El empresariado catalán se juega hoy retomar el control de la CEOE

ESPECIAL ELECCIONES EN FOMENT DEL TREBALL

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Hoy hay elecciones a la presidencia y a la junta directiva de Foment del Treball, la histórica patronal nacida de la revolución industrial en el sector textil catalán y evolucionada a lo largo de tres siglos en un lobby de presión empresarial. Juan Rosell, el actual presidente, y Joaquim Boixareu, empresario metalúrgico de corte nacionalista, se disputan el liderazgo en unas votaciones que resolverán más de una incógnita. Por un lado, cuál es el estado de los equilibrios entre dos modelos políticos del empresariado catalán: uno de perfil conservador-liberal, pragmático y pactista; otro, impulsado por el nacionalismo político y sustentado en un modelo empresarial familiar en segundas generaciones, que intenta recuperar espacio social anticipando un eventual cambio político en las próximas elecciones autonómicas. Pero no será el único de los asuntos que dilucidarán estas elecciones: el empresariado catalán, históricamente atomizado (heredero de las disputas entre metalurgia y textil), se juega el ser o no ser en Madrid. Es decir, su capacidad para recuperar el control de la CEOE, un invento tardofranquista, urdido en Barcelona y liderado por Carlos Ferrer Salat, que fue su primer presidente.

En las últimas horas, los dos candidatos, sus apoyos y afines han utilizado todos los recursos mediáticos a su alcance para cantar las excelencias de sus respectivas opciones. La victoria de Rosell, que a tenor de los avales presentados y de su posición de actual primer dirigente parece el final más probable, daría alas al sanedrín empresarial barcelonés para aprovechar la debilidad de Gerardo Díaz Ferrán, actual presidente de la CEOE, y establecer una base permanente en Madrid, la capital donde se legisla para las empresas, donde se establecen los grandes negocios y donde, tras el debate estatutario y la opa de Gas Natural sobre Endesa, todo lo que huela a catalán presenta un hándicap estructural.

Posibilidades cercenadas

Una victoria débil de Rosell o que Boixareu se alzara con la presidencia de Foment eliminaría de cuajo cualquier posibilidad de recuperar el espíritu Ferrer Salat. Las posibilidades para que el actual presidente del Foment se convierta en el abanderado del empresariado español pasan, en primer lugar, por presentar una tarjeta de visita limpia en Madrid. Así lo admite el propio Rosell y cualquiera de sus colaboradores cercanos.

De hecho, el principal candidato a la sucesión de Díaz Ferrán lleva semanas en doble campaña electoral. Una vez conozca el resultado de las votaciones en Foment, apenas dispone de 48 horas para maniobrar de tal suerte que en vez de convocar unas nuevas elecciones en la CEOE, Díaz Ferrán decida finalmente que sean sus 21 vicepresidentes quienes, entre ellos, decidan quién será su sucesor. En ese escenario, Rosell no contaría apenas con rivales de entidad. Entre otras razones, porque mientras Díaz Ferrán tenga una palabra que decir o un hilo que mover dentro de la organización, impedirá con todas sus fuerzas que algunos empresarios que se han postulado para sucederle tengan el mínimo éxito. Santiago Herrero, el líder del empresariado andaluz, sería el principal damnificado.

Apoyo de los grandes grupos

Rosell cuenta ya con apoyos explícitos para ser el caballero blanco de la renovación de la CEOE. Además de algunas grandes organizaciones sectoriales, las grandes empresas apuestan por su figura. Entre otras, el entorno industrial y financiero de La Caixa, uno de sus grandes avales. Sólo la convocatoria de unas elecciones a la CEOE pueden retrasar ahora un proceso de relevo que está prácticamente dibujado por quienes cuentan en Madrid con el lápiz decisorio. Incluso Arturo Fernández, presidente de la madrileña CEIM y cuñado del presidente saliente, estaría dispuesto a dar apoyo a la opción catalana a cambio de un buen escalón en el podio resultante.

La victoria de Boixareu en Catalunya, aunque improbable, haría difícil cualquier opción catalana. Su campaña electoral ha estado llena de reproches a la actual dirección de la CEOE y esa es una factura que el entorno del presidente haría pagar en términos de ostracismo temporal. Boixareu y su equipo tampoco son conocedores de los entresijos de la gran patronal española donde Rosell y su escudero Joan Gaspart han cursado ya varios másters durante años. El giro nacionalista y reivindicativo sería el tercer elemento que haría difícil el encaje con una patronal española muy próxima a los postulados del PP y donde figuras como Esperanza Aguirre tienen un gran predicamente.

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