España se hace alemana con 33.000 millones menos en salarios
El crecimiento de España es sólido, con superávit en el sector exterior siguiendo a Alemania, pero con dos millones menos de trabajadores que en 2008
España crece a tasas cercanas al 3%. Se hace alemana. No es la industria tradicional, como en el caso alemán, sino la industria turística la que sirve de gran motor, pero también las exportaciones de un tejido productivo empresarial que ha sabido levantarse tras una grave crisis económica, iniciada en 2008. España crece, sí, pero lo hace con 33.000 millones menos en salarios, con una masa salarial que ha pasado de 559.777 millones de euros en 2008, un 50,0% del PIB, con 20 millones de ocupados, a 526.098 millones de euros en 2016, un 47% del PIB y 18,4 millones de trabajadores.
¿Es un crecimiento sano, indicativo de que España ha hecho los deberes, aunque tenga la asignatura pendiente de mejorar el mercado laboral? Los expertos consultados por Economía Digital no dudan en que las condiciones son mejores, y las diferencias se establecen en el determinismo de una economía que no estaba en condiciones de tomar otros caminos.
Las exportaciones de bienes y servicios suponen ya el 33,2% del PIB
La cuestión relevante, prácticamente una revolución en el patrón económico de España, es que se rompe una ley de hierro: si España crecía, lo hacía siempre a costa de aumentar su déficit exterior. Es decir, aumentaban las importaciones, con un motor esencial centrado en la demanda interna. Ahora ha sucedido todo lo contrario, con parámetros que no se recordaban desde 1960, con la gran expansión de la economía española. La inversión privada, empresarial, ha escalado hasta el 7,5% del PIB, y las exportaciones de bienes y servicios suponen el 33,2%, cuando en 2008 ese porcentaje, al inicio de la crisis, era del 25,8%.
Todo eso no ocurre desde la serie histórica de la Comisión Europea en 1960. Todo ello ha significado un superávit en la balanza de pagos del 2%, con cinco años seguidos ya en positivo. Para valorar ese dato, debemos tener en cuenta que, justo antes de la crisis, en 2007, el déficit exterior de España marcó su cénit, con un 10% del PIB. España dependía por completo del exterior para poder financiarse. Ahora es justo al revés.
Rallo asegura que España debía apostar por las exportaciones para poder reducir la deuda
El economista Juan Rallo, director del Instituto Juan de Mariana, asegura que España “ha tomado el único camino posible, porque otra cosa hubiera supuesto la quiebra del país, y volcar la economía hacia el sector exterior era lo aconsejable y razonable para reducir la deuda”. La cuestión de la pérdida de masa salarial, con dos millones de personas menos en el mercado laboral, no lo ve Rallo como una pérdida real. “Eran trabajos ligados a sectores intensos en mano de obra, poco productivos, dependiendo toda la economía de la financiación exterior”, asegura.
También lo ve así Santiago Carbó, catedrático de Economía de CUNEF. Carbó entiende que España afronta los mismos riesgos que los países de su entorno, como un posible aumento del precio del petróleo o de los tipos de interés, pero que el cambio “ha sido enorme” desde el inicio de la crisis. “El rebote ha sido muy importante, después de solucionar los problemas financieros, que eran graves, y esperando que lo que ha ocurrido con el Banco Popular se quedé ahí. El resultado es una economía que ya no depende de un sector como la construcción, más equilibrada, que crece de forma sólida, y que, ahora, se debería central en reducir la brecha social que se ha creado”.
Lo que apunta Carbó es que se ha producido un mercado laboral dual, con los jóvenes como los grandes perjudicados de un modelo que ha reducido salarios, y que ha aprovechado excesivamente todos los recobecos de la reforma laboral. “Hay que decir que la reforma laboral ha servido, y mucho, y me gustaría ver cómo se quiere ahora cambiarla, y en qué dirección, pero hace falta también una política de rentas”, insiste Carbó.
Los expertos entienden que España ha hecho lo único que podía hacer: girar hacia el sector exterior
Las empresas han logrado extraer todo el jugo a varios factores como la reforma laboral, pero también a los bajos tipos de interés, que les ha llevado a una inversión para renovar sus estructuras con el objetivo de orientarlas a la exportación.
El catedrático de Estructura Económica del IQS de la Ramon Llull, Santiago Niño Becerra, no oculta ese avance. Señala, sin embargo, que el precio ha sido el de “precarizar” el mercado laboral, y señala que “de cada tres contratos de trabajo firmados en mayo, un tuvo una duración de quince días o menos”.
Niño Becerra asegura que sí, que España se está recuperando, pero concreta cómo lo hace, a su juicio. “Se está ‘recuperando’ porque su competitividad aumenta a base de precarizar el empleo, con menores remuneraciones, y no se trata de un afán de unos empresarios malvados, sino porque la economía de España, en su 99%, no tiene otra forma de lograr ser competitiva, y de ahí que esos motores de generar más millones en el PIB sean las exportaciones y el turismo, sin olvidar el consumo interno, pero que crece en paralelo «a la caída del ahorro familiar».
Juan Rallo, adalid de una posición liberal, entra en esa cuestión, y admite que el problema existe, pero que la solución no puede basarse, de nuevo, en sectores poco productivos como la construcción. “España ha iniciado un camino sólido, pero tiene un tercio del mercado laboral en paro o con contratos precarios, y eso se debe abordar”.
La demanda interna aumenta, pero se come ya los ahorros de los últimos años
Lo que aporta Niño Becerra, precisamente, es que si se tira de la demanda interna, ésta sigue respondiendo, pero ha comenzado a comerse ahorros. En el primer trimestre de 2017 los hogares españoles aumentaron su renta disponible en un 1,9%, hasta 163.272 millones de euros, pero el gasto en consumo se situó por encima, hasta los 168.361 millones de euros, un 4,9% más.
El ahorro, por tanto, ofrece tasas negativas, del 3,4%, el valor más bajo desde 1999. En concreto, se trata de 5.573 millones de euros menos, frente a los 826 millones, también en negativo, del primer trimestre de 2016.
El catedrático del IQS señala que la situación de España no es única, que es un fenómeno mundial, y que se basa en ganar competitividad con menos fuerza laboral. Para ello recuerda que Mario Draghi, el presidente del BCE, ha hecho referencia a una cuestión que nunca se aborda con esa crudeza, al precisar que el desempleo se ha enquistado en Europa en el 10%, y el “subempleo” en el 18%.
¿Es posible que esa situación pueda cambiar, que se pueda volver a mejores ratios? No lo cree así Niño Becerra. “Es imposible retroceder en la dinámica histórica: nunca volveremos al 2005 ni a 1968, cuando las expectativas individuales se creían ilimitadas, por ello es preciso paliar las consecuencias con alguna medida como la Renta Básica, un mecanismo que cuando se implante certificará el final definitivo del modelo que entró en crisis en 2007”.
El dilema es aceptar que España no volverá a una situación similar a la de 2005
La cuestión es que no hay, pese al ruido político, medidas concretas para abordar las carencias de la economía española. De ello se queja Santiago Carbó, al precisar que, desde la reforma laboral, “no se ha hecho nada en el terreno educativo, o en el gasto estructural, el llamado gasto político, o en la adaptación en recursos humanos para ser más competitivos”. Ni tampoco se ha abordado la reforma del sistema de pensiones, que puede ser el gran quebradero de cabeza de los próximos años, recuerda Carbó, con la última medida del Gobierno de recurrir a un crédito, consignado en el presupuesto para pagar la paga extra de junio.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy ha comenzado a negociar ya los presupuestos de 2018, con la idea de tener a los mismos socios, Ciudadanos y PNV. A su favor tiene una economía que seguirá creciendo, que este año puede superar, incluso, el 3% del PIB, sin que se vean, por ahora, grandes amenazas. “Los tipos de interés van a seguir bajos, por una temporada”, pronostica Carbó.
El panorama, como coinciden todos, es otro. España ha logrado levantarse con una estructura económica más sana, siguiendo el patrón alemán, con el peligro siempre, eso sí, de que el sector de la construcción vuelva a ocupar un papel central.