Colau agota el superávit histórico de Barcelona y pierde 194 millones en cuatro años
La pandemia y la suspensión del techo de gasto disparan el déficit fiscal de la ciudad
El Ayuntamiento de Barcelona acumula un déficit público de 194 millones de euros en el último mandato del ejecutivo de Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona ha roto la tradición del consistorio catalán de cerrar sus cuentas en números positivos en una legislatura marcada por la pandemia y la suspensión de las reglas fiscales que ha disparado el gasto público de las administraciones locales, según las cuentas municipales de los últimos cuatro ejercicios.
En los últimos 15 años, Barcelona solamente ha cerrado seis ejercicios en números rojos. La crisis financiera derivada de la burbuja inmobiliaria de 2008 generó un déficit histórico de casi 800 millones de euros en 2009, 2010 y 2011, cuando el consistorio estaba encabezado por el socialista Jordi Hereu.
Desde entonces, las cuentas municipales habían cerrado con superávits que van desde la amplia cifra de 139,3 millones de euros conseguidos por el ejecutivo convergente de Xavier Trias en 2013, hasta los estrechos 1,7 millones de euros alcanzados por Colau en su segundo año al frente de la ciudad. Sin embargo, la dinámica positiva se perdió en 2020, cuando el consistorio cerró el año con un déficit de 49,2 millones de euros.
La alcaldesa finalizó 2019, el primer año de su segunda legislatura, con un superávit de 64 millones de euros, pero en el primer año de la pandemia el gobierno municipal incrementó el gasto público en un 4%, mientras que mantuvo ingresos constantes, lo que le generó el primer desequilibrio fiscal en casi una década. El año siguiente se mantuvo la misma tónica, lo que le reportó unas pérdidas a las arcas municipales de 64,6 millones de euros.
Remanentes de 161M en 2020
Esta cifra se dobló en 2022, cuando el ayuntamiento cerró el año con un déficit de casi 145 millones de euros, una cifra que, sin embargo, es menor a los 150 millones previstos por el ejecutivo de Barcelona en Comú. El inicio del desequilibrio fiscal coincide con la aprobación del Consejo de Ministros en 2020 de la suspensión del techo de gasto, que permite a las administraciones locales financiar inversiones y gastos con el superávit de 2019. En ese momento, el consistorio barcelonés anunció que tenía acumulado unos 161 millones de euros en remanentes de tesorería, que quería utilizar para hacer frente a la pandemia.
El aumento del gusto público le ha valido a Barcelona un toque de atención por parte de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). En un reciente informe, el organismo avisa de que Barcelona ha gastado un 20% más en los últimos dos años y alerta que podría incurrir en déficit en 2023.
La AIReF le requiere a la capital catalana -y a cuatro grandes ayuntamientos más, incluyendo el de Madrid-, un análisis de los aumentos de gasto según un modelo que le deben enviar y les precisa que efectuará un seguimiento de la evolución del gasto en 2023. También les recomienda que eviten tanto nuevos incrementos de desembolsos públicos como nuevas bajadas de ingresos con carácter estructural y cuya financiación permanente «no esté garantizada». Barcelona aprobó su presupuesto de 2023, el más elevado de su historia, a finales de diciembre.
La liquidación del presupuesto de 2022 sitúa a la ciudad en una deuda púbica de 847 millones de euros, un tercio de sus ingresos. Desde que entró en el consistorio en 2015, Barcelona en Comú ha mantenido una deuda constante de alrededor de los 800 millones de euros.
En los últimos tres años, ha reiniciado una tendencia al alza, con un incremento del 8% en comparación con los 799 millones del pasivo en 2019. El aumento se debe, básicamente, a la suma de nuevos préstamos a corto plazo con entidades bancarias: unos 94 millones de euros entre estos años.