Las políticas activas de empleo perjudican a los jóvenes, según Fedea
Fedea detecta que los programas de empleabilidad redujeron las tasas de inserción en los jóvenes parados pero fueron positivos para los desempleados mayores de 30 años
Las políticas activas de empleo tienen efectos «ligeramente negativos» en la empleabilidad posterior de los jóvenes beneficiarios de estos programas, aunque positivos en los parados mayores de 30 años, sobre todo los que acumulan más de dos años en paro y carecen de experiencia laboral.
Estas son las conclusiones a las que ha llegado la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) tras analizar el impacto de las iniciativas locales de empleo público que se ejecutaron en Andalucía durante los años 2016-2018 sobre la situación de sus beneficiarios en el mercado laboral tras los programas en lo referido al acceso al empleo y la calidad del mismo.
Las políticas activas de empleo se consideran habitualmente una herramienta fundamental en la lucha contra el desempleo, pero Fedea señala que los estudios sobre la efectividad de este tipo de programas siguen siendo «muy escasos» en España y su creciente uso «no siempre ha estado sustentado o guiado por el análisis riguroso de su impacto sobre el acceso al empleo o los ingresos de sus beneficiarios».
El estudio, realizado por Yolanda Rebollo-Sanz (Universidad Pablo de Olavide) y J. Ignacio García Pérez (Universidad Pablo de Olavide y Fedea), reviste importancia porque este tipo de actuaciones han sido muy usadas en España durante los últimos 10 o 15 años con el objetivo de combatir las elevadas tasas de paro juvenil y de facilitar la reinserción laboral de los parados de larga duración.
Efectos en colectivos de difícil inserción laboral
En el caso andaluz, el Gobierno regional, liderado entonces por la socialista Susana Díaz, puso en marcha dos programas, ‘Emple@Joven’ y ‘Emple@30+’, que fueron gestionados de forma descentralizada por los ayuntamientos, permitiendo así que las ofertas de empleo se adaptasen a las necesidades de la población desempleada local.
Tras analizar los efectos de estos programas sobre la empleabilidad posterior de sus beneficiarios (los individuos “tratados”) en comparación con un grupo de control integrado por individuos similares a los tratados pero que no se beneficiaron de las iniciativas, los resultados indican que, en promedio, estas iniciativas no han conseguido elevar la probabilidad de salir del paro al empleo, pero sí han tenido efectos positivos sobre ciertos segmentos de la población parada.
En concreto, los efectos estimados para los jóvenes son «ligeramente negativos», con menores tasas de inserción para los tratados, aunque poco significativos, mientras que para los parados mayores de 30 años con dificultades de inserción laboral Fedea detecta un efecto positivo y significativo de en torno a 1.2 puntos porcentuales, que se concentra en ciertos colectivos.
En particular, beneficiaron sobre todo a los que han sufrido episodios de paro de más de dos años y los que carecen de experiencia laboral. Para aquellos grupos de parados cuya empleabilidad mejora con el programa, se observa también un efecto positivo sobre la estabilidad y duración de los contratos obtenidos tras su finalización.
Centrar los programas en colectivos muy específicos
Los autores concluyen que sus resultados apuntan a la necesidad de centrar los programas públicos de empleo en colectivos muy específicos con especiales dificultades de empleabilidad, en los que sí se detecta un impacto positivo y significativo.
De cualquier forma, Fedea indica que a pesar de que los resultados presentados no permiten hablar de una ganancia clara en la empleabilidad de los colectivos tratados, apunta que para valorar de manera completa estas iniciativas sería necesario tener en cuenta también sus efectos sobre la tasa de salida del paro a la inactividad, de cara a evaluar si logra reducir la subida de la tasa de inactividad por el efecto trabajador desanimado.
«En términos generales las PAEs son muy necesarias para combatir el desempleo que de forma tan grave afecta al mercado de trabajo español», sostiene, al verlo «especialmente importante» para quienes están en los extremos de su carrera laboral (jóvenes y mayores de 45 años) y para los colectivos más vulnerables (bajo nivel de estudios o desempleados de larga duración).