Un enemigo íntimo en el reino de Amancio Ortega
Rival, socio y, finalmente, alto cargo de Inditex, el catalán Jordi Triquell pilota la cadena que más creció del grupo el año pasado después de Zara
Una empresa familiar que se convierte en una multinacional capaz de facturar 1.300 millones. La historia de Stradivarius podría haber sido la de Zara si ambas no fueran la misma. Inditex se hizo con el control de la firma catalana en 1999, cuando Amancio Ortega concluyó que era mejor comprar Stradivarius que competir contra ella.
Hoy es la quinta cadena de la multinacional por ventas, la tercera por número de tiendas y la que más aumentó su facturación el año pasado –el 14,1%– después de Zara — que lo hizo el 17,5%–. Al frente de la enseña de la clave de sol está Jordi Triquell, representante de la familia fundadora, que de un fracaso empresarial creó un imperio.
Porque los orígenes de Stradivarius no empiezan en Sallent (Barcelona), corazón logístico de la cadena donde trabajan cerca de medio millar de empleados, sino en el cinturón industrial de Sabadell, donde Parco Triquell fundó Forage, un negocio especiaizado en camisería que fue de entrada próspero pero que acabó en quiebra.
Del colapso de Forage nació Stradivarius en la Barcelona postolímpica, en 1994, y con uno de los proveedores a los que debía dinero la familia Triquell como compañero de viaje, Torres Pradas. Era un concepto de moda joven totalmente nuevo en el curriculum familiar y fue un éxito desde el principio.
El rival de Ortega
Como Ortega, los Triquell son millonarios pero discretos. Ya instalados en la barcelonesa Portal de l’Angel y con Inditex mirándolos de reojo, se decía que había sido Jordi, el hijo de Paco, el arquitecto del nuevo proyecto. Así que Jordi Triquell era entonces un rival ambicioso para la multinacional de Arteixo, luego fue su socio y, finalmente, el director de una de sus más importantes cadenas.
Inditex, que sabía que algo estaba pasando, lanzó en 1998 Bershka, un rival directo para Stradivarius, dirigido al mismo público. Pero al año siguiente, una grave enfermedad de Paco Triquell da un giro a la partida y la familia ve con buenos ojos una venta.
El socio de Ortega
José María Castellano, que preparaba entonces la salida a bolsa de la multinacional, es el encargado de hacer la oferta, según informó en su día El Confidencial. La compra se realiza en dos partes. En 1999, Inditex se hace con el 90% de Stradivarius por 18.000 millones de las antiguas pesetas abonados a la sociedad Pigaro 2100, propiedad de los Triquell.
En 2005, Ortega completa la compra haciéndose con el 10% restante por otros 15 millones de euros. Durante casi siete años, la familia fundadora permanece en el capital como accionistas minoritarios. Desde entonces, Triquell continúa como director de la cadena del grupo Inditex, la que era suya, entre otros motivos, porque a a Ortega le gusta Pablo Isla y a Isla le gusta que los números cuadren. Los de Stradivarius encajan a la perfección en la melodía.
Una máquina de coser
Triquell, presidente y consejero de Stradivarius España, Stradivarius Diseño y Stradivarius Logística, disfruta de amplias competencias en el día a día de la cadena. Tanto que los sindicatos atribuyen a la bicefalia ciertas particularidades que no acaban de gustarles, como que Stradivarius sea la única cadena del grupo que no tiene un convenio colectivo propio.
Stradivarius tiene su propio centro de operaciones en Sallent, frente al otro nodo logístico catalán de la multinacional en Tordera, donde se concentra la logística de Massimo Dutti, Uterqüe, Bershka y Oysho.
En un reportaje que dedicó Modaes a Sallent, explicaba que en la entrada de las instalaciones se despliegan seis máquinas de coser que recuerdan la tradición textil del territorio. Una de ellas era propiedad de la abuela del director general de la cadena.
Los números
Triquell es una rara avis en el universo de Inditex, plagado de cargos de confianza de Ortega. Por ejemplo, Óscar y Jorge Pérez, hermanos de la mujer de Ortega, Flora Pérez Marcote, son directores de Zara y Massimo Dutti, respectivamente. A la veintena de altos cargos no consejeros de la compañía, Inditex destina más de 36 millones al año para pagar sus nóminas.
Cuando Inditex compra Stradivarius, la cadena contaba con 75 tiendas, casi todas en España.
A cierre del pasado ejercicio, sumaba 950 y las ventas habían alcanzado los 1.289 millones. Pull&Bear, Massimo Dutti y Bershka, además de Zara, también superan la barrera de los 1.000 millones. Solo entre Bershka y Stradivarius, a las que Inditex tuvo que reposicionar para que no compitiesen entre sí por los mismos clientes, facturan 700 millones más que Mango.