La fotovoltaica española, expectante ante la guerra comercial entre Bruselas y China
Alemania se convierte en el mejor socio del gobierno chino, en contra de la UE
Los clubs no duran para toda la vida. Deben estar muy cohesionados, con intereses comunes, si quieren permanecer en el tiempo. Y la Unión Europea presenta muchas fisuras entre sus socios. Una de las más importantes se ha explicitado con la guerra comercial entre Bruselas y China por la importación de paneles solares.
Las empresas fotovoltaicas españolas, muy castigadas ya por la crisis y por la política caótica de primas a la industria del Gobierno español, están expectantes ante la resolución de ese conflicto, que, más allá del sector, evidencia un cambio geoestratégico de gran envergadura.
Relación comercial
La Comisión europea quiere aplicar aranceles punitivos de una media del 47% sobre las importaciones de productos fotovoltaicos chinos, que se utilizan en la energía solar. El comisario de Comercio europeo, Karel de Gucht –que estará este sábado en las jornadas de Sitges del Círculo de Economía– se ha entrevistado con el viceministro de Comercio de China, Zhong Shan, para buscar una aproximación que evite cualquier problema, ante una relación comercial que asciende a 480.000 millones de euros al año.
El valor de las exportaciones de China respecto a los paneles solares asciende a 21.000 millones al año. La Comisión inició las investigaciones en septiembre, después de que cerca de 20 productores locales europeos presentaran una denuncia formal, porque entienden que China vende productos por debajo del coste real para lograr hacerse con todo el mercado.
¿Y quién apoya a China? Alemania. Sí, Alemania, pese a que una de las mayores empresas fotovoltaicas, la alemana SolarWorld, esté reclamando a la Unión Europea que restrinja las importaciones.
La «neutralidad» española
La patronal española de empresas fotovoltaicas, que sufre con crudeza la crisis del sector, mantiene una cierta distancia ante esa guerra comercial. Tomás Díaz, director de comunicación de la patronal UNEF, que agrupa a 300 empresas, –al margen de las divisiones de fotovoltaica de grandes empresas como Acciona o Iberdrola o de otras como T-Solar o Isofotón que están en una delicada situación– explica su posición: “Estamos en contra de cualquier medida que restrinja el comercio internacional, pero también estaremos atentos si se vulnera una legislación internacional”. Esa posición “neutra”, no esconde la gran incertidumbre que afecta a todo el sector.
La Comisión Europea se muestra ahora muy prudente. El comisario De Gucht mantiene la defensa de incrementar los aranceles, pese a la determinación del gobierno chino de tomar medidas. Pero no ha tomado ninguna decisión. Junto a Alemania se han sumado otros países europeos, conscientes del peso de China, y que han sido contactados por el gobierno chino. El gobierno comunitario afirma a Economía Digital que tomará la decisión el 6 de junio, y que sigue “estudiando” la posibilidad de imponer aranceles adicionales a los paneles solares chinos.
Productor o instalador
Una empresa fotovoltaica de Castellón, Industrias Fotovoltaicas GM, más centrada en el pequeño consumo, destaca la incertidumbre que se ha creado. Según su propietario, Enrique Guimerá, “hay una parálisis en el sector, pero muchas de las empresas utilizan las células fotovoltaicas chinas”. Es decir, que la importación más barata de las materias primas puede beneficiar al sector. Aunque depende de dónde esté cada uno, si es un productor, o un instalador, que compra todos los materiales.
El caso es que Alemania ha comenzado a interiorizar que puede establecer una gran alianza con China, en busca de los mercados globales. El New York Times analizaba esa cuestión esta semana, al señalar que «Alemania es el socio más importante de China en Europa, mientras que China es el mejor aliado de Alemania en Asia».
La Unión Europea comienza a tener un serio problema.