Sati, la textil catalana que se merendaron Inditex e Ikea
Los hermanos Fisas tiran la toalla y declaran el concurso voluntario
Los hermanos Fisas han intentado evitar el concurso de acreedores durante dos años, pero Sati no ha aguantado más. Han tirado la toalla con una deuda reconocida de 46 millones de euros. La mayoría, financiera.
El grupo textil con sede en La Garriga (Barcelona) era la compañía estrella de un sector en horas bajas desde medianos de los noventa. En 2008, en un entorno mundial de recesión generalizada, la cuenta de resultados de la empresa pasó al rojo y no consiguió recuperar el oxígeno. Entre 2010 y 2011, Sati perdió 10,73 millones de euros, según los datos del registro mercantil.
Además de la caída en picado de la demanda interna, el grupo ha visto como la gran distribución se comía su mercado de referencia, afirman a Economía Digital fuentes próximas a la familia.
Zara, Ikea y la competencia asiática
Dos nombres se repiten entre los interlocutores consultados: Inditex e Ikea. Cuando el grupo fundado por Amancio Ortega lanzó Zara Home en 2004 revolucionó el textil del hogar, un segmento que hasta la fecha se había librado de la guerra de precios del sector. La fecha coincide con el éxito de la multinacional sueca, que aún vende más barato. Los Fisas mantuvieron el pulso, pero no sobrevivieron a unos consumidores que cada vez tienen menos reparos con los productos de estos gigantes.
Sin olvidar, aseguran las mismas fuentes, la fuerte competencia de las factorías asiáticas.
Inicio de actividad
Para salvar el match ball, la familia decidió tirar de reservas. Este capítulo era abultado. Llegó a los 25 millones de euros en sus momentos dorados, explican otros interlocutores conocedores de las cuentas de Sati.
El grupo textil empezó su aventura empresarial en 1961. Santiago Fisas, miembro del círculo de Carlos Ferrer Salat en Foment del Treball, empezó a producir, básicamente, tejidos técnicos en el municipio del Vallès Oriental (Barcelona). Esta decisión inicial, un tejido con más valor añadido que el algodón o la lana que hilaban sus vecinos, garantizó la continuidad de la empresa. Hasta el fin de la burbuja inmobiliaria, sus telas industriales conseguían abultadas cifras de comercialización. La línea de negocio aún persiste, aunque su demanda se ha despeñado.
Una torre dentro de la factoría
El fundador de Sati ha pasado a la historia como uno de los industriales que formaron parte del sector aperturista de la patronal. Aunque la política no era su ocupación principal. Se centró en la empresa. Incluso decidió construir una torre en la factoría para ahorrarse el tiempo de desplazamiento en las épocas de más trabajo.
Fue su hijo quien optó por hacer carrera en los parlamentos. Santiago Fisas Ayxelá heredó la silla en Foment del Treball, donde entabló una amistad muy cercana con el actual presidente de la CEOE, Juan Rosell, explican desde su entorno. Su conocimiento de las elites industriales catalanas le propició un papel destacado en la vida política catalana, siempre muy cercano al Partido Popular.
Santiago Fisas, parlamentario europeo
No se afilió a la formación hasta que José María Aznar ganó las elecciones de 1996. Ese año fue nombrado director general de deportes y en la siguiente legislatura asumió la cartera de secretario de estado para el deporte, siempre junto a Esperanza Aguirre. La amistad entre ambos viene de lejos, desde que la líder de la Comunidad de Madrid se codeaba con las clases altas de Barcelona.
Santiago Fisas fue el candidato del PP para la alcaldía de la capital catalana en 1999. Diez años más tarde fue elegido para el Parlamento Europeo, donde aún tiene un escaño.
Pablo Fisas, el industrial
Su hermano Pablo ha sido quien ha llevado las riendas de la compañía. Sus próximos aseguran que ha hecho todo lo que estaba en su mano para evitar la quiebra. Incluso pactó a medianos de 2010 la recalificación de parte de los terrenos de la factoría con el ayuntamiento de La Garriga. Así, el patrimonio del grupo incrementó y pudo negociar nuevas líneas de crédito con mejores condiciones.
En verano de 2011, la Generalitat incluyó a Sati en su mapa de empresas catalanas en riesgo de insolvencia. Pactó la inyección de un crédito participativo de 2,5 millones de euros del Fondo de Rescate Industrial Avança, el vehículo del Govern para reactivar el tejido industrial, e intentó realizar un plan de viabilidad real. Para ello –y medio obligado por la Administración, aseguran los mismos interlocutores– nombró a Manuel Martos gerente.
Plantilla
Una de las primeras medidas que aplicaron fue la reestructuración de la plantilla con un expediente que, posteriormente, se ha completado con salidas individuales. La cúpula de Sati ha amortizado un centenar de empleos y ha rebajado el sueldo del resto de empleados el 9%.
El recorte de gastos no ha sido suficiente. El futuro de la textil catalana se decide ahora en los juzgados.