El Gobierno ultima ya varios escenarios de rebaja de previsiones por la guerra
Economía presentará en abril una modificación del cuadro macroeconómico con distintos escenarios a la baja según evolucione el conflicto con Rusia y solicitará a Bruselas este mes el segundo pago de 12.000 millones de fondos europeos
El Ministerio de Asuntos Económicos y el área económica de Moncloa se preparan ya para acometer una profunda rebaja de previsiones de cara a finales del próximo mes de abril con motivo de la remisión del Programa de Estabilidad a Bruselas, pero en esta ocasión se elaborarán distintos escenarios en función de la prolongación de la guerra de Ucrania y la afectación al precio de la electricidad y la inflación.
La invasión militar de Ucrania por Rusia iniciada el pasado 26 de febrero ha terminado de echar por tierra el cuadro macroeconómico que manejaba hasta ahora el Gobierno y ya descarta la «moderada revisión» del crecimiento que tenía previsto realizar ante la incidencia que ya venían provocando factores como los precios energéticos, ómicron o la crisis de suministros.
Fuentes de Moncloa confirman a Economía Digital que la previsión de un crecimiento de la economía española del 7% que aún se mantiene de manera oficial en el cuadro macroeconómico de los Presupuestos de este año, ya de por sí ampliamente consensuado por los organismos y analistas nacionales e internacionales ha quedado en «papel mojado», ya que la rebaja prevista en caso de que se tuviese que acometer hoy sería «profunda» dada la «enorme incertidumbre» existente por las consecuencias que pueda provocar la guerra de Ucrania y la prolongación del conflicto.
Así las cosas, el Ministerio de Asuntos Económicos tiene previsto incorporar distintos escenarios en el cuadro macroeconómico que presente en abril en función de las distintas circunstancias que puedan concurrir, como los diferentes supuestos en función de la incidencia de la guerra en los precios energéticos.
Afectación en la economía y el empleo
La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ya señaló el viernes que todavía es «prematuro» poner cifras al impacto que pueda tener el conflicto bélico de Europa del este en España, por lo que el Ejecutivo planea ya elaborar distintos escenarios con el fin de curarse en salud ante posibles desviaciones que puedan producirse conforme se vaya resolviendo o recrudeciendo el conflicto.
«Vamos a guiarnos por la prudencia, que es lo que hemos hecho desde que llegamos al Gobierno; más vale incorporar en nuestros presupuestos escenarios prudentes; más vale tener expectativas más bajas y tener margen de actuación«, sostuvo Calviño, dejando entrever que se realizará una rebaja más allá de lo que pudiese estimarse con cifras a modo precautorio ante posibles riesgos eventuales no previstos como ha venido sucediendo los dos últimos años con la pandemia, el temporal Filomena o la guerra de Ucrania.
Esta es la idea sobre la que trabajan ya en Economía y Moncloa, desde donde trasladan que no se descartan rebajar la previsión de crecimiento incluso por debajo del 5%, es decir, de más de dos puntos porcentuales respecto al 7% de crecimiento de PIB fijado para 2022. En este nivel se situará la rebaja de previsiones que quedará plasmada en el cuadro macro del Programa de Estabilidad 2022-2025 que el Gobierno remitirá a Bruselas en torno al próximo 30 de abril.
Desde el Gobierno se ha cambiado el discurso en los últimos días y tanto el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, como las vicepresidentas primera y segunda, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, se asume de cara a la opinión pública el cada vez más notable impacto económico de la guerra. «Ralentización del crecimiento«, «impacto significativo en el crecimiento y el empleo» e incluso «situación crítica» son algunas de las expresiones manifestadas en los últimos días desde el equipo gubernamental.
Y no es para menos, ya que las primeras estimaciones muy preliminares, como las realizadas por Caixabank Research, apuntan a que la guerra reducirá el crecimiento de la economía española en algo más de un punto de PIB el ejercicio actual, lo que supone más de 11.000 millones de euros perdidos.
El equipo de Nadia Calviño y la Oficina Económica de Moncloa siguen muy de cerca la evolución de los distintos indicadores diarios de actividad, de los que dispone desde hace un tiempo para intentar ajustar sus estimaciones de cara al Programa de Estabilidad, toda vez que los malos indicadores van acumulando peso en el lado de la balanza tendente a rebajar las estimaciones y ahondan en la rebaja de previsiones, que ya se preveía hacer hasta el orden de algo más del 5%, más o menos el consenso de los analistas.
Hasta la fecha, el Panel de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que aglutina las previsiones de 20 de los principales organismos y analistas, sitúa el pronóstico para 2022 en el 5,6%. Ese entorno es en el que la actualidad podría situarse el cierre del ejercicio, según estiman organismos como el FMI (5,8%), la Comisión Europea (5,5%), OCDE (5,5%), BBVA Research (5,5%) o la Cámara de Comercio (5,5%), si bien con toda probabilidad irán acometiendo progresivamente rebajas de su estimaciones, tal y como ha hecho ya el Consejo General de Economistas (CGE), al augurar cuatro décimas menos de crecimiento, hasta el entorno del 5,2% o el 5,4%.
Revisión de indicadores: no se recuperará el nivel de PIB prepandemia este año
En cualquier caso, no será hasta «bien entrado abril» cuando se tomará la decisión definitiva, mientras que sigue al dedillo el conjunto de indicadores sintéticos de la actividad desarrollado por el departamento de Asuntos Económicos para medir el pulso de la realidad económica de una manera más próxima respecto al retraso habitual de las grandes estadísticas del INE o los distintos ministerios y organismos.
Estos indicadores de actividad diaria reúnen información sobre el uso de tarjetas de crédito, ventas de grandes empresas, ventas minoristas, empleo o consumo de electricidad, entre otros. Aunque algunos indicadores ya superan incluso los niveles de 2019, como los buenos datos de afiliación a la Seguridad Social, el récord de la recaudación fiscal, con un alza del 15%, hasta los 223.382 millones, o el turismo.
Sin embargo, desde Moncloa confirman a Economía Digital que será «prácticamente imposible» que el PIB pueda recuperar su nivel prepandemia ni en el primer trimestre del año, como vaticinó en su momento Calviño, e incluso en 2022, a tenor de los últimos datos de Contabilidad Nacional del cuarto trimestre de 2019, que reflejan que aún queda un trecho de más del 4% para alcanzar el volumen de entonces y dada la coyuntura de incidencia por la guerra de Ucrania y las sanciones de la UE a Rusia.
La guerra y su impacto en la electricidad y la inflación
Lo cierto es que el estallido de la guerra en Ucrania se ha producido en un momento en el que la situación y las perspectivas de la economía española eran favorables, destacando que la actividad económica fue ganando tracción a lo largo del pasado año y en el cuarto trimestre del año pasado avanzaba un destacable 5,2% en términos interanuales.
Sin embargo, el conflicto en Ucrania ha dado la vuelta a la evolución, ante la incidencia directa de la guerra y las sanciones de la UE sobre todo en el precio del gas, y por consecuente en el precio de la electricidad, con una traslación al alza de los precios en buena parte de la cesta de la compra, incluyendo los alimentos, y en el suministro de materias primas como los cereales y fertilizantes. Precisamente el viernes el INE publicó el dato definitivo del IPC de febrero, cuya tasa escaló al 7,6% por el tirón al alza de la electricidad (+80,5%) y los carburantes (+28%).
Más allá del impacto agregado en el crecimiento y la inflación, algunos subsectores acusarán de forma especial la coyuntura actual, como aquellos que consumen mucha energía en su proceso productivo y que, por tanto, se ven muy afectados por el alza de su precio. En la industria manufacturera, destacan la industria auxiliar de la construcción, la metalurgia y la industria maderera, entre otros.
El impacto será también notable en el sector agroalimentario debido a las elevadas importaciones de Rusia y Ucrania de cereales (especialmente el maíz), de aceite de girasol (usado, por ejemplo, en las conservas y en la elaboración de todo tipo de alimentos procesados; Rusia y Ucrania copan el 80% de las exportaciones a nivel mundial) y de los abonos minerales. Además, la guerra en Ucrania está generando un fuerte aumento del precio de las materias primas agrícolas que también afectará de forma muy destacable a este sector.
Además de todas las consecuencias de la guerra, entre los factores que influirán en la revisión a la baja se encuentra el menor crecimiento del previsto en 2021. (+5%) que durante meses llevaban advirtiendo la práctica totalidad de organismos nacionales e internacionales, 1,5 puntos por debajo del 6,5% que calculaba el Ejecutivo, y ello a pesar de que había rebajado ya sus pronósticos desde la horquilla inicial de ente el 7,2% y el 9,8% (con fondos europeos. También incide la crisis de suministros, aunque en menor medida, con unos 13.500 millones de impacto entre 2021 y 2022.
El salvavidas de los fondos UE: España pide segundo pago de 12.000 millones en marzo
Bajo este difícil contexto, Moncloa está centrada en dar un impulso a los fondos Next Generation UE, después de la limitada ejecución en 2021. A cierre de año, más del 91% (22.124 millones) del total de 24.198 millones de fondos europeos presupuestados habían sido autorizados, y solo el 45,5% (11.001 millones de euros) de los pagos habían sido realizados, aunque habrían llegado apenas 3.000 millones, según cálculos de BBVA Research.
En 2022 se podrán ejecutar los remanentes del año anterior, para garantizar la inversión del 100% de los fondos, pero los analistas creen que solo se ejecutará la mitad del total de 26.900 millones presupuestados, y ello contando con el ‘efecto bola de nieve’ de los remanentes del año pasado por los fondos no ejecutados. Tras el primer desembolso de 10.000 millones a finales de diciembre tras cumplir 52 hitos, sumado a los 9.000 millones de prefinanciación recibidos en agosto, el Gobierno solicitará este mes el segundo desembolso del que espera recibir la validación para recibir la siguiente remesa de 12.000 millones de euros, según confirman fuentes gubernamentales.
El Gobierno ha programado 266 convocatorias de fondos europeos en el primer semestre, 106 más de lo inicialmente previsto, para movilizar 24.667 millones de euros hasta junio. Esta misma semana ha lanzado el registro de los PERTE tras casi un año de retraso.
Además de fiar el crecimiento a los fondos europeos, el presidente del Gobierno va a emprender una gira por los principales países europeos para consensuar medidas y cerrar en el Consejo Europeo del próximo 24 y 25 de marzo un paquete que permita hacer frente al «chantaje energético de Putin», de forma que se frene la escalada de precios de electricidad y gas, como la compra centralizada de energía, almacenamiento energético de gas, posibilidad de topar los precios en el mercado mayorista, refuerzo de interconexiones o acelerar el despliegue de renovables.
La semana pasada el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asumió la ralentización del PIB por la guerra y anunció en el Congreso un Plan económico nacional de respuesta, en el que se incluye un pacto de rentas para evitar una espiral inflacionaria, con moderación de subidas salariales y control de dividendos y beneficios, así como la prórroga hsta el 30 de junio de las rebajas fiscales de la luz y el bono eléctrico y la aceleración de los nuevos ERTE del Mecanismo RED de la reforma laboral.
Más allá del impacto de los fondos y de la magnitud del crecimiento, en el Gobierno subrayan que se van a cumplir los objetivos de reducción del déficit (8,4% en 2021 y 5% en 2022) y de deuda, incluso si se da un escenario macroeconómico que no sea tan positivo. BBVA Research estima que el déficit podría haber cerrado 2021 incluso en el 7% del PIB.
Desde el Gobierno subrayan a Economía Digital que lo importante será asegurar que no se trata de un rebote pasajero sino de una «recuperación sólida» para aprovechar el nuevo ciclo económico y modernizar la economía con el fin de lograr un crecimiento «sostenible, consistente y duradero» a medio y largo plazo.