La caída del Popular es tan honda como el primer golpe del brexit
Banco Popular cae el -18% porque los inversores ven reducida la posibilidad de ganar sobreprimas tras una posible venta del grupo
Banco Popular se desplomó este jueves en bolsa un -18%. El deterioro está entre los mayores registrados en la historia bursátil española y sólo lo superan los primeros impactos que encajaron Banco Santander y el Sabadell tras ganar el brexit en 2016. La factura fue entonces del -20%, de media. Antes, el peor registro lo rubricó el banco de Ana Botín. En 2015 se dejó el -14,7% por una ampliación de capital de 7.500 millones. Hay que remontar las estadísticas hasta 1998 para encontrar un agujero más oscuro en la banca española.
El problema con el Popular, bajo batuta de Emilio Saracho, es que ese -18% se añade a una depreciación constante que empuja a los títulos hacia el horizonte de los 50 céntimos por acción. Dicho de otro modo, el valor que los mercados dan a la franquicia es de apenas 2.200 millones. Este jueves cambiaron de manos el equivalente al 15% del capital del banco.
Tal hundimiento tiene dos explicaciones, aunque íntimamente relacionadas. La primera pasa por la actividad de los inversores a corto, los llamados «especuladores», y la inacción del regulador bursátil. La CNMV lejos de la vigilancia de antaño, considera que “el mercado debe actuar en solitario”. Los ahorros de los pequeños inversores que acudieron, por ejemplo, a la última ampliación de capital se diluyen entre los dedos ante unos supervisores anodinos y unos inversores hambrientos de sobreprimas, que este jueves toparon con la realidad.
Crisis bursátil del Popular: los inversores notan que no se aprovecharán de la venta del grupo
Ello entronca con el segundo motivo que justifica el -18%: es el escenario más severo para el futuro del banco. El mercado da por descontado que ningún comprador está dispuesto a pagar un precio competitivo por Banco Popular. La terna de postores quedó reducida al Santander hace días con las opciones de Caixabank y BBVA absolutamente descartadas. Al menos, en las actuales condiciones.
Esta posibilidad, la ausencia de postores valientes, la alimenta que el propio banco decidiera este miércoles ampliar la fecha del 10 de junio para recibir ofertas, como avanzó en exclusiva Economía Digital el domingo, y que Reuters publicara con los primeros minutos de sesión que el Banco Central Europeo y la Autoridad Bancaria Europea consideran la liquidación ordenada de la entidad. La información, sin embargo, fue desmentida por funcionarios europeos.
Los analistas consultados por Economía Digital redundan en que los inversores reaccionaron con más frialdad al anuncio del banco sobre la prórroga temporal que ante las informaciones relativas a una posible quiebra ordenada. Que Banco Popular reconociera que tomará más tiempo delata que la venta se plantea a un precio poco competitivo. Por tanto, apenas habrá sobreprima para los accionistas.
Los inversores a corto decidieron retirarse este jueves ante tal evidencia y abrir así una vía de agua difícil de achicar. Atisban la opción de una ampliación de capital que suscribirían un grupo selecto de inversores y que, quizá, ya esté atada.