Abogados denuncian las ‘trampas’ de los seguros de vida
Algunas compañías se amparan en pequeños defectos de las declaraciones de salud para negar el montante que contrataron los asegurados
Seguros de vida bajo sospecha. Acusados de coquetear con la picaresca. Es la última moda para sacar dinero fácil al ciudadano. Aseguradoras, en algunos casos de prestigio, que se niegan a pagar a los herederos de los asegurados fallecidos alegando defectos de forma o datos incorrectos en la declaración de salud. La mejor forma de rentabilizar los seguros de vida que amortizan hipotecas. Así lo indican abogados que han gestionado varios casos.
De este modo, algunas agencias de seguros se benefician del cobro de cuotas mensuales de entre 50 y 300 euros –las cantidades varían en función de la edad del asegurado y de su estado de salud– para después no dar nada a cambio. Se trata de un enriquecimiento en muchos casos injusto, según las fuentes jurídicas consultadas.
Las aseguradoras se amparan en la existencia de supuestos probados judicialmente en los que hay una voluntad defraudatoria evidente por parte del asegurado: cuando alguien oculta una enfermedad de manera voluntaria para garantizar un dinero a sus descendientes y/o cónyuge. Ello lleva a que muchas compañías busquen cómo guardarse las espaldas. Juzgan con el mismo rasero. Y terminan haciendo todo lo posible por ahorrarse el pago derivado del fallecimiento.
Miedo a reclamar: el particular
Así lo explican en declaraciones a Economía Digital dos abogados del despacho barcelonés Vosseler Abogados. «La gran mayoría de los casos que acaban en los juzgados se ganan. Nosotros hemos obtenido dos sentencias favorables en el último mes y unas cuantas más a lo largo de 2015. Pero existe el temor de la ciudadanía a reclamar. Los afectados se encuentran en una situación de duelo, acaban de perder a un familiar, y encima se tienen que rascar el bolsillo», cuenta Leire López.
Daniel Vosseler añade que «antes de iniciar cualquier reclamación habrá que hacer un estudio pormenorizado de cada caso concreto para evaluar las posibilidades que tiene el particular de recibir la indemnización». «En cualquier caso, lo que siempre recomendamos es que si contrata un seguro de vida haga la declaración de salud en presencia de un médico, que le revise el historial de salud para ahorrarse posibles incidencias en el futuro», argumenta el abogado.
Reticencia a pagar: la aseguradora
«Existe una clara y manifiesta reticencia al pago por parte de las aseguradoras en este tipo de prestaciones [seguro de vida vinculado a la hipoteca]; hay miles de demandas anuales por estos motivos, pero muchos más casos de gente que prefiere no complicarse la vida. Por suerte, especialmente para los afectados, la tendencia a reclamar es creciente», sentencia Vosseler.
El problema surge cuando el particular se dirige al banco a pedir una hipoteca. La entidad impone la apertura del seguro de vida –suele ir ligada a una aseguradora vinculada al banco– como medida de garantía. Y la declaración de salud es uno de las decenas de documentos que se firman al momento. El único relevante para el caso que nos ocupa. La clave.
El banquero hace de médico
La declaración de salud del asegurado se firma en la misma oficina del banco, sin medios suficientes para acreditar que la versión del particular es cierta. En un contexto de ajetreo en el que es muy fácil que se produzca cualquier clase de descuido. En lugar de un médico, quien valida la declaración de salud es el banquero.
Por ejemplo, una señora se olvida de mencionar que es portadora del virus de la hepatitis desde 1991. Firma la hipoteca, con la declaración de salud incluida. Nadie en la oficina del banco se ocupa de comprobar su historial de salud. 10 años después, a esa mujer le diagnostican un cáncer de hígado y fallece. Sus herederos reclaman que el seguro se haga cargo de la hipoteca. La aseguradora se niega a pagar. Alega ocultación de información. Van a juicio. Varios años después, el juzgado de primera instancia condena a la aseguradora a pagar 78.000 euros a los reclamantes. Es un caso real.
Como este, hay muchos otros casos. Y, sobretodo, hay miles de supuestos en los que los afectados no tienen el dinero suficiente como para costear un abogado que los defienda y como para asumir una posible derrota y condena a pagar las costas judiciales también de la parte contraria. Muchos casos en los que el particular prefiere no asumir el riesgo, claudicar y seguir pagando la hipoteca que ha heredado de aquella señora, que podía ser su madre o su mujer.
El partido afectado-asegurado está equilibrado
Las cifras de reclamaciones anuales no son públicas. Ni la UNESPA (Asociación Empresarial del Seguro) ni la DGSFP (Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones) las tienen en su poder. Sin embargo, este último órgano –que actúa como si fuese la CNMV pero en el ámbito de los seguros, es decir, atiende a los afectados y emite veredictos no vinculantes–, registró un total de 824 reclamaciones por seguros de vida en 2014.
«Esta cifra es muy inferior a la cifra de reclamaciones real, que se cuentan por miles», explican desde el organismo público, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad. De los casos abiertos por la DGSFP, solamente se resolvieron 579, siendo algo más del 50% de los veredictos favorables a las aseguradoras (312).
28 millones de seguros de vida en España
Otros datos facilitados por la UNESPA detallan que actualmente –a 30 de septiembre de 2015– hay más de 28 millones de seguros de vida –aquí se engloban muchos otros tipos de seguro de vida más allá de los vinculados a los préstamos hipotecarios– contratados en España. La mayoría (20.597.245) son de particulares mientras que 7.651.661 son seguros de vida colectivos.
Datos del mismo órgano, defensor del interés de las aseguradoras, revelan que en 2013 se saldaron 2.400 hipotecas por fallecimiento del asegurado. Asimismo, explican que las pólizas de vida suelen pagar más de 60.000 euros de indemnización cuando los fallecidos rondan entre 30 y 40 años. Cuanto más joven, más dinero se cobra, porque más hipoteca queda pendiente de pagar.