¿Bajar impuestos? España no se lo puede permitir
Los expertos consideran que la propuesta de Montoro no es viable y que “durante años” la presión fiscal se mantendrá
Mitos. Relatos. El pensamiento económico traza sus leyes, que se cumplen cuando entran en juego otros muchos condicionantes. En el caso de España, el mito sigue vivo. En el primer mandato de José María Aznar en el Gobierno español, la bajada de impuestos provocó un crecimiento económico nunca visto. Pero no fue tan simple. Bajó el IRFP y se incrementaron los impuestos indirectos.
En cualquier caso, el Gobierno del PP, bajo el mandato de Mariano Rajoy, no ha podido esta vez ni intentarlo. Al revés. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se vio en la necesidad de subir el IRPF y el IVA. Y ahora trata de buscar una salida que contente a los electores del PP y, en general, a todos los ciudadanos españoles que creen que la carga fiscal es excesiva. ¿Pero podrá acometer realmente esa rebaja de impuestos que ha prometido?
Impuestos directos o indirectos
Montoro ha anunciado que el Gobierno disminuirá los tramos del IRPF, que pasarán de siete a cinco, reduciendo su progresividad. Y que la rebaja afectará a todos los contribuyentes, aunque especialmente para las familias numerosas y a aquellas con miembros con discapacidad. De la misma forma, se rebajará el tipo nominal de gravamen del Impuesto de Sociedades para las empresas.
¿Pero qué dicen los números, de qué magnitudes hablamos?
Como ocurrió con la etapa de Aznar, el PP es consciente de que lo que rebaje lo deberá compensar por otro lado. Es decir, menos impuestos directos, pero más indirectos. Aunque esa decisión, en 2015, el año de las elecciones generales, que es cuando se desea aplicar la reforma fiscal, podría dar la imagen a los ciudadanos de que, por fin, se ha querido disminuir la carga fiscal.
30.000 millones más en impuestos
En 2015, esa posible rebaja del IRPF y de sociedades, se acompañará de una subida de los impuestos medioambientales y especiales. Para el contribuyente podría suponer un ahorro de unos 2.000 millones de euros. Algo es algo, teniendo en cuenta que el Gobierno de Mariano Rajoy –la situación le ha obligado, aunque podía haber recurrido a más alternativas, según los expertos—ha subido impuestos en los dos últimos años por una cantidad de 30.000 millones, como refleja el programa de estabilidad 2014-2017 que se envió a Bruselas.
Se trata de un aumento en impuestos que equivale al 2,76% del PIB. ¡No está mal!
Es decir, desde que Rajoy es presidente, en diciembre de 2011, el Ejecutivo español ha aprobado más de medio centenar de normas sobre el IRPF, Sociedades, IVA, IBI o impuestos especiales.
Y, pese a todo, las cuentas no se pueden cuadrar.
El déficit no se reduce solo
Lo apunta Francisco de la Torre, inspector de Hacienda, obsesivo con los datos, autor de ¿Hacienda somos todos? (Debate, 2014), una obra en la que disecciona el sistema fiscal español. “Hay que recordar que el déficit para 2014 fijado por Bruselas es del 5,8%, que es posible que se alcance, pero en 2015 es del 4,2%, y en 2016 del 2,8%, y el déficit no se reduce solo”.
¿Qué quiere decir? Que España no se puede permitir una rebaja de impuestos, “porque debería, en ese caso, acometer un drástico recorte del gasto público, que tampoco parece posible, por lo que los impuestos altos los deberemos asumir durante años”.
El sector exterior no compensa
Los expertos entienden que España ha hecho un enorme esfuerzo en su sistema productivo en los últimos años. E, incluso, algunos destacan que no es cosa de hace dos días. Antón Costas, presidente del Cercle d’Economia, recuerda que “desde el año 2000, las empresas españolas están demostrando una enorme competitividad”. Y es que las ratios de exportación por países, deja a España en un lugar privilegiado, ganando de forma progresiva cuotas de mercado, muy por encima de países aparentemente con más potencialidad como Francia, y comparables a Alemania.
Pero ese esfuerzo, como considera De la Torre, a efectos de ingresos del Estado, no incidirán como se pudiera pensar. “Las empresas que exportan, la potencia del sector exterior, que es muy positiva, no implica que paguen impuestos en España, y, por tanto, no serán determinantes en los ingresos. Lo que realmente interesa es generar actividad económica interna, es el consumo interno, eso genera ingresos, y, por ahora, no se prevé un gran crecimiento”, asegura.
Ese es el punto que Montoro no concreta con su reforma fiscal.
Poca recaudación
Guillem López-Casasnovas, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra, y consejero del Banco de España, insiste en esa falta, todavía, de dinamismo económico, que dificulta cualquier posible rebaja de impuestos. “Yo no veo la recuperación económica con suficiente músculo, al menos de momento, para encajar una rebaja fiscal en el IRPF, no cuestiono la medida, sino el momento”.
Esa afirmación es determinante. Bajar impuestos puede ser una medida efectiva, y deseada, pero debería ir acompañada de un gran debate en España sobre qué modelo de sociedad de futuro los españoles se pueden permitir. De la Torre insiste en eso. Pero, en cualquier caso, “ahora no sería el momento de plantear una bajada de impuestos”.
López Casasnovas precisa: “El efecto de reducción no creo que anime a que emerjan más bases tributarias para aumentar la capacidad recaudatoria del impuesto sobre la renta, ciertamente puede incentivar algo el consumo, de aquellos precisamente con menos capacidad adquisitiva neta hoy de impuestos, y en cierta medida recuperar algo la recaudación por el IVA con tipos ahora más altos”.
La razón electoral
Pero que Montoro plantee esa reforma en 2015, sólo puede provocar, por ahora, un gran escepticismo, al ser un año electoral, lo que, de nuevo, empaña un debate serio sobre la fiscalidad en España.
López Casasnovas incide en ello: “De todos modos por desgracia en este país los anuncios de cambios fiscales se han convertido en ejercicios de marketing, y siendo benévolos en desiderata políticos, por lo que han de ser juzgados de este modo, y si ya no es fiable para la ciudadanía lo que dice un partido en su programa electoral, imagínese el caso que puede hacer una analista a una declaración en época de campaña electoral”.
El Gobierno del PP busca cómo cuadrar los presupuestos, consciente de que la presión de la Comisión Europea se mantendrá, aunque la rebaja de la prima de riesgo permite una financiación de la deuda más cómoda.
Menos gente declarando impuestos
Pero es que el problema de fondo no se atiende. Lo explica con contundencia Francisco de la Torre. “El problema no es tanto que los impuestos sean más o menos progresivos, o que los tipos sean bajos, aunque, de hecho, son bastantes altos para los que lo pagan. Es problema es que los grandes impuestos cada vez tienen menos bases imponibles”.
Este inspector de Hacienda, claro, mira según su interés, pero los datos, que él mismo ha sintetizado, obligan a una reacción inmediata de la clase política, porque los grandes impuestos “cada vez gravan menos parte de la actividad económica”, lo que invita a pensar que «el fraude fiscal es el gran escollo de la economía española”.
Y es que la división entre la suma de bases del IRPF, de Sociedades, IVA, e impuestos especiales y el PIB constata una caída espectacular. En 2013 ese cociente es del 105% sobre el PIB, por debajo del 115% del 2000, y muy por debajo del 125% de 2006.
Es decir, hay menos gente que declara impuestos, y el descenso de la actividad económica no explica esos datos. El descenso no es proporcional a ese descenso de la actividad.
Por todo ello, los expertos concluyen, que, en todo caso, bajar impuestos ahora no es un lujo que España se pueda permitir.