El Gobierno fracasa con el impulso al vehículo de gas: flotas paradas por el precio del combustible
El impulso al vehículo de gas ahora se ve sin mucho sentido por el alza de precio de los combustibles
El precio de los combustibles y, sobre todo, la incapacidad para contenerlos ha dado la vuelta a muchos planes. Las alternativas a los hidrocarburos tradicionales, sobre todo el gas –GLP y GNC-, se presentaron como una solución barata, con bastante recorrido y adaptadas a un futuro sostenible. Las diferentes administraciones públicas ayudaron y fomentaron estas nuevas soluciones, algunas incluso apostaron para el uso de transporte urbano propulsado por gas. Ahora, debido a sus precios pocos competitivos -en el ámbito privado-, muchas flotas empresariales han tenido que parar su actividad; y los usuarios particulares sufren también el alza de precios.
Debido a su mayor capilaridad, el foco de los problemas -y la atención mediática- se sitúa sobre la gasolina y el diésel. A fin de cuentas se trata de los combustibles de uso mayoritario. No obstante, hace unos años, y debido al impulso público que se trasladó, también se generaron muchas expectativas sobre los vehículos propulsados por gas. Tanto los que usan butano y propano (GLP); como los que se basan en el metano (GNC). Pero todo eso ha cambiado.
De hecho, hasta hace muy poco tiempo había importantes campañas de subvenciones para cambiar los vehículos con motor de combustión de diésel por fórmulas de gas. La excusa, principalmente, tenía que ver con unos precios bajos en el respostaje, y también como una solución medioambiental más adaptada a los nuevos tiempos que se avecinaban.
Tras las tensiones geopolíticas entre Rusia y Ucrania todo ha cambiado. En estos momentos el precio medio del GLP se sitúa en torno a los 1,05 €/litro, aunque atendiendo a los precios de hace apenas unos meses, la subida ha sido muy importante, puesto que los precios medios estaban sobre los 0,64 €/litro. Una situación que en el caso del gas natural comprimido es peor. Hace un año estaba sobre los 0,87 €/litro, mientras que esta semana ha llegado a sobrepasar en algunos surtidores los 1,80 €/litro.
Ante este contexto han saltado todas las alarmas. Uno de los primeros en denunciar de forma pública los problemas que está habiendo con los vehículos impulsados por gas ha sido el presidente de la patronal Uno Logística, Francisco Aranda. Así, aseguraba hace unos días en el foro ‘Ecocombustibles: motor de la economía y garantía de suministro’ que «en estos momentos hay flotas de furgonetas de gas que están en cocheras, y que no están trabajando; que las empresas han realizado esas inversiones, porque se lo creyeron, y han visto en estos momentos que no es viable«.
El problema de todo esto, asegura el presidente de la patronal, es que «los precios del gas están desbocados«. Esta situación, además, solo va a ir a peor debido a la inestabilidad energética que existe en estos momentos. Por lo tanto, los precios solo van a ir al alza.
Las contradicciones con el gas
Bajo este escenario, ahora el Gobierno se desdice de sus propios planteamientos y el furor del gas de hace unos años, donde impulsó el desarrollo de autobuses públicos con esta tecnología, se ha desvanecido.
Hace un par de años había importantes ayudas económicas y de carácter fiscal para el impulso del vehículo con gas. Tanto para cambiar el tipo de motor del coche, como para acceder a nuevos modelos de gas. Sin embargo, esas ayudas se han ido diluyendo a favor de los modelos eléctricos. Y los precios de repostaje han dado la puntilla.
En concreto, según se establece en el ‘Programa de transformación de flotas de vehículos pesados de transporte profesional por carretera’, la Actividad 3 del Programa subvenciona la modificación de la forma de propulsión de los vehículos M2, M3, N2 y N3 (transporte de pasajeros y mercancías, respectivamente), originalmente propulsado al 100% por combustible diésel, gasolina o gas (GNC, GNL, GLP), para su conversión en vehículos totalmente eléctricos o de hidrógeno.
Con carácter transitorio, hasta el 31 de diciembre de 2023, se incluyen ayudas para la modificación de la forma de propulsión de vehículos de categoría M2 y M3, que estén originalmente propulsados al 100% por combustible diésel o gasolina, para que pasen a funcionar en su totalidad como vehículo de gas (GNC o GNL) siempre que cumplan con últimos estándares de emisiones contaminantes para vehículos pesados (EURO VI-E). En todo caso no podrán recibirse ayudas para la transformación de vehículos de categoría M que se incluyan en la definición de «suelo bajo» según lo especificado en el punto 3 de la parte C del anexo I del Reglamento (UE) 2018/858 de 30 de mayo de 2018.
El destinatario de la ayuda deberá ostentar la titularidad del vehículo a modificar, y el vehículo original deberá tener como máximo 10 años de antigüedad, contado desde su primera matriculación. Ambos periodos de tiempo se contarán hasta el momento de la fecha de registro de la solicitud en la convocatoria correspondiente de este programa.