La guerra familiar en Freixenet desata el temor a una ola de despidos
Algunos alcaldes del Penedès están preocupados ante las consecuencias de la fractura familiar, mientras la plantilla teme la entrada de un fondo y ha pedido una reunión con la dirección para pedir respeto por los puestos de trabajo
La fractura familiar en Freixenet ha despertado una preocupación que estaba dormida en la comarca del Penedès y también entre la plantilla de la primera cava catalana. La venta de parte de la compañía, del 29% de la familia Hevia Ferrer, o el posible cambio de control de las bodegas, ha levantado el temor a un drástico recorte laboral en la empresa, que da trabajo a unas 2.000 personas.
Freixenet ha superado la crisis del boicot al cava y la crisis económica sin hacer ningún expediente de regulación. Ni siquiera el estancamiento de la facturación, los bajos precios y la reducción de la rentabilidad –en 2014 ganaron sólo 2,2 millones con una facturación de 500 millones–, han hecho cambiar de opinión a la familia Ferrer Noguer, que lleva las riendas del día a día.
El arraigo de los Ferrer
La influencia de José Ferrer, el presidente de honor de Freixenet, de 90 años, partidario de mantener la tradición y el arraigo con la comarca –en la que ocupa a más de mil trabajadores–, junto con el mando de su hijo Pedro, consejero delegado, ha hecho que la compañía haya reprimido las tentaciones de recortar la plantilla.
Eso sí, ha habido contención de sueldos y de los precios que pagan a los productores de uva. Sin embargo, esto no sería suficiente para parte de la dirección. Fuentes del sector explican que es vox populi en Sant Sadurní d’Anoia y en todo el Penedès que Freixenet sufre un cierto sobredimensionamiento de su plantilla.
Las críticas de Hevia a la gestión, también laboral
También apuntan que si alguien ha denunciado este hecho en el seno de la compañía ha sido quien mejor conoce los números: su director financiero, Enrique Hevia, precisamente el cabeza de familia de la rama que se ha rebelado contra la gestión de los Ferrer y ha lanzado el órdago: o vendo mi 29% o os compro vuestra parte.
La crítica de Hevia a los Ferrer Noguer se debe a que esta parte de la familia utiliza su mayor peso accionarial, del 42%, para tener el control de la compañía, con una gestión que considera deficiente. El estancamiento de las ventas, sobre todo en España, ha mermado la rentabilidad de las cavas, pero hay más factores, como una plantilla que considera sobredimensionada.
De hecho, Hevia se ha mostrado como uno de los más beligerantes con las reclamaciones de la plantilla, presentándose a las negociaciones de la dirección de recursos humanos con el comité de empresa para dejarles claro que no había ni un euro para sus demandas.
Preocupación entre los alcaldes
En la comarca del Alt Penedès, repleta de viñas y de bodegas, hay la sensación de que un cambio en la dirección o el control de Freixenet va a provocar despidos, ya que un nuevo socio, o una eventual reconciliación familiar, traería una apuesta por la rentabilidad.
Por eso algunos alcaldes han mostrado su temor, ya que una parte importante de sus vecinos trabajan directa o indirectamente para Freixenet. La compañía ocupa a unas 1.200 personas en la comarca vitivinícola catalana por excelencia.
La plantilla teme la entrada de un fondo
Entre la plantilla también existe cierta preocupación. Aunque no creen que pueda haber una correlación directa entre la fractura familiar y la plantilla, están a la expectativa y han pedido una reunión con la dirección de las bodegas para intentar garantizar sus puestos de trabajo. Si no les convence la respuesta, pedirán reuniones con cada una de las tres familias –los Ferrer Noguer, los Bonet Ferrer y los Hevia Ferrer– por separado.
«Queremos decirles que con las acciones hagan lo que quieran, pero que miren por el retrovisor y sean conscientes de que tienen a 2.000 familias detrás», ha explicado Sergio Lozano, presidente del comité de empresa de Freixenet, de CCOO. «Para nosotros lo mejor sería que se pusieran de acuerdo y continuaran juntos, pero mejorando la gestión, porque pasar de ganar 36 millones a 2,2, es que algo se ha hecho mal», ha añadido.
La continuidad de la unidad familiar mantendría el vínculo con la comarca y sus vecinos, según entienden desde el comité de empresa. El temor que tienen es que llegue un inversor externo, como un fondo de inversión, que sólo quiera sacar rentabilidad, lo que provocaría despidos. Una de las opciones de venta que baraja Hevia es precisamente la de un inversor.
Celebración del centenario con la plantilla
La noticia de la posible salida de una de las tres ramas de la familia sorprendió a la plantilla, ya que dos días antes de que saltara la noticia, la compañía hizo una demostración de hermandad y unidad. El viernes 29 de enero, Freixenet cerró por un día sus bodegas para invitar a toda su plantilla en Cataluña a una comida para celebrar su centenario.
Lo curioso es que el centenario fue hace dos años, en 2014. La versión oficial es que se celebró también el 90 aniversario de José Ferrer, presidente de honor de la compañía y gran impulsor de su crecimiento y expansión internacional durante las últimas décadas del siglo pasado.
Un hecho que inicialmente pasó desapercibido es que, ante un millar de trabajadores en la cúpula de las Arenas, en Barcelona, hicieron un discurso un miembro de los Ferrer y otro de los Bonet, pero nadie de los Hevia. Inicialmente no sorprendió a la plantilla, ya que hablaron los máximos cargos: José Luis Bonet, presidente, y Pedro Ferrer, consejero delegado. A nadie le extrañó que no hablara el director financiero…hasta que supieron de sus deseos de irse de Freixenet.