Francia boicotea el MidCat para evitar el gasoducto que también reclama Alemania
El gobierno de Macron está ocultando los motivos reales por los cuales no quiere que se termine de construir el gasoducto
Uno de los gasoductos que une España con Francia, el ya mítico MidCat -por los problemas que ha habido en su desarrollo-, ha saltado de nuevo a la actualidad. El canciller alemán, Olaf Scholz, sugería hace unos días reactivar el proyecto para conectar el gas de la península ibérica con el centro de Europa. España estaba de acuerdo; Bruselas, también -a falta del permiso regulatorio-. Sin embargo, Francia ha puesto la nota discordante; y los motivos los está retorciendo ante la opinión pública.
Una semana después de que los principales implicados en la construcción del MidCat estén de acuerdo en su necesidad, desde el Ministerio de Energía francés han reprendido a la homóloga española, Teresa Ribera, y aseguran que el desarrollo de este gasoducto llevaría mucho tiempo, al contrario de lo que dijo la vicepresidenta, al asegurar que en pocos meses estaría listo.
En la suma de excusas para oponerse al desarrollo del MidCat, desde Francia también argumentan que esto no sería realmente una respuesta a la crisis actual, sino que sería una solución a largo plazo. Y, en esa línea, el gobierno francés expone que la mejor solución sería la construcción de regasificadoras en las zonas de costa europeas.
Asimismo, en el carrusel de excusas, y junto con las soflamas ‘verdes’ contra el gas, también se duda sobre la posibilidad que en el futuro este gaseoducto sirva para transportar hidrógeno verde. «Las incertidumbres son muy elevadas sobre las capacidades de producción y consumo de hidrógeno y, a posteriori, sobre la necesidad de una infraestructura de esta envergadura con tanta antelación», se asegura desde el ministerio de la energía francesa. Pero más allá de estas respuestas, el país galo esconde la realidad de este boicot: no quiere gastar más dinero.
La realidad francesa del MidCat
Al margen de este elenco de excusas, según expertos del sector energético, el gran problema para Francia sería que, una vez desarrollado el MidCat, y ante las presiones alemanas, tendría que reforzar sus interconexiones gasistas con el país germano, algo que le supondría otro desembolso económico.
Pero existen más motivaciones de calado económico por las cuales Francia estaría poniendo todo su empeño en que el MidCat no salga adelante. Según una publicación de Reuters, el flujo de suministro de gas francés hacia Alemania requiere de una serie de pasos técnicos que, solventarlos, requiere tiempo y dinero. Además, ambos países usan regulaciones distintas, y es algo que habría que acoplar.
En este sentido, el principal problema es que Francia agrega una serie de odorantes a su gas por motivos de seguridad, mientras que Alemania no lo hace. De esta forma, podría llevar cerca de dos años instalar plantas que converjan estos componentes y sirva para el flujo de gas en ambos sentidos. Y aquí volveríamos a los problemas de costes que los galos no quieren afrontar.
El capote a los franceses
Para los intereses de Francia y sus argumentos, en España hay voces que les animan. Podemos ha reafirmado su oposición al gasoducto MidCat y cree que la idea de reanudar la construcción sólo es un «deseo» de Alemania que «ha comprado» la vicepresidenta Teresa Ribera y el PSOE, porque de momento se desconoce con qué fondos se pagaría y «lo fundamental» es que se pronuncie Francia, por donde pasaría la instalación.
Así lo defiende en declaraciones a Europa Press el coportavoz del partido morado Javier Sánchez Serna, que recuerda que el pasado mes de mayo Unidas Podemos ya votó en contra en el Congreso de un texto pactado por el PSOE, PP y Ciudadanos de apoyo a las interconexiones gasísticas y eléctricas. «Nuestra posición es conocida al respecto, votamos negativamente una proposición no de ley«, recuerda.
El dirigente de Podemos admite que el gas «se va a utilizar este invierno como un arma de guerra«, pero ve necesario estudiar las ventajas y los inconvenientes de una instalación de este tipo, porque si bien podría ayudar a España a exportar hidrógeno verde, «a la vez siempre tiene un impacto ecológico».