La oferta de los Ferrer reabre el cisma en Freixenet
Las familias suspendieron la junta decisiva del 31 de octubre pero se vieron las caras el 10 de noviembre, en una reunión en la que se rompió la armonía
La venta de Freixenet vuelve a complicarse. Las familias propietarias de la compañía se conjuraron para buscar una solución común y sin hacer ruido. En ese contexto, parecía que la oferta de José Ferrer, junto con la indecisión del gigante alemán Henkell, aclaraba las cosas. Pero se han vuelto a torcer.
Las populares bodegas catalanas suspendieron la junta de accionistas prevista para el 31 de octubre, en la que debía presentarse formalmente la oferta de su presidente de honor para lograr la mayoría del accionariado. Los motivos no transcendieron, pero la junta decisiva sigue aplazada sine die, mientras parte de la familia tiene prisa por encontrar una solución y Ferrer no tiene ligada la financiación.
Que se suspendiera la junta no significa que los accionistas de Freixenet no se hayan reunido en los últimos días. Concretamente, se vieron las caras el jueves 10 de noviembre en un comité ejecutivo. No era una junta, pero estaban presentes prácticamente todos los accionistas: los principales representantes de los Ferrer Noguer (que poseen el 42% de las acciones), de los Bonet Ferrer (29%) y de los Hevia Ferrer (29%). Y la armonía brilló por su ausencia.
En el orden del día, no estaba la operación venta. Al menos, eso aseguraron desde Freixenet. El motivo de la reunión era aprobar las cuentas del ejercicio 2015-2016, que se cerró el 30 de abril con una mejora de los resultados. La compañía pasó de ganar 2,2 millones en el ejercicio anterior a más de cuatro millones de euros, según apuntan fuentes del sector.
Encallados
Fuentes cercanas a las familias propietarias de las bodegas aseguraron que en el comité no sólo se habló de números: la oferta de los Ferrer para comprar las acciones en venta –al menos, el 29% de los Hevia y un 14,5% de los Bonet– estuvo encima de la mesa. Y no generó consenso.
Enrique Hevia, vicepresidente y director financiero de Freixenet, tiene prisa por vender y, además, ha visto como la oferta que él apadrinó, la de Henkell, no prospera. La que hay encima de la mesa, de José Ferrer, es inferior a la de los alemanes: valora a la compañía en 450 millones, 50 menos que Henkell. Además, todavía no tiene el dinero.
Henkell podría aceptar entrar en Freixenet sin tomar la mayoría, pero esto pasaría en una segunda fase, según el plan trazado por el patriarca de la familia. José Ferrer busca hacerse con la mayoría, mediante la compra de las participaciones de los accionistas díscolos: los cuatro hermanos Hevia y dos de los hermanos Bonet, Pedro y Eudaldo, aunque alguno de ellos podría mantener una participación simbólica.
Tras esta operación, aceptaría la entrada de un socio internacional, como Henkell, que le abriera puertas en otros mercados. Esto facilitaría a Ferrer conseguir el crédito para comprar las acciones, ya que los bancos verían con buenos ojos la llegada de un partner que ayudara a Freixenet en su internacionalización. Y es que, por ahora, el dinero está bloqueado.
Sin crédito
Según fuentes financieras, no ha habido avances en los últimos meses en las negociaciones para conseguir el crédito de hasta 120 millones. Los bancos pusieron sus condiciones: profesionalizar la gestión, con un director ajeno a la familia, abaratar costes y reforzar la internacionalización. Por ahora, no se ha dado ningún paso en estas direcciones.
Esta es la situación en la que se encuentra la venta de Freixenet, y hay prisas, lo que ha vuelto a tensar las relaciones. Mientras tanto, no hay fecha para la junta de accionistas y los resultados de la compañía, aunque mejoran, siguen sin brillar y sin reportar grandes dividendos a sus accionistas.