El empresariado catalán se resigna tras ‘perder’ la fábrica de baterías: «Es solo una más»
El sector recuerda que la automoción es clave para la industria catalana y pide al Govern que acelere la captación de inversión. "Más después de haber perdido a Nissan", advierten
No por esperada, la asignación de la fábrica de baterías a la Comunidad Valenciana dejó de constatar la distancia entre el empresariado catalán y la Generalitat. En las últimas semanas eran muchas las fuentes que admitían en privado que la candidatura del Govern había llegado tarde a la carrera por hacerse con la instalación, pero fue Matías Carnero, miembro del comité de supervisión de Volkswagen y presidente del comité de empresa de Seat, el que lo afirmó públicamente. Las palabras no sorprendieron a la industria del territorio, que hace meses que lamentan el «amateurismo económico» de la administración.
La planta de baterías se erigió como el primer gran proyecto icónico a financiar con los fondos europeos Next Generation EU y tras casi un año de negociaciones finalmente se instalará en Sagunto (Valencia). El presidente valenciano, Ximo Puig, se llevó el gato al agua. «Supone avanzar de manera decisiva hacia un hecho histórico», celebró el pasado miércoles.
La no adjudicación de la planta «es solo una muestra más» de que Cataluña pierde pistonada en la carrera económica, es el lamento más recurrente desde entonces entre el empresariado catalán. Tanto fuentes patronales como voces del sector de la automoción piden al Ejecutivo que acelere en la captación de inversión internacional ante la pujanza de territorios como la misma Valencia o Málaga. «Hay que cuidar al capital extranjero, porque hoy en día se puede ubicar prácticamente donde quiera», avisan en la industria.
A pesar de las críticas, cabe recordar que la fábrica de Seat en Martorell recibirá 3.000 millones de los 7.000 millones que Volkswagen destinará en su plan para electrificar su red de plantas. El territorio también sumará la planta de ensamblaje y el reciclado de las celdas elaboradas en Valencia. Probablemente se instalará en el centro de Seat en la Zona Franca de Barcelona. Contará también con el centro de diseño de baterías, el único que el grupo tendrá de estas características en el sur de Europa.
Sin embargo, la Generalitat ofreció al conglomerado alemán terrenos en Lleida y Tarragona después de comprobar rápidamente que la fábrica no cabía en la antigua planta de Nissan en Zona Franca. Su opción ni siquiera se planteó; cuando la administración catalana entró en juego el procedimiento ya estaba demasiado avanzado.
Así lo aseguró Matías Carnero, presidente del comité de empresa de Seat y miembro del comité de supervisión de Volkswagen. «Cataluña llegó tarde al proceso para captar la fábrica de baterías». Cuando el Govern que encabeza Pere Aragonès quiso seducir al proyecto, el partido ya se disputaba solamente entre otras tres regiones: la Comunidad Valenciana, Aragón y Extremadura.
El Govern se movió tarde, cuando las propuestas de Aragón, Comunidad Valenciana y Extremadura ya tenían los detalles mucho más avanzados que los bocetos presentados por la Generalitat. El Ejecutivo ya no iba a hacer marcha atrás.
La importancia del automóvil
«Si el automóvil se resfría, la industria de Cataluña tiene un problemón», resume un alto directivo del sector. Y tras el cierre de Nissan en Zona Franca, cuidar a Seat y sus proveedores se antoja clave para mantener la salud del sector en el territorio. «Hay cosas que no se deberían haber permitido jamás», dice quien todavía recuerda el plantón de la Generalitat a la visita que el Rey hizo a la fábrica de Seat en Martorell hace casi un año.
Fue el capítulo más mediático de tensión con la industria. Junto al monarca estuvieron el presidente, Pedro Sánchez, y el consejero delegado de Volkswagen AG, Herbert Diess. Nadie de la Generalitat, que durante unas horas pensó en enviar a algún cargo intermedio pero que finalmente se desdijo. «El hecho de que no viniera nadie molestó y mucho. Se entiende de que nos estamos jugando la industria del país, hay que cerrar filas», dice una fuente.
Otra confirma el enfado, aunque por otra razón: «Si no se querían hacer la foto, que no se la hagan, pero lo importante de ese día era establecer un contacto directo con los ejecutivos más importantes del grupo Volkswagen. Y perdieron la oportunidad», explica. El malestar ha sido trasladado personalmente al president Pere Aragonés.
Sí que es cierto que al poco de tomar el cargo, el conseller d’Empresa, Roger Torrent, visitó la planta catalana para acercar posturas con la marca.