Herencias: los errores más comunes al redactar el testamento
Muchas personas suelen dejar la redacción del testamento a último momento, y al elaborarlo se suelen cometer numerosos errores que perjudican la última voluntad
No hay edad para hacer el testamento. Es un error pensar que se tiene que redactar cuando se piensa que el final de la vida está cerca, porque es posible que por alguna circunstancia inesperada llegue la muerte y comiencen los conflictos por el patrimonio que se deja.
Muchas personas también lo postergan por miedo a la muerte o por desidia, pensando que es un asunto de importancia menor. Pero lo mejor es tener resuelto el dilema de qué bienes legar al cónyuge, descendientes o incluso a personas queridas que no pertenecen al círculo familiar, que pueden ser amigos o incluso instituciones.
Pero al momento de redactar un testamento se suelen cometer errores, que pueden ir en contra de la idea inicial de organizar el patrimonio para el día después. Veamos cuáles son los errores más comunes al elaborar un testamento y cómo pueden evitarse.
Los errores más habituales
No contratar un abogado es uno de los errores más comunes. Un profesional experto en herencias no solo ayuda a organizar la distribución del patrimonio sino también a que los herederos no tengan que afrontar muchas cargas fiscales en la transmisión.
Un abogado especialista en herencias no solo ayuda a organizar el testamento sino que puede asesorar sobre cómo aliviar las cargas fiscales
1. No describir correctamente la herencia
Al hacer el reparto de bienes hay que ser muy preciso con lo que se lega. Y no solo estamos hablando de propiedades, dinero, acciones u otros bienes materiales, sino también aquellos objetos que tienen un importante valor sentimental, que puede terminar siendo un foco de conflicto entre familiares.
Lo ideal es organizar la herencia por segmentos, siendo muy preciso con lo que le corresponde a cada uno y teniendo en cuenta un cierto equilibrio en la distribución de los bienes.
2. No revisar el testamento
Si un testamento se redactó hace años, lo más probable es que hayan ocurrido numerosos cambios en el grupo familiar que obliguen a un revisión de la última voluntad. Por ejemplo, pueden haber nacido descendientes, que haya fallecidos, así como divorcios o nuevos matrimonios.
Asimismo, también es factible que con los años vaya cambiando el patrimonio que luego pasará a la herencia, con lo que conviene realizar actualizaciones periódicas para que todo esté bien organizado.
Ya sea con modificaciones al testamento, o con la redacción de uno nuevo, el único que es válido es el último en ser firmado, que será enviado al Registro de Actos de Última Voluntad.
3. Designar más de un albacea
El albacea es quien ejecuta la última voluntad del fallecido, en cuanto tiene la autoridad para cumplir al pie de la letra lo que diga el testamento, más allá de las propuestas o quejas de los familiares.
Si bien puede nombrarse más de un albacea, puede haber problemas si hay distintas interpretaciones del testamento.
Lo sugerido es designar una persona de confianza como albacea principal, y a lo sumo nombrar uno o dos más como suplentes.
4. No decir dónde se dejó el testamento
Menudo problema puede suceder si se redacta un testamento y solo el fallecido sabe dónde ha quedado guardado.
Muchas personas prefieren avisar que lo tiene en un sitio seguro, como puede ser una caja fuerte pero que pueda ser abierta por otra persona; o también puede quedar en manos del abogado, que no solo lo tendrá a buen resguardo sino que se encargará que se cumpla con la última voluntad.