Gayoso, el peor final para el decano de la banca espaƱola
El expresidente de Novagalicia, en la cĆ”rcel por cooperador necesario del saqueo de los exdirectivos, entrĆ³ en Caixavigo con 16 aƱos como subalterno y accediĆ³ a la direcciĆ³n general en 1965
La pontevedresa prisión de A Lama tiene desde este lunes un inquilino muy especial. Julio Fernández Gayoso (Vigo, 1931), eterno presidente ejecutivo de Caixanova, con José Luis Pego como director general, había llegado a la caja con 16 años y durante un tiempo compaginó aquello con los estudios para obtener el título de Profesor Mercantil por la Escuela de Comercio de Vigo. Ocuparía después el cargo de jefe de Contabilidad.
En 1998, un año antes de la fusión entre las cajas de Vigo, Ourense y Pontevedra para alumbrar Caixanova, una operación política armada con fórceps desde la Xunta de Manuel Fraga, Gayoso cumplía cincuenta años en Caixavigo, de la que era director general desde 1965. Antes de cruzar el umbral del nuevo siglo ya era el decano de todos los primeros ejecutivos de las cajas españolas. El nuevo inquilino de A Lama es, por tanto, algo más que un histórico.
Una trayectoria histórica
Cuando Gayoso accedió a la dirección general, la entidad tenía un balance de 2.600 millones de las antiguas pesetas y cuarenta y cuatro oficinas. Estilos muy distintos, incluso a la hora de formar equipos, han marcado la trayectoria de Fernández Gayoso frente al que fue su eterno rival en Caixa Galicia, José Luis Méndez.
Trato más directo y cercano, y también dureza en las distancias cortas, y un look impecable reforzado con un eterno moreno, eran siempre las señas de identidad externas de este vigués que siempre apuró al máximo los límites legales que impone el Banco de España para continuar al frente de la caja. La última vuelta de tuerca antes de la fusión con Caixa Galicia, su decisión de convertirse en presidente de la entidad saltando desde la dirección general, en la antesala de la crisis del ladrillo, fue criticada desde muchos ámbitos, pero no públicamente.
Las integraciones
Hablar del sistema financiero gallego es hacerlo de las cajas de ahorro. Y de nombres muy concretos, como son los de quienes han llevado las riendas de Caixa Galicia y Caixanova tantos años. También de fusiones, grandes y pequeñas, porque ambas entidades, como se llegaron a conocer antes de su quiebra, fueron fruto de un largo proceso de concentración.
La toma de control del Banco Gallego fue quizá el mejor golpe de efecto, y a la vez una carta de presentación inmejorable, para Julio Fernández Gayoso, ante la que sería fusión a tres de las cajas del sur: Vigo, Ourense y Pontevedra. Por si había alguna duda, la entonces Caixavigo se hace en el 98 con algo más de la mitad del capital del banco, irrumpiendo a lo grande en A Coruña, feudo de su rival Caixa Galicia, y cuando la operación de integración de las entidades de ahorro ya estaba en los despachos de la Xunta y del Banco de España.
El Gallego como metáfora
Faltaba justo un año para la firma del protocolo definitivo de integración de las cajas cuando Gayoso, con la adquisición, se hace valer y marca la pauta para que la fusión pivote sobre lo que era entonces Caixanova. El Banco Gallego era el mejor aval para su candidatura al frente de una hipotética caja unificada, que aglutinaría norte y sur y que tardaría muchos años en llegar, y de malas maneras, con Núñez Feijóo al frente de la Xunta.
En el consejo del Gallego se sentaron también altos ejecutivos de Caixanova como Gregorio Gorriarán, Óscar Rodríguez Estrada y el director general de la caja José Luis Pego. Todos ellos eran la guardia de corps del vigués desde la década de los noventa, y el destino y sus errores han querido que todos ellos estén también hoy entre rejas por el cobro ilegal de indemnizaciones millonarias al frente de Novagalicia. Toda una metáfora. También, por supuesto, para Fernández Gayoso, testigo del devenir de las finanzas galaicas desde que en 1948 entrase de subalterno, a los 16 años, en la caja viguesa.