La penitencia de algunos franquiciados en EspaƱa: sentirse estafados por su propia cadena

El abogado David Perales defiende a varias vƭctimas de un modelo de negocio que ha acabado convirtiƩndose en una pesadilla, en lugar de una oportunidad para triunfar en la vida

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¿Cuál es el colmo de un franquiciado? Seguramente, sentirse engañado o estafado por su propia cadena. Y eso es lo que han sufrido en sus propias carnes decenas de personas en España que, lejos de convertir su sueño en realidad, han vivido una auténtica pesadilla. David Perales se ha convertido para ellos en su único salvavidas, en la última bombona de oxígeno.

Este abogado –con despacho en Vilanova i la Geltrú, Barcelona– ha sido testigo de la penitencia que han vivido estos afectados y pretende evitar que se produzcan más casos. Ā«Llevo cinco querellas de franquiciados de diferentes cadenas. Se trata de denunciar cómo el franquiciador tiene todos los derechos y el franquiciado ningunoĀ», explica Perales a Economía Digital.

Diferentes sectores

Entre los casos que lleva, algunos son de grandes cadenas de supermercados, otros de cosmética y perfumería, otros de complementos y también de algunas compañías de ropa. En cualquier caso se trata de marcas reconocidas, que gozan, por lo general, de buena fama o reputación. Ā«Son gigantes contra goliatsĀ», explican algunos afectados a este diario.

El modus operandis es muchas veces el mismo. Una persona que decide cambiar de trabajo y convertirse en empresario o bien que se queda en paro y apuesta por emprender una nueva andadura profesional con su propio negocio. El camino parece, en un principio, muy fácil, sin obstáculos ni piedras que hagan pensar lo contrario. Ā«Los problemas empiezan muchas veces con la documentación pre-contractual. Les dan a los franquiciados unas cuentas de explotación que no son reales. Los gastos, a posteriori, se incrementan. Ahí reside el principio de engaño y falsificaciónĀ», detalla Perales.

En los casos más numerosos que lleva este abogado ya hay unos 50 afectados que se han sumado a la querella y cada semana aumenta el número.

Pérdidas medias de 500.000 euros

Las ilusiones de los franquiciados son, por lo general, las que empujan a estos nuevos emprendedores a seguir adelante, sin ver algunos problemas y centrándose únicamente en las oportunidades. Y eso es lo que les motiva a invertir parte de sus ahorros o capitalizar el paro. Las cantidades varían en función de la cadena. Ā«Hay clientes que han llegado a perder 600.000 euros. Las deudas mínimas ascienden a 40.000 euros y la media suele rondar el cuarto de millónĀ», explica Perales.

El modelo franquicia se ha convertido para determinadas cadenas, sobre todo en tiempos de crisis, en una manera fácil y rápida de crecer y expandirse en España, así como en otros mercados. Ā«Las cadenas suelen empezar con fondos propios y después ya se lanzan a abrir franquicias, pero el franquiciado llega en ocasiones a convertirse en una entidad bancaria. El handicap es que se trata de cadenas muy importantes y la gente tiene miedo a querellarseĀ», subraya el defensor de los afectados.

Un modelo de negocio al alza

Según la Guía de Franquicias de España, de la consultora Barbadillo y Asociados, en España operaron en 2014 más de 1.000 franquicias, con un crecimiento del 1% respecto a 2013. Teniendo en cuenta las que cerraron y las que arrancaron, el resultado final es positivo con 130 franquicias más. El negocio que mueven estas franquicias supera los 23.000 millones de euros, un 3% más que el año anterior, y emplea a más de 235.000 personas.

Sin embargo, estas cifras son la cara buena de un sector que también esconde su propia cruz. Ā«Mucha gente que se quedó sin trabajo optó por la franquicia invirtiendo todos sus recursos e incluso hipotecando sus casas para, al final, perderlo todo. Las querellas que se han presentado quieren evitar que esta situación se repita y que los verdaderos responsables paguen. Hay franquiciados que no deben dinero a la cadena, sino a los familiares. Exigen, por tanto, responsabilidades y que se regule el sistemaĀ», concluye Perales.

EconomĆ­a Digital

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