El Port de Barcelona desoye a Colau y trabaja para volver al volumen de cruceros de 2019
La infraestructura portuaria apunta a una recuperación progresiva del número de cruceristas, que sigue siendo un 45% inferior al de 2019
El Port de Barcelona descarta limitar a tres el número de cruceros diarios que pueden atracar en la ciudad, tal como pidió el Ayuntamiento de Barcelona a principios de esta semana. Durante la presentación de los resultados del tráfico de mercancías del primer semestre, el presidente de la autoridad portuaria, Damià Calvet, ha remarcado que no hay «un incremento alarmante de los cruceros» y ha reiterado que consolidar el acuerdo al que llegaron ambas instituciones en 2018 es «el modelo para Barcelona».
La administración liderada por Ada Colau apuntaba esta semana a un aumento del tráfico de cruceros impulsado por la recuperación del turismo después de la pandemia y pedía medidas más restrictivas por «el impacto que tiene, tanto medioambiental como de masificación». Sin embargo, Calvet ha indicado que el número de cruceristas ha caído un 45% el primer semestre de este año respecto al mismo periodo de 2019.
Concretamente, entre enero y junio han pisado la ciudad 670.000 turistas procedentes de cruceros, lo que el Port ve como «una recuperación progresiva» de la actividad. Desde el inicio de la crisis sanitaria y hasta junio de 2021, estaba prohibido el tráfico de cruceros por el Covid-19 de forma que, por ahora, la actividad queda lejos de recuperarse del estoque de la pandemia, cuando llegaban a la ciudad más de un millón de crucecitas en los primeros meses del año.
El presidente de la autoridad portuaria ha considerado esta cifra «muy preocupante» y se ha reafirmado en sus esfuerzos para recuperar los niveles de prepandemia de un turismo «importantísimo para la ciudad y el país». Calvet apuesta por «incrementar progresivamente la calidad del turismo de cruceros» por el valor económico que aporta tanto a la infraestructura como al resto de la ciudad.
Las demandas del Ayuntamiento de Barcelona aparecieron después de una reunión política entre el Port, la ciudad, la Generalitat y el Gobierno, donde se debatió, precisamente, acerca del impacto en la ocupación y el medio ambiente del turismo de cruceros. Mientras que la ciudad habla de limitar, el Port apuesta por regular: «Llevamos años regulando los cruceros. Nunca ha habido barra libre«. En este sentido, la infraestructura presidida por Calvet se reafirma del acuerdo llegado en 2018 con Barcelona para limitar a siete las terminales donde pueden atracar los cruceristas.
Según este pacto, que ya supone una «limitación física de infraestructura», los cruceros se ubican en el Moll Adossat lo que debería disminuir las consecuencias negativas de los cruceros «tanto en la calidad del aire como en la masificación del espacio». Este acuerdo también prevé la electrificación del muelle en 2026, lo que permitiera tener una infraestructura con cero emisiones, además de abrir el Moll de Barcelona a la ciudadanía.
Terminales «de calidad» para las navieras
«Pedimos que nos dejen trabajar en el desarrollo de este acuerdo, que refuerza la línea correcta hacia la regulación. Queremos poner en valor el modelo de Barcelona», ha remarcado el dirigente. En este sentido, Calvet ha mantenido que este modelo permitirá tener «terminales de calidad» que atraigan a las navieras a establecer el puerto catalán como infraestructura base. Este tipo de cruceros dejan más retorno económico a la ciudad, mientras que con los de escala los turistas solo pasan unas horas en la ciudad.
Desde el Port no han proporcionado datos que diferencien entre los cruceros base y los de tránsito, los que más preocupan a la alcaldesa, porque fluctúan a finales de año con la llegada de turistas de Estados Unidos, visitantes que cogen sus primeros barcos en Barcelona.