Monzón: el rescate en Prisa y Openbank le pasa factura

Monzón renuncia a la remuneración del consejo de administración de sociedades extranjeras

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A Javier Monzón se le conoce por ser un empresario que ha sabido rodearse de buenas compañías. Pero su abrupta salida de Indra, donde fue miembro durante más de dos décadas y cuya estancia le ha costado la imputación en el caso Púnica, ha estado acompañada de otras despedidas tiempo después. El motivo no es otro que su salto años después a la presidencia Prisa y Openbank, que le ha obligado a dejar el resto de grandes compañías en las que ganaba dinero como consejero.

Monzón, explican desde su entorno, se ha visto obligado a renunciar a otras sillas en cotizadas extranjeras para cumplir con sus compromisos en el dueño de El País, el periódico con más tirada nacional, la Cadena Ser, la radio más escuchada de España, y en el banco digital de Banco Santander.

El directivo ha ganado en el último año, 2018, poco más de 140.000 euros, todos ellos provenientes de Prisa porque de Openbank no cobró un solo euro durante, de acuerdo a las cuentas consultadas en el Registro Mercantil.

Ahora, tras el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE), que no vio incompatibilidad en ambos cargos pese al papel del banco presidido por Ana Botín  —accionista y acreedor de Prisa y propietario de Openbank — , queda por ver cuál es su nueva remuneración como presidente no ejecutivo para este 2019.

Adiós al sueldo de tres cotizadas

En cambio, Monzón ha abandonado otros consejos y no cobrará durante este año de tres cotizadas extranjeras. Una de ellas es Ferrogloble, la empresa de los Villar Mir que cotiza en el Nasdaq, en la que estaba presente desde 2015 y donde cesó formalmente el pasado 14 de mayo. Fue el mejor pagado de los siete consejero durante el pasado año, con 192.000 dólares. 

Monzón ha cesado durante el último año de Ferrogloble, Soprasteria y Lagardere

A esta salida se une la protagonizada en la francesa Soprasteria, cuyo cese se recoge el pasado 1 de septiembre, hace menos de dos meses, y en la que ha permanecido apenas un año. Su paso por la compañía gala fue muy breve, ya que fue nombrado consejero en junio del pasado año. La llamada de Prisa y Openbank le obligó a desprenderse de su cargo seis meses después. Se llevó más de 8.000 euros. 

La última cotizada en la que ocupaba un carga es Lagardere. El conglomerado de medios multinacionales con sede París abonó al directivo 11.125 euros euros en el último año por formar parte del comité de supervisión. 

Monzón también dice adiós al sueldo de otras compañías cuya retribución como consejero es desconocida. Abandona la filial de ACS Concesiones y Servicios  — ya abandonó el consejo de la matriz en 2016 cuando dejó de representar a los Albertos —  y 4iQ Inc, donde también ha salido y además es accionista. 

Monzón también ha dejado durante este año el consejo de 4iQ Inc y ACS Concesiones y Servicios, donde se desconoce cuál era su salario

El resto de negocios en los que Monzón continúa de manera indirecta y conjuntamente con su esposa, Eva Serrano, no tiene apenas relevancia. Uno es la española Wabisabi Inversion y Servicios SL, empresa constituida en 2016 y dedicada a «la prestación de servicios de asesoramiento y consultoría» y a la «adquisición de inmuebles», según figura en el Registro Mercantil. También tiene accciones del fondo Trident Capital Cybersecurity Fund I, LP (Delaware) que no llega al 1%.

El origen: el adiós de Indra

Todos los movimientos tienen como origen la salida forzada de Indra en 2015, la gran cotizada de la que salió rodeada de polémica. Tuvo que esperar cerca de dos años para llegar a otras dos grandes compañías. Puso un pie en 2017 en Prisa como vicepresidente y tuvo que esperar un poco más (diciembre de 2018) para llegar a la presidencia no ejecutiva del grupo de medios y del de Openbank.

Su adiós en Indra estuvo marcado, entre otros, por dejar el cargo y acceder a 12,1 millones que tenía en su sistema de ahorro a largo plazo —un año antes el consejo eliminó el blindaje de su contrato a cambio de engordar su pensión— en un mal momento para la compañía. A ello se sumó que además activó la cláusula de no competencia valorada en casi cuatro millones.

Fue una decisión polémica porque al mismo tiempo el nuevo equipo gestor de Indra había planteado un ERE para 1.700 trabajadores y la compañía había presentado unas pérdidas de 561 millones hasta septiembre por diferentes saneamientos. Todo concluyó con la destitución de Monzón como presidente de honor, al entender que no había dado toda la información sobre cómo estaba la empresa.

Los últimos coletazos de su gestión en Indra han llegado este 2019 con la imputación en la caja B del Partido Popular, el conocido como caso Púnica en el mes de septiembre. El juez considera que Monzón podría haber participado en el “desvío de fondos” de las arcas de la Agencia de la Informática y Comunicaciones de la Comunidad de Madrid (ICM) “a través del presupuesto inflado de alguno de los contratos” adjudicados desde ICM a Indra. 

Para más inri, la imputación en la trama de corrupción puede costarle el puesto ahora en Prisa, teniendo en cuenta qué medidas contemplan los estatutos del grupo mediático para estas situaciones. “Todo consejero deberá informar a la sociedad, a través del secretario del consejo de administración, en el caso de que fuera llamado como investigado», explican las leyes de Prisa.

La última palabra la tiene el consejo de administración, que deberá evaluar un informe, favorable o desfavorable sobre Monzón, para tomar una decisión. Este órgano ya se reunió el pasado 20 de septiembre para acordar la venta de Media Capital, pero no se pronunció sobre la imputación de su presidente. 

Economía Digital

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