La incertidumbre y la inflación disparada fuerzan a los españoles a retrasar las grandes compras

Las advertencias sobre la evolución económica de los próximos meses obligan a gastar con más prudencia

Vista de un concesionario Seat en Madrid. EFE/David Fernández

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Los precios siguen al alza y complican la planificación económica de las familias españolas. Con una inflación todavía en cotas muy altas, del 10,4% en agosto, según el dato avanzado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los españoles optan por posponer las grandes compras de los próximos 12 meses. La incertidumbre y las advertencias sobre el otoño y el invierno por parte de la clase política suman prudencia a las decisiones de consumo de más peso.

La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, señaló este martes que la expectativa del Ejecutivo es que los precios continúen moderándose en los próximos meses. Sin embargo, las expectativas de los consumidores van en otra línea. Según la encuesta a empresas y consumidores de la Comisión Europea, las expectativas de precios de los consumidores se redujeron por quinto mes consecutivo.

La confianza de las empresas y los consumidores subió ligeramente en España en el mes de agosto, según la misma encuesta. Sin embargo, la incertidumbre acumula tres meses en descensos y cuatro en terreno negativo, tras marcar -2,6 puntos este mes. Cabe señalar que en febrero, cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania, este indicador registró una tasa de -6,6 puntos para los consumidores españoles.

El Gobierno asume que el otoño y el invierno serán complicados a nivel económico. Sobre todo por los riesgos que sobrevuelan a la economía española y que, en su mayoría, tienen que ver con el impacto de la guerra en Ucrania. Un corte del suministro de gas ruso a la Unión Europea no tendría un impacto demasiado significativo para España, pero la economía nacional podría verse perjudicada si otras economías comunitarias entran en recesión.

Por otra parte, en julio, el mercado laboral dio los primeros síntomas de agotamiento cuando por primera vez desde 2008, el paro subió en plena temporada estival. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ya ha adelantado que en agosto se volverá a producir un incremento del desempleo, aunque aseguró que estaría «en línea» con lo que suele suceder en este mes del año.

En cualquier caso, los españoles están leyendo estas señales de alarma y eso está repercutiendo en el consumo. Las expectativas sobre las grandes compras se hunden y siguen por debajo de la media histórica, según la encuesta de la Comisión Europea.

Sobre esta consecuencia ya advirtió el Banco de España en su último informe, donde señalaba que «la guerra parece haber condicionado negativamente las perspectivas de gasto en algunas partidas específicas, como consecuencia del deterioro de la confianza y de la percepción de los hogares sobre su situación patrimonial. Este es el caso del gasto en bienes duraderos, que habitualmente se ve más afectado ante episodios de repunte en la incertidumbre».

«La guerra parece haber condicionado negativamente las perspectivas de gasto»

La inflación más alta y más duradera de lo previsto forzó al Gobierno a rebajar las expectativas sobre el consumo privado. En la última actualización del cuadro macroeconómico, el Ejecutivo apuntó a un crecimiento del 3%, frente al 4% que esperaba a finales de abril. En Bruselas son incluso más moderados y creen que el consumo privado en España crecerá apenas un 0,8%.

Crecen los depósitos

Otro de los síntomas que explican que los españoles están postergando sus decisiones de consumo más importantes está en los datos de depósitos publicados por el Banco de España. Las cifras de julio muestra un incremento del 5,8% en tasa interanual, en un mes en el que el gasto suele ser más intenso por el ocio y el turismo veraniego.

La del séptimo mes del año es la undécima subida consecutiva y supone que los ahorros de los españoles lleguen a los 997.400 millones de euros, una cifra récord. Así, aunque la inflación está obligando a pagar más por los mismos productos, también se está produciendo un efecto contrario, retrasar compras por la incertidumbre económica de los próximos meses.

El Gobierno ha puesto en marcha medidas que buscan amortiguar el impacto de la inflación en los bolsillos de los ciudadanos, como las rebajas fiscales de la electricidad o el descuento de los carburantes, también se han aprobado ayudas para los más vulnerables. Sin embargo, el índice de precios que mide la inflación subyacente -sin electricidad ni frescos- ha marcado un nuevo récord durante este mes de agosto, cuando ha alcanzado una tasa interanual del 6,4%.

Esta cifra muestra que el incremento de los costes energéticos ya se ha trasladado a la mayoría de productos que el INE toma como referencia para calcular la inflación. Evitar que se trasladen a los salarios es uno de los objetivos de Moncloa pero, para ello, deberá impulsar el pacto de rentas entre los sindicatos y la patronal.

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