Norwegian usa la legislación irlandesa para calmar a sus empleados españoles en ERTE
Empresa y sindicatos se reunieron este martes con los trabajadores para comunicar la confianza en la viabilidad de la compañía
El futuro de Norwegian sigue en el aire, pero su plantilla necesita respuestas. Pese a estar renqueante por unas dificultades financieras que arrastra por su agresiva expansión y se han agravado ahora por el desplome de la demanda que ha provocado el coronavirus, la aerolínea ha podido tomar aire.
Norwegian ha decicido acogerse al sistema de protección de activos que blinda Irlanda y encara unos meses claves tras este balón de oxígeno como alternativa y única salida al no de Noruega a un segundo rescate (hasta entonces había inyectado más de 250 millones de euros).
En la plantilla española, la segunda más grande de todas las bases en las que opera la low cost, necesita respuesta. Por ese motivo, empresa y trabajadores se reunieron este martes para actualizar el estado de la compañía. La cita se celebró por vía telemática y terminó sin fijar una fecha para el próximo encuentro.
Ahora mismo toda la plantilla en España está en expediente temporal , entre ellos los tripulantes (pilotos y TCPs) y los agentes de handling. Es un mal global, ya que la compañía solo presta servicio en Noruega y lo hace con muy pocos aviones.
El único pequeño retén que presta algo de actividad en España es la unidad de trabajo de Barcelona y la de mantenimiento, si bien la mayoría de ambos colectivos también están en ERTE.
Pese a que fue un encuentro sin apenas novedades, fuentes presentes en la cita explican que desde la compañía se trasladó la confianza y esperanza de que el proyecto siga adelante.
Fuentes oficiales de Norwegian, sin embargo, no quisieron hacer comentarios y se limitaron a asegurar que «hay reuniones con una cierta periodicidad desde que inició la pandemia«.
Refugio en Irlanda
La reunión con los sindicatos fue la primera toma de contacto tras el anuncio de Norwegian de refugiarse en Irlanda. A diferencia de lo sucedido, por ejemplo, con Air Europa y el Gobierno de España, Noruega no ha querido rescatar a su aerolínea, lo que la ha empujado a buscar alternativas.
Un avión de Norwegian. EFE
La única salida encontrada ha sido acogerse al preconcurso de acreedores en Dublín, en un proceso conocido como examinership y que ya ha sido explorado por aerolíneas como CityJet. El fin principal es proteger los activos de una compañía en apuros frente a reclamaciones de acreedores, y así ganar tiempo para redimensionar el grupo.
Ese redimensionamiento conllevará inevitablemente salidas de trabajadores en Norwegian. La compañía valoró un ajuste de aproximadamente 1.600 personas en todo el mundo, sin desglosar las salidas por países, cuando presentó sus resultados económicos hasta septiembre, teñidos de rojo.
La aerolínea de bajo coste perdió 596 millones de euros en los nueve primeros meses del año, anotándose unas pérdidas que contrastan con los 25 millones de euros de beneficios registrados un año antes.
Aunque el examinership «brinda protección hasta cinco meses por la pandemia», según explican desde Norwegian, habitualmente solo da inmunidad durante 100 días (70 días más 30 prorrogables).
Norwegian, el patito feo del sector
La expectación sobre el futuro de la compañía es máximo. El mercado empieza a ser optimista sobre el sector y asiste atento las subidas en bolsa que se han llevado a cabo durante las últimas semanas, en paralelo a los anuncios sobre el avance de las vacunas de Pfizer y Moderna.
Pero Norwegian, que se ha dejado más del 90% de su valor en bolsa en lo que va de año, es la excepción en una semana en la que, precisamente, su rival en el país, la aerolínea SAS, se impulsa en bolsa y toma el rumbo opuesto.
Un informe de la semana pasada de HSBC manifestaba buenas sensaciones sobre el futuro de gran parte de las compañías de transporte aéreo —entre ellas el grupo IAG — , pero dejaba fuera a la empresa noruega.
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La incertidumbre aumenta con la respuesta de algunos de sus inversores. Su segundo accionista, BOC Aviation LTD., una empresa controlada en última instancia por la República Popular de China, redujo este martes todavía más su participación en la compañía.
Pese que a principios de este año se convirtió en uno de los accionistas significativos con el 12,67% del capital social, BOC ha ido vendiendo su participación en los últimos meses. Ahora únicamente cuenta con una participación del 4,92%.