El enigma de las odiadas pero imprescindibles agencias de calificación del riesgo
Un estudio elaborado por varios expertos para Funcas concluye que deben ser más transparentes, eficaces y tiene que establecerse un control sobre cómo gestionan la valiosa información que poseen
Las agencias de rating o calificación crediticia están en el ojo del huracán como corresponsables de la grave crisis que padece la economía occidental. Estas entidades han errado claramente al valorar el riesgo de algunos activos, han ahondado los problemas con sus valoraciones tardías sobre la solvencia de los emisores, no son transparentes sobre los métodos que utilizan para puntuar y gestionan la comunicación de sus opiniones y veredictos sin control.
Pese a todo ello, son imprescindibles en el mundo de la globalización del dinero. Estas son las conclusiones del informe sobre el funcionamiento de estas entidades calificadoras elaborado por varios expertos y editado por la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas).
El polémico y esencial papel que juegan las agencias de calificación en el mundo financiero actual debería cambiar de forma radical. En primer lugar, tendría que producirse cierta desvinculación de la economía respecto de sus opiniones, de tal manera que las notas que otorgan fueran mucho más espaciadas, sencillas y transparentes.
“Ahora mismo, sus sistemas de evaluación del riesgo son enormemente complejos y opacos y no tenemos pruebas o contraste de que las notas de calificación que dan sean fiables, pero todos seguimos creyendo en ellas”, afirma José Antonio Trujillo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y de la de Minnessota en Estados Unidos, uno de los participantes en el número monográfico elaborado por Funcas.
El contraste de la certeza de una calificación sólo se puede determinar cuando una emisión es fallida. Y en Europa, los fallidos acumulados rondan sólo el 1% de los casos, añade Trujillo.
Simplificar valoración
Para este experto, tampoco tiene sentido afinar tanto en distintas categorías de solvencia para valorar una emisión determinada cuando el método de evaluación se sustenta en gran medida en opiniones subjetivas sobre la evolución de ese activo y los factores que lo condicionan.
El propio Banco Central Europeo (BCE) ha decidido simplificar las categorías de activos que está dispuesto a aceptar como colateral en las operaciones de financiación a la banca europea. Consciente de que no tiene sentido hacer categorizaciones tan afinadas.
Estos expertos también piden que se controle seriamente cómo y cuándo dan información las agencias sobre los emisores y el tipo de activo que emiten. Ahora mismo, lo hacen cuando quieren y como quieren, con efectos brutales sobre el valor y las expectativas de esos activos y del mercado. Este sistema puede dar pie a la especulación y al uso de información privilegiada.
Oportunismo y prociclicidad
En el debe sobre el papel de las agencias también aparece el oportunismo de las calificaciones y el que sean procíclicas. Es decir, que acentúan la tendencia negativa en la evolución de un emisor o de una economía porque son opiniones a posteriori que al conocerse ahondan los problemas detectados. Con el ciclo al alza, ocurre lo mismo pero en sentido contrario y expansivo, por lo que fomentan las burbujas.
Los expertos de Funcas rechazan que la solución pase por crear agencias públicas europeas que compiten con las privadas. Afirman que esta solución no aportaría nada.
Consideran más útil que se produzca un mayor control de su actividad y que haya autorregulación por su parte a la hora de establecer cuándo deben informar sobre algún emisor y en qué canales. Con el objetivo de que sea predecible, al igual que ocurre con la información macroeconómica de las Administraciones o con la financiera que emiten las sociedades cotizadas.
Pese a su cuestionada función, si no existieran estas agencias, habría que crearlas, en palabras de Carlos Ocaña, el director general de Funcas. Santiago Carbó, directivo de la fundación de las cajas, y Trujillo coinciden al afirmar que su existencia ha permitido la globalización del capital y de la economía. Hacen posible con su valoración de los riesgos que inversores de Singapur, por ejemplo, financien hipotecas que se conceden en España o Florida.