El fraude (casi) perfecto
El auditor de una entidad bancaria es condenado a dos años de prisión por cobrar un cheque de 10.000 euros de un cliente despistado
En enero de 2008, Victoriano V.G., auditor de Caja Rural de Granada, se percató de algo inusual: un cheque de 10.145 euros firmado hace seis años por un cliente de la entidad no había sido cobrado ni depositado.
Ante semejante descubrimiento, Victoriano ideó un plan para hacerse con el dinero que había sido olvidado por su dueño. Tras realizar las comprobaciones informáticas y cerciorarse de que se podía cobrarlo, el auditor del banco creó un nombre ficticio y un DNI al azar.
El trámite parecía sencillo e infalible: por su condición de auditor, tenía acceso al efectivo del banco y ejecutó sin problemas la operación. Ningún empleado del banco ni el cliente se percataron de la sustracción.
La llegada de Hacienda
Pero en su plan casi perfecto para hacerse con el dinero, Victoriano obvió un detalle: al asignar un DNI al azar con un nombre falso, la Agencia Tributaria se percató de la inconsistencia y llamó a la sucursal para aclarar el hecho.
El banco inició una investigación y culpó a Eliseo R.F., quien para ese entonces era director de la sucursal. Eliseo R.F. tuvo la buena suerte de que ese día se encontraba fuera de la oficina con autorización para asistir a una reunión sindical. Fue la perdición para el auditor, que finalmente quedó al descubierto y terminó confesando la estafa.
La condena
Hace pocos días, el juzgado de lo Penal número 6 de Granada condenó al auditor a dos años de cárcel por falsedad documental, además de la devolución del dinero y 1.600 euros de multa.
Ahora el exdirector de la oficina quiere repetir el juicio con el que la caja lo degradó de director a cajero por su condición de sindicalista. Asegura que las declaraciones del trabajador que declaró en su contra, el auditor condenado por estafa, deben ser anuladas.