El Popular se rendirá en absorción tras la ampliación y los recortes
Caixabank y el Santander reclamaron a Ángel Ron que sanee totalmente el banco si quiere estudiar cualquier salida corporativa. Los accionistas del Popular suscribirán mayoritariamente la ampliación con la intención de activar la entrega del banco
Banco Popular confirmó este jueves que ampliará capital por 2.500 millones de euros mediante la emisión de más de 2.000 millones de nuevos títulos. La operación se desencadena después de que el presidente, Ángel Ron, constatara el fracaso de las conversaciones en paralelo que mantuvo semanas atrás con dos grandes grupos: Caixabank y Banco Santander, según ha podido saber Economía Digital.
Los respectivos presidentes, Isidro Fainé y Ana Botín, coincidieron en el mensaje: antes de plantear cualquier operación corporativa el Popular deberá tapar sus agujeros. El grupo se da dos años, como máximo, para diseminar los activos «improductivos» que lastran el balance. El propio Ron reconoció que la cifra equivale a 15.000 millones –un tercio el tamaño de Sareb—.
En un comunicado al regulador bursátil, el Popular explicó que la ampliación de capital ayudará a «acelerar» la venta de las referencias tóxicas. Estamos todavía ante el banco español más expuesto a las consecuencias de la conocida como «burbuja inmobiliaria», realidad que hipoteca sus resultados trimestre a trimestre.
Resistencia en solitario
El mensaje que mandó este jueves a los mercados es que ya tiene poco margen de resistencia en solitario. Los inversores huyeron y, en la negociación, los títulos buscaron el descuento ofrecido en la ampliación de capital (del 40%). Sólo la actuación de los grandes inversores evitó que el descalabro fuera mayor. De hecho, los brokers ciegos movieron el 95% del volumen.
Al cierre del mercado, el Popular había perdido una cuarta parte del valor. Se trata del mayor retroceso en la historia de la empresa.
El Popular estaba en el punto de mira del mercado por la escasa rentabilidad. Conocedor de estas debilidades, Ron reactivó viejas conversaciones, particularmente con Fainé y llamó también a la puerta de Botín. BBVA fue menos receptivo. Nadie está dispuesto a pagar los platos ratos y el único interés que genera el Popular en sus rivales es el negocio de pymes.
El banco, que estaba dispuesto a protagonizar fusiones hace unos meses para ganar tamaño, está ahora preparado para entregarse en absorción.
Recortes de plantilla y oficinas
Bajo esta hoja de ruta los accionistas más influyentes, como Allianz y Blackrock confirman que suscribirán la ampliación. Esperan recuperar el dinero en un plazo de dos años gracias a la venta de los activos al Santander o Caixabank, los dos postores con más interés. Antes, se llevará a cabo un plan de recortes que afectará a la plantilla y, por tanto, a las oficinas.
«El Popular revisará su red, pero es posible que se abran oficinas en zonas donde se pueda crear negocio además de cerrar otras», responden fuentes oficiales a preguntas sobre este extremo. Con la casa ordenada, Fainé y Botín volverán a escuchar a Ron.
Las opciones en el tramo de la banca mediana tienen menos posibilidades por una cuestión de precio y prioridades. El Sabadell reserva capital –con un ojo puesto en Estrasburgo a la espera de la sentencia final sobre las cláusulas suelo— para crecer en el Reino Unido y México; Bankinter disfruta de la libertad de la soltería y se resiste a mayores compromisos que lo hipotequen.
Guiño al BCE
La consejera delega de Bankinter, María Dolores Dancausa, también confía, como la cúpula del Sabadell, en la internacionalización (en este caso en Portugal) y goza de la tranquilidad que aporta al resultado el complemento de Línea Directa.
El contexto y la gestión del «ladrillo» durante la «burbuja» empujan al Popular a las fauces de las grandes entidades, que además podrían presentar carta de obediencia al Banco Central Europeo si firman con Ron. El regulador de la zona del euro considera que hay demasiadas entidades y que el sector necesita evolucionar hacia la concentración.