Colau gana la batalla: Barcelona se convierte en la ciudad española que pierde más turismo
La capital catalana es el destino vacacional y urbano más castigado por la pandemia, con menos hoteles abiertos y fuertes pérdidas
Ada Colau se ha convertido en la bestia negra del sector turístico al implantar una moratoria hotelera, poner luego en marcha un plan urbanístico con el que vetaba de facto los nuevos hoteles en el centro, imponer una tasa a las pernoctaciones, entrar en guerra contra Airbnb y oponerse al proyecto de ampliación del aeropuerto de El Prat con la excusa de que traería turismo masivo.
Su plan estaba claro desde el principio: acabar con el turismo, con la masificación de la capital catalana. Y ahora lo está consiguiendo, aunque sea con ayuda de la pandemia. En 2021, Barcelona fue el destino vacacional y urbano español más penalizado por la escasa llegada de extranjeros y el menor volumen de turismo de negocios, lo que hace que sea la capital española con mayor caída de facturación hotelera.
Así lo ponen de relieve los datos aportados por las asociaciones y patronales turísticas para hacer balance del último año. En concreto, Exceltur señala que los territorios más dependientes de la demanda internacional y de largo radio cierran el año con la mayor caída de ventas, siendo Cataluña la región más afectada con una caída del 57,7% respecto a 2019.
Lo mismo ocurre con los destinos vacacionales de la costa española donde hay un mayor peso de demanda extranjera, que han sufrido la baja actividad del verano. Aquí también la costa de Barcelona fue la más penalizada con una caída de ingresos hoteleros del 75% respecto al último año antes de la pandemia.
Asimismo, 2021 cierra con un deterioro turístico de las grandes ciudades con mayor volumen de turismo de negocio y dependientes de la demanda de largo radio. Así, las principales ciudades españolas terminaron el ejercicio con fuertes caídas de ingresos y parte de su capacidad alojativa aún cerrada, “especialmente en el caso de Barcelona”, indica la asociación.
Barcelona tenía en noviembre (según los últimos datos disponibles) 11.000 plazas hoteleras menos abiertas de lo habitual, esto es un 13% menos que en 2019. Por ello, la caída de ingresos ha sido la más notable entre el resto de ciudades del país, cercana al 74%, tanto por los cierres territoriales intermitentes, como por el descenso de la llegada de turistas extranjeros, la ausencia casi total de larga distancia y la sustitución de negocios por las nuevas alternativas de reunión telemáticas.
Incluso desde la Confederación Española de Hoteles (CEHAT) señalan que en España, el RevPar (los ingresos por habitación) está camino de alcanzar los niveles de 2019, y que los precios ya son similares, pero de nuevo, el más alejado de esta media es Barcelona. De cara a 2022 y según los datos que manejan de reservas, se observa que esta ciudad “seguirá sufriendo”, aunque prevén que empiece a recuperar ritmo a partir de marzo.
La guerra de Colau al turismo
Desde que Ada Colau llegó a la alcaldía ha tenido el propósito de revertir la situación de su ciudad con respecto al turismo, de hecho, en ese momento declaró que el aumento de turistas estaba haciendo la ciudad inhabitable para sus residentes y al poco tiempo de llegar al poder, puso en marcha su medida “estrella”. Una moratoria de nuevas licencias hoteleras y pisos turísticos con la que pretendía asegurar que Barcelona “no acababa como Venecia'». Su plan urbanístico, que no permitía abrir nuevos hoteles en el centro, ha estado vigente hasta mayo del año pasado cuando lo justicia tumbó.
Con el propósito de «hacer más sostenible» el turismo en la ciudad, Colau entró en guerra con Airbnb y otras plataformas similares, exigiendo licencia profesional a todos los pisos que se anunciaran como alquiler turístico. Quienes no lo han hecho, recibieron y siguen recibiendo multas.
Después llegó la tasa turística. Ya existía antes de su llegada, pero la ha ido subiendo progresivamente, provocando, claro está, el enfado de todos los empresarios hoteleros. También la ha subido en 2021 pese a que – como se ha visto en los datos- no había turistas, y seguirá subiendo hasta 2024, de momento.
Una de las últimas polémicas protagonizadas por la alcaldesa de Barcelona ha sido la ampliación del aeropuerto de El Prat, al que se ha negado en cada reunión con Aena hasta que consiguió paralizar las negociaciones hasta 2026. Se esperaba un impacto económico de 5.000 millones de euros, solo durante el proceso de construcción. Pero Colau defendía que el proyecto es “incompatible” con la lucha contra el cambio climático, ya que aumenta las emisiones en lugar de reducirlas.