Ni el luto por Carmen Ferrer frena la venta de Freixenet
La compañía pospone unos días el consejo de administración previsto para este miércoles por el fallecimiento de Carmen Ferrer, madre de una de las ramas familiares en disputa
Freixenet no ha vivido un buen primer trimestre de año. A la pugna interna entre las diversas ramas familiares hay que añadirle la muerte, este miércoles, de Carmen Ferrer Sala, madre de los Hevia Ferrer, una de las sagas en disputa, que se suma a la muerte de otra de las hijas de los fundadores, Pilar, en enero.
El fallecimiento de Carmen Ferrer obligó a anular el miércoles el consejo de administración previsto, en el que se iba a presentar la oferta de Henkell para comprar al menos el 51% de las acciones de la compañía, con los Ferrer a la expectativa de la opción alemana para contratacar con una oferta que cuenta con el apoyo de varias entidades bancarias, como avanzó Economía Digital.
Ahora el consejo se ha pospuesto, pero no se demorará demasiado. La oferta está sobre la mesa y todas las partes quieren afrontar este momento tan histórico como dramático para esta empresa familiar centenaria cuanto antes. Los malos tragos, mejor rápidos.
Dos hechos clave
La desaparición de dos de los cuatro miembros de la segunda generación de Freixenet en este primer trimestre ha sido clave para el devenir de los acontecimientos de los últimos meses. El de Carmen Ferrer ha obligado a cambiar la fecha del consejo, aunque el control del 29% de acciones de esta rama familiar seguirá recayendo en la misma persona: Enrique Hevia, vicepresidente y director financiero de la cava.
Carmen ya legó en vida sus acciones a sus cuatro hijos, según han explicado fuentes cercanas a la compañía. Además de Enrique, tenía tres hijas: Carmina, Agustina y Montserrat. Pero sólo el hijo varón tiene responsabilidades en la compañía y es quien decide el destino de esta parte de la familia, de sus intereses y de sus acciones.
La división del accionariado de los Bonet abría la veda
La muerte de Pilar Ferrer, en enero, tuvo un impacto más importante. Aunque tenía 98 años –Carmen, 96–, todavía acumulaba el 29% de las acciones de los Bonet Ferrer, otra de las tres ramas familiares. Con su desaparición, sus acciones fueron a parar a sus cuatro hijos, José Luis, Pedro, Eudald y Pilar, con un 7,25% cada uno.
Pilar siempre había confiado en su hermano José, de 90 años, presidente de honor de Freixenet y patriarca de los Ferrer Noguer, propietarios del 42% de la compañía. Por ello, difícilmente iba a enfrentarse a él aunque la gestión de la compañía levantara críticas. Pero la muerte de Pilar dividía el accionariado y abría la puerta a una rebelión contra los Ferrer.
El ataque de Hevia
Enrique Hevia lo vio claro y aprovechó. El vicepresidente de Freixenet, crítico con la gestión de los Ferrer –Pedro Ferrer Noguer es consejero delegado y su hermano José María era entonces director comercial–, llevaba un año reclamando un cambio en la dirección, apostando incluso por un consejero delegado externo a la compañía.
La crítica de Hevia encontraba complicidad en los Bonet, pero no había margen de maniobra. Con el reparto de las acciones de esta rama familiar, se abría una posibilidad: hacer una pinza con al menos tres de los hermanos Bonet Ferrer para vender, o comprar el resto de la compañía. Y Hevia lanzó el órdago que dividió a los Bonet: Pedro y Eudald se inclinaban por vender, mientras José Luis y Pilar dudaban.
La resistencia de los Ferrer
Pero la oposición de los Ferrer a vender frenó las aspiraciones de Hevia de hacerse con el control de la compañía, por lo que fue a buscar a una empresa alemana, Henkell, para poder venderle sus acciones. El éxito de la opción alemana depende ahora de si seduce a al menos tres de los cuatro hermanos Bonet y de si los Ferrer, que tiene derecho de tanteo, no pueden igualar la oferta.
Los Ferrer han pedido un crédito de 120 millones de euros para poder hacer una oferta que pueda competir con la de Henkell, y tienen el ok de la banca a un crédito sindicado. Para conseguirlo, han tenido que aceptar las exigencias de las entidades de profesionalizar la gestión de la compañía y recortar costes.
El futuro de Freixenet se decidirá en los próximos días. Este miércoles la prioridad de la familia ha sido despedir a Carmen, cuyo funeral se celebra este jueves al mediodía en Santander, donde vivía y murió a los 96 años.