Abad, Marsal, Boixareu y Zabalza promueven una alternativa a Rosell a Foment

DISPUTADA RENOVACIÓN DE LA CÚPULA DE LA GRAN PATRONAL CATALANA

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Las elecciones a Foment del Treball no serán un paseo triunfal, pero tampoco un problema. Si acaso se tratará de un toque de atención al presidente actual de la patronal catalana y candidato a la reelección el próximo 18 de octubre, Juan Rosell. Desde hace tiempo algunos miembros emergentes de diferentes ámbitos empresariales intentan buscar acomodo en la cúpula de los órganos de gobierno de la todopoderosa Foment. Una tendencia acentuada especialmente desde que se ha vislumbrado como un hecho posible y próximo que Rosell es el sustituto mejor situado para sustituir a Gerardo Díaz Ferrán en la presidencia de la CEOE.

Ése ha sido el detonante de bastantes aspiraciones personales y el decantador de una opción colectiva cuyo objetivo básico es preparar el relevo sin que los actuales responsables de la confederación empresarial catalana designen sucesores en su entorno actual (construcción, infraestructuras, turismo…) sin contar con las personalidades emergentes en la industria catalana.

Entre los protagonistas de esa todavía incipiente aventura figuran Antoni Abad, empresario metalúrgico, político de CiU (figuró en las listas del partido al Congreso de los Diputados, pero no consiguió escaño) y presidente de la patronal de Terrassa Cecot; también forma parte del grupo díscolo el consejero delegado de Irestal Group, Joaquim Boixareu, descendiente de la familia propietaria de Aceros Boixareu, empresa metalúrgica que protagonizó una sonora insolvencia en los años 90; en el grupo participaría también el responsable de la Unión Patronal Metalúrgica, Antoni Marsal; y un representante del sector químico, Antoni Zabalza, presidente de Ercros.

Opciones mínimas

La posibilidad de descabalgar a Rosell de la presidencia de Foment es prácticamente nula en opinión de la totalidad de fuentes consultadas. “Hay diferentes motivaciones. Zabalza, por ejemplo, puede estar buscando un acomodo personal. Su empresa no atraviesa los mejores momentos y necesita notoriedad y plataformas públicas”, explica un empresario de la dirección de Foment sorprendido por la intervención del que fuera secretario de Estado de Hacienda con Felipe González en la última reunión de la patronal catalana.

Zabalza es presidente de la comisión de medio ambiente de Foment del Treball. Rosell le ha pedido en alguna ocasión que se aleje del cargo a la vista de los problemas que Ercros tiene planteados con las administraciones por cuestiones medioambientales.

El ex dirigente socialista, sin embargo, ha compatibilizado los cargos, pese a las dificultades históricas que Ercros tiene por vertidos y prácticas poco respetuosas con el entorno en tiempos pasados. Consultado por Economía Digital, Zabalza declinó comentar el proceso electoral en Foment y, a través de una portavoz, se limitó a decir que “él no encabezará la candidatura alternativa”.

Silencio cómplice de los críticos

El caso de Boixareu es diferente en el fondo, pero similar en las formas: tampoco quiso atender la invitación de este diario a argumentar su interés en propiciar el cambio. El empresario lidera un holding emergente, resurgido de las cenizas y de segunda generación. Su perfil es marcadamente nacionalista, al igual que Abad. De hecho, Boixareu fue el primer presidente de Femcat, lobby económico nacionalista que pretende influir en la vida pública catalana, y que ha impulsado la adquisición de la aerolínea Spanair o la multitudinaria reunión del IESE que pedía cambios en el aeropuerto de El Prat, entre otras iniciativas con implicaciones políticas.

Boixareu ya intentó un asalto anterior a la patronal de su sector, la metalúrgica UPM. Fracasó en aquella tentativa. Fue Antoni Marsal, con el apoyo de Rosell, quien acabó liderando la anquilosada organización del metal. Tanto él como Abad son candidatos bien vistos en la actual dirección de CDC, formación política que se considera infra representada en Foment y quejosa de las estrechas relaciones de la patronal catalana con sus socios de Unió Democràtica.

Abad y Marsal, líderes probables

Abad es el único de los cuatro empresarios que participan de esa necesidad de cambio que ha mostrado su predisposición a presidir Foment. Según ha confesado en círculos restringidos, siempre que sea requerido porque Rosell tuviera que dedicarse en cuerpo y alma a la CEOE desde Madrid. De ahí que entre los empresarios díscolos con el actual presidente, su nombre y el de Marsal suenen con fuerza para encabezar una alternativa a la línea oficial.

La eventual candidatura crítica sabe que la presidencia de Foment es, a la vista de los equilibrios internos, inalcanzable en la elecciones de octubre. Su propósito es trabajar a medio y largo plazo, obteniendo mejores posiciones en los órganos de gobierno de la entidad y estar en disposición de influir de manera determinante en el nombramiento de un nuevo presidente si Rosell sustituyera a Díaz Ferrán o, en el peor de los casos, al final del próximo mandato.

Hartos del espectáculo soterrado

La mayoría de la junta directiva actual asiste al rifirrafe soterrado y de esgrima conspiradora con cierta perplejidad. “Cuando el lunes tomaron la palabra estos críticos se produjo lo habitual: Joaquim Gay de Montellà salió en defensa de Rosell”, explica un asistente. “No parecen estar cómodos, aunque en los últimos tiempos Rosell haya integrado en los diferentes consejos a todas las sensibilidades del empresariado”, relata otro.

En esa último reunión, y tras la intervención del sector crítico, varios representantes de organizaciones territoriales de Foment, con gran peso en el aparato de la organización, dieron respuesta a las insinuaciones del sector crítico. ¿Cómo? Con una cerrada defensa de la unidad, de la reelección de Rosell como máximo representante del empresariado catalán y anteponiendo los intereses colectivos como foro de opinión a las legítimas aspiraciones personales.

La decisión del todavía presidente de anticipar las elecciones al 18 de octubre para conjurar riesgos de proximidad de los comicios autonómicos, “ha cogido por sorpresa a los críticos que desconocen el funcionamiento y la opinión de las casi 300 organizaciones integradas en Foment que son las que al final eligen al presidente y no cuatro notables”, señala otro empresario del sector oficialista.

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