España cierra una ‘legislatura perdida’ por el COVID y la guerra con la economía ralentizándose

Después de dos crecimientos consecutivos del 5,5%, la economía ha recuperado el PIB prepandemia tres años después. Sin embargo, la economía española gana más competitividad y despunta en empleo

El candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ Juanjo Martín

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Después de tres años y medio de legislatura, probablemente de los más accidentados que se recuerdan, en el plano económico España casi ha vuelto al punto de partida. Casi, porque en el primer trimestre del año por fin se recuperó el nivel de producto interior bruto (PIB) que nuestro país generaba antes de la pandemia, tres años después de los primeros coletazos del COVID-19.

Han hecho falta dos años seguidos creciendo a un 5,5% (después de una caída de más de 11 puntos del PIB en 2020) y un acelerón en los primeros trimestres de este año para conseguir superar un umbral que a España se le había resistido. Además, llega en un momento en el que todos los indicadores advierten de que la actividad se va a ‘enfriar’ de cara a final de año. Después de que en la primera mitad de año se haya avanzado a un ritmo de alrededor del 0,6% del PIB intertrimestral, la segunda parte de 2023 crecerá en torno a la mitad.

Un crecimiento, según han avanzado la mayoría de los supervisores, que será mayor del previsto: en torno al 2,3%, de acuerdo con el Banco de España, por encima de la previsión del Gobierno, que es del 2,1%. Sin embargo, y a pesar de que esa tasa es de un buen crecimiento en años ‘normales’ (en 2019 la economía creció un 2,0%), estará sostenido fundamentalmente por el sector exterior, que ha demostrado un comportamiento extraordinario, frente a la depresión de la demanda interna.

«Esta previsión se explica por el estancamiento del consumo privado, lastrado por la pérdida de capacidad de compra de los hogares y ante la imposibilidad para muchas familias de seguir tirando del ahorro para financiar el gasto. El consumo público, por su parte, se incrementará a un
ritmo moderado en consonancia con la evolución reciente de este agregado. La inversión tendrá un comportamiento ligeramente más dinámico gracias al impulso de los fondos europeos, si bien perderá fuerza en el transcurso del año como consecuencia del encarecimiento del crédito», detalla Funcas en sus últimas previsiones macroeconómicas.

El retorno al PIB prepandemia llega con dos notas positivas. Por un lado, el empleo, que se encuentra en máximos históricos. Por otro, debido a que la inflación se ha contenido mejor en nuestro país y los salarios han crecido menos que en el entorno, España ha ganado competitividad con respecto a nuestros competidores.

En el primer aspecto, junio cerró con 20,8 millones de afiliados a la Seguridad Social y, de acuerdo con los últimos datos quincenales del departamento, varios días se habría superado ya el umbral de los 20,9 millones. Esto son 1,8 millones de ocupados más que en junio de 2018, con la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa. El desempleo también está en mínimos desde 2008, aunque queda una semana para conocer la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre, que arrojará un escenario más completo.

La productividad del puesto de trabajo y por hora trabajada también están disparándose (aumentan un 1,87% y un 2,73%, en comparación con el año pasado), pero nuestro país sigue a la cola de Europa. La productividad de la economía española se encuentra muy por detrás de la productividad de la zona euro. En concreto, a más de diez puntos porcentuales de lo que produce, de media, cada trabajador en todos los países de la moneda común. Así, si tomamos como base (100) la producción media por trabajador en la Unión Europea, en la zona euro escala hasta 103,8, mientras que nuestro país se queda rezagado: en 2022 este baremo fue del 93,7.

Volviendo a la competitividad, según el último Índice de Tendencia de Competitividad que publica trimestralmente el Ministerio de Industria, en el primer trimestre del año el ITC calculado con la inflación disminuyó un 3,9% respecto a la Unión Europea, mientras que cayó un 3,1% en relación con la eurozona y un 2,8% si nos comparamos con la OCDE. En este índice, una caída implica una ganancia de competitividad.

Esta competitividad se está traduciendo en un mayor dinamismo del sector exterior. A cierre de 2022, nuestro país exportó productos por valor de más de 397.473 millones de euros, en tanto que importó por un volumen de 469.246 millones. En total, un saldo negativo de 71.772 millones de euros.

El tejido productivo también se ha reforzado. Entre 2018 y 2022 hay 16.000 empresas más, según el INE, superando el máximo histórico que se consiguió en 2008. En total son 3.430.663 empresas. El emprendimiento ha aumentado: hay 77.824 autónomos más que en 2018.

Álvaro Celorio

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