades japonesas, el plan de expansión monetaria ha provocado una devaluación del yen del 30% respecto al dólar y el euro, desde noviembre, cuando Abe anunció sus planes. Las exportaciones, por tanto, se han visto muy beneficiadas.
Bernardos sostiene que esa consecuencia será muy perjudicial para Alemania, y que obligará al país germano a reaccionar. “Japón compite directamente con Alemania en los mercados mundiales”, asegura.
¿Otra burbuja?
Pero hay algunos problemas, y la Comisión Europea y los gobiernos europeos son conscientes de ello. Lo apunta el profesor de finanzas de EADA, Rafael Sambola, tras recordar que la revalorización del Nikkei, la Bolsa de Japón, ha sido de un 60% en seis meses.
“Esas subidas, como ha ocurrido también con la Bolsa de Nueva York, no se corresponden con una mejora real de las empresas que cotizan, y puede suponer que los excedentes de tesorería se hayan invertido en activos financieros, por esa euforia que se ha creado”, afirma Sambola. ¿Qué significa? Que se esté formando, apunta, “una nueva burbuja financiera”.
Las inversiones en Europa
Japón espera, sin embargo, que su enfermedad durante todos estos años, la deflación, se acabe superando. El capitalismo necesita inflación, para atraer inversiones, para provocar el consumo, para crecer, en definitiva.
¿Y en Europa qué se puede hacer? Sambola apunta una solución. Considera que se debería poner en marcha un plan expansivo, sí, pero para inversiones estratégicas y que las pudiera gestionar el Banco Europeo de Inversiones (BEI).
¿Destinos de esas inversiones? “El corredor mediterráneo, proyectos de energía limpia, o el coche eléctrico”, sostiene el profesor de EADA, con el objetivo de incentivar nuevas inversiones del sector privado, la clave para poder crecer, algo que no está sucediendo.