Alemania se plantea desvincular el gas del precio de la luz para evitar una escalada de precios

El Gobierno alemán rompería con su principio defendido hasta ahora de vincular el precio del gas al de la electricidad

Robert Habeck, ministro federal de Economía y Protección del Clima de Alemania

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El Gobierno alemán se plantea, a medio plazo, desvincular el precio del gas y de la electricidad para evitar que, en caso de un repunte de precios, se contagien entre sí y en el marco de una reforma del mercado energético.

La propuesta forma parte de un plan que está analizando el Ministerio de Energía y Protección del Clima, dirigido por Robert Habeck, para acelerar la reducción de la dependencia alemana de Rusia con alternativas al gas ruso.

Según el diario económico «Handelsblatt», se trata de un plan a medio plazo que rompería con el principio, defendido hasta ahora por Alemania entre otros países europeos, de vincular el precio del gas al de la electricidad.

A Habeck, con rango de vicecanciller en el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales del canciller Olaf Scholz, le corresponde llevar adelante la transición hacia una energía verde y, a la vez, cortar con la dependencia energética respecto a Rusia.

Rusia importa un 15% de gas a Alemania

En febrero, con el inicio de la invasión rusa de Ucrania, los suministros del gas ruso representaban aún un 55 % del total que importaba Alemania, mientras que en junio el porcentaje había bajado al 25 % y ahora se sitúa sobre el 15 %, según cifras recientes del Ministerio de Economía.

Sassnitz (Germany), 11/09/2020.- Pipes for the construction of the German-Russian gas pipeline project Nord Stream 2 are piled up in front of the Russian pipe layer vessel 'ÄòAkademik Tscherski'Äô at Mukran port in Sassnitz, Germany, 11 September 2020. Opposition parties have called on German Chancellor Merkel to abandon the joint German-Russian pipeline project Nord Stream 2 in response to the alleged poisoning of Kreml critic Navalny. (Alemania, Rusia) EFE/EPA/CLEMENS BILAN
Construcción de un gasoducto en Alemania. EFE/EPA/CLEMENS BILAN

Los envíos procedentes de Rusia se han sustituido principalmente por gas de Noruega y de Países Bajos. Pese al descenso de los suministros a través del gasoducto Nord Stream, Alemania ha logrado hasta ahora mantener el ritmo del almacenamiento de sus depósitos de cara al invierno.

Actualmente los depósitos están en un 81 % de su capacidad, según las cifras del viernes de la Agencia Federal de Redes alemana -la Bundesnetzagentur-, con lo que se estima que se logrará alcanzar la próxima semana el 85 %, el nivel que se preveía conseguir para octubre. No obstante, el objetivo marcado por Habeck para garantizar que no habrá escasez de gas en invierno es del 95 % en noviembre.

Tasa sobre el gas

El reverso de la medalla en cuanto a los avances del ministro de Economía de Scholz es la controvertida tasa sobre el gas, que se cargará a partir de octubre sobre industria y hogares, y cuya normativa debe ser aún revisada tras revelarse que puede beneficiar a empresas que generan ya ganancias.

Fuentes gubernamentales admitieron este viernes que el Ministerio de Economía y Protección del Clima está analizando cómo aplicar ciertas regulaciones para garantizar que la tasa sirva para apoyar solo a las empresas con problemas de liquidez. La nueva tasa topaba ya con críticas de distintos frentes, incluidas las propias filas de la coalición de Scholz, mientras que la oposición conservadora quería bloquearla en el Parlamento.

El objetivo de la tasa, que Habeck defiende como necesaria, es paliar los efectos de la reducción de suministros de gas ruso en empresas como la alemana Uniper, de la que depende su distribución en municipios de todo el país, que se han visto obligadas a comprar gas a mayor precio de otros proveedores.

La tasa, establecida en 2,419 céntimos de euro por kilovatio/hora (kWh), acarreará costes adicionales de varios centenares de euros anuales en los hogares alemanes que consumen gas -un 49 % del total-.

Habeck reconoció de entrada que su implantación era un paso «difícil» o hasta «amargo», pero lo justificó como necesario, además de asegurar que cualquier alternativa sería incluso peor. Si los proveedores de gas quebrasen, la consecuencia sería que ya no podrían abastecer a sus clientes y, en el caso de los hogares, éstos tendrían que firmar nuevos contratos con otras empresas al precio actual del gas, indicó el ministro.

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