Caixabank, ganadora de una fusión que da una vía de escape al Estado
El banco que lidera Gonzalo Gortázar integrará una entidad saneada y con una reserva de capital casi suficiente para pagar toda la reestructuración
El coronavirus ha querido que el trabajo que José Ignacio Goirigolzarri, José Sevilla y todo el equipo de Bankia han llevado a cabo a lo largo de los últimos años lo acabe disfrutando Caixabank a cambio de una puerta de salida rápida para el FROB y para el Estado español.
Con el gasto y los ingresos públicos golpeados por los efectos de la pandemia, la absorción de Bankia por parte de Caixabank permitirá al Fondo de Reestructuración contar con una vía para deshacer su participación en bolsa sin demasiados problemas (colocar un 60% del capital es mucho más complicado); jugando la carta que si el año que viene el Covid-19 da una tregua, igual puede vender a mejor precio, y apuntándose el tanto de cara a Europa de que España es vanguardista en materia de integraciones en el sector financiero.
El problema del PSOE será ahora montar el relato y convencer a la opinión pública –a Unidas Podemos parece que será más difícil– de que la operación realmente es positiva para los contribuyentes. Con una fusión por absorción como la que se anticipa, el dinero no entrará directamente al erario público, sino que recibiría papelitos de un nuevo banco.
El último episodio de La Plaza analiza la fusión de Caixabank y Bankia
No sin ironía, algunas fuentes tienen claro el futuro argumentario del Gobierno: «la culpa no es del Ejecutivo de coalición, que ha encontrado una salida digna a un problema que se arrastra desde hace años y en una situación desesperada, sino de quien aprobó el rescate, que fue el Partido Popular».
El discurso exculpatorio del Gobierno
Aunque se espera que Caixabank trate de reforzar el discurso de Moncloa y ofrezca una prima por Bankia, -como poco el mercado espera que el Estado se quede con un 15% del capital-, parece irremediable que una parte importante de los 24.000 millones que fue recibiendo el banco a lo largo de 2012 y 2013 no se recuperen. Por muy interesada que está Caixabank -o Isidro Fainé– en la adquisición, ningún analista o fondo de inversión les consentiría tirar el dinero en una fusión y más con la crisis soplando en la nuca.
Tras el estirón de ambos en bolsa este viernes, un 15% del capital del nuevo banco estaría valorado en 1.856 millones. Si el Estado lo que quiere es coger el dinero y correr en cuanto la operación se cierre, con esa valoración y esa participación, solo se habrán recuperado 5.160 millones. Incluso así, no se espera que el FROB se mantenga por mucho tiempo en el capital de la nueva Caixabank si se aprueba la operación.
Con las cuentas públicas tan dañadas, parecería extraño que su compromiso de permanencia si se firma la integración se prolongue mucho más allá de lo imprescindible. Cinco Días adelantaba este viernes que el proyecto de fusión podría ver la luz el próximo 13 de septiembre en otro nuevo consejo de administración.
La propia Bankia ha alimentado la posibilidad de un acuerdo rápido al modificar la información remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en la que confirmaba las conversaciones. En la medianoche del jueves, apuntaba que los contactos eran «preliminares»; la mañana del viernes, retiraba lo de «preliminares» tras consultarlo con la almohada.
Esta corrección da que pensar que las conversaciones fuera del consejo y entre accionistas -Isidro Fainé y el propio Gobierno- serían las que realmente habrían movido los hilos del acuerdo. Expansión apunta que la interacción inicial habría sido entre Fainé y el presidente del FROB, Jaime Ponce. Sin embargo, hay voces que defienden que las conversaciones han sido directas entre Isidro Fainé y Pedro Sánchez.
Es llamativo que Gonzalo Gortázar se inhibiera de la reunión de Pedro Sánchez con empresarios el pasado 31 de agosto. Es cierto que Gortázar es solo consejero delegado, pero es quien copa las funciones ejecutivas que comparten otros tres presidentes de la banca que sí estaban presentes –Ana Botín, José Ignacio Goirigolzarri y Carlos Torres-. Sin embargo, en la conferencia marketiniana del presidente del Gobierno no faltó Isidro Fainé, que casi podía rozar a Pablo Iglesias durante el acto, en su condición de presidente de la Fundación La Caixa.
Gonzalo Gortázar, ausente en la foto de los banqueros en la cita con Sánchez
La nueva Caixabank recibe 800 millones en capital de Bankia
Los tipos de interés negativos y la Covid dejan a Bankia con el mal sabor de boca de fusionarse sin poder cumplir con su plan estratégico, que cierra este 2020. En él, se comprometía a devolver 2.500 millones a sus accionistas vía dividendos en tres años con el gancho del reparto de un pago extraordinario con cargo al exceso de capital, valorado en unos 800 millones, que no saldrá ya del banco.
Con los dividendos en efectivo suspendidos por el BCE ante la crisis del coronavirus, esta reserva -si no se pacta lo contrario- esos ahorros pasarán a manos de Caixabank, que tendrá mucho más fácil financiar el plan de reestructuración que se prevé que acompañe a la fusión, sin que los accionistas de Bankia puedan recibir como recompensa el capital generado por la entidad a lo largo de los últimos años.
El futuro ERE del nuevo grupo podría ser un tema controvertido, porque puede conllevar la salida de una parte relevante de la plantilla y el cierre de muchas oficinas, no sólo para adaptarse a la digitalización, sino también para eliminar las duplicidades y revisar la red en zonas en los que ambos bancos explotan está muy presentes, como la Comunidad Valenciana o Madrid.
Comisiones Obreras ya ha exigido que el ajuste se produzca de forma voluntaria y parece probable que, siguiendo la línea del último expediente de regulación de empleo de Caixabank, se impulsen las salidas voluntarias y las prejubilaciones. Para que se pueda llevar a cabo, el Gobierno podría tener que cerrar los ojos ante las jubilaciones adelantadas de bastantes trabajadores, aparcando sus objetivos de ampliar la edad efectiva de jubilación al menos por el momento.
Con el capital que aporta Bankia y con las modificaciones aprobadas este verano para facilitar las fusiones por el BCE, Caixabank se asegura esquivar a corto plazo una ampliación de capital. El supervisor permite desde el verano diluir los costes de las reestructuraciones en varios años cuando se produzca una fusión; ante la reticencia de las entidades financieras a pedir dinero al mercado cuando las cotizaciones están hundidas.
La obligación de afrontar una ampliación estuvo detrás del fracaso de la integración de Unicaja y Liberbank, porque complicó las negociaciones sobre la ecuación de canje.
Gracias a la fusión con la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri, el coste medio de la indemnización del nuevo grupo bajará significativamente; ya que en el caso de Bankia es casi cuatro veces inferior.
Así, Barclays calcula que mientras que para Caixabank el coste de reestructuración por empleado es de 453.408 euros; en el caso de Bankia baja a 182.215 euros. Eso provoca que con Bankia sea más rápido rentabilizar un programa de cierre de oficinas. En concreto, Barclays calcula que en un año y medio sería capaz de recuperar el coste de clausurar un 10% de su red; un plazo que en el caso de Caixabank se amplía a cerca de dos años y medio.
¿Tándem Goirigolzarri-Gortázar?
El reparto de la cúpula del banco se da casi por hecho. Gonzalo Gortázar se mantendrá como consejero delegado, mientras que José Ignacio Goirigolzarri será presidente (si él quiere) en sustitución de Jordi Gual; es decir, sin funciones ejecutivas.
Un reparto que seguro que gusta a los periodistas: que en caso contrario extrañarán el «tra, tra» de Goiri al emular a Rosalía durante la presentación de los resultados anuales del que se perfila como el mayor banco español de aquí en adelante; o hasta que otra fusión diga lo contrario. S&P Global ya anticipaba este viernes que no descartaba que esta integración no fuera la única dentro del mercado español.
La de BBVA y Banco Sabadell es una de las que aparece siempre en las quinielas.