Los acreedores de Abengoa discrepan sobre el reparto de los avales
El último fleco antes de firmar el acuerdo de rescate se hace de rogar por las dudas de las entidades financieras a aportar los 250 millones para respaldar nuevos proyectos
Aunque en su discurso ante la junta de accionistas, el presidente de la multinacional sevillana Abengoa, Antonio Fornieles, aseguraba el pasado 30 de junio que, tras el acuerdo con los nuevos bonistas, se conseguiría «completar el proceso de reestructuración con éxito en las próximas semanas», lo cierto es que las dudas persisten.
Se transmitió la impresión de que, con la inyección de esos apenas 500 millones hasta completar los 1.200 millones necesarios en el plan de viabilidad revisado, el último fleco –el de los aproximadamente 250 millones de euros en avales necesarios para respaldar nuevos proyectos con los que Abengoa genere caja– se resolvería de una manera rápida, para firmar el acuerdo y remitir al juzgado de lo Mercantil 2 de Sevilla el 75% de las adhesiones antes del viernes 29 de julio, último día antes del inhábil mes de agosto a efectos judiciales.
Demasiados riesgos
Pero el asunto se está complicando. Aunque no se trate ya de aportar un dineral cuantioso y a repartir entre muchos actores, siguen existiendo dudas entre algunos de los bancos acreedores, que no acaban de ver la lógica de poner más dinero ante los grandes riesgos de recuperarlo.
Y, además, con unas garantías –las que tenían por los préstamos otorgados– cada vez más diezmadas por las cesiones que han tenido que hacer a los fondos de inversión, llegados a última hora para ofrecerse como salvadores de la multinacional sevillana tras la estampida de los bonistas. Los que, a la vista de las auditorías realizadas, prefirieron desengancharse de todo lo relacionado con Abengoa y vender los bonos.
Los bonos de Abengoa siguen en picado
Algunos, que habían comprado estos bonos a un precio de derribo, pagando un 10% del nominal, han optado por venderlos al 15%. No es mucha la plusvalía. Pero mejor esto que nada, a la vista de la cotización de estos bonos, cuyo precio sobre el nominal se sigue depreciando de manera brusca, de los 16 puntos porcentuales de hace cuatro meses, poco antes del preacuerdo de rescate, a los que apenas 5 a los que cotizan ahora.
Desde el seno de las entidades financieras se sigue confiando en que el acuerdo pueda cerrarse en breve. «Puede ocurrir en cualquier momento, aunque ya va a ser complicado lograr lograr las adhesiones antes de que acabe julio», apuntan fuentes cercanas a los acreedores.
El inhábil mes de agosto judicial
Lo más lógico, por tanto, es que el proceso se fuera ya al mes de septiembre, tras el inhábil mes de agosto a efectos judiciales. Para entonces, el tiempo empezaría de nuevo a correr rápidamente hacia el 28 de octubre, la fecha límite marcada para completar el proceso.
En medio de este berenjenal, la falta de liquidez de Abengoa sigue siendo acuciante. La semana pasada se conocía que la inmobiliaria Colonial, propietaria del edificio del paseo de la Castellana, donde la multinacional sevillana tenía su sede en Madrid, había iniciado un procedimiento de desahucio por impago de las rentas.
La nómina de julio, con extra incluida, pendiente del dinero de los fondos
Una situación que ha obligado a la empresa presidida por Antonio Fornieles a trasladar su sede en la capital al barrio de Sanchinarro, una zona en la que el coste del arrendamiento es muy inferior.
De que se cierre el acuerdo y lleguen los 500 millones que pondrían los fondos también están muy pendientes los 17.000 empleados de Abengoa. Este mes de julio, con la paga extra incluida, el monto de gastos de personal rondaría los 100 millones de euros, una cantidad que, en las circunstancias actuales, resultaría difícil de pagar en su totalidad de no llegar la inyección anunciada.