Florentino PĂ©rez se olvida (otra vez) de Abertis
ACS vende la mayorĂa de sus autopistas en España a un fondo, lo que frena el proyecto de traspasarlas a Abertis
La historia de la compra de Abertis por parte de Atlantia y ACS es la de un matrimonio de conveniencia que pronto firmó la separación de poderes y, a estas alturas, ya duerme en camas separadas. Florentino Pérez y Giovanni Castellucci, ya ex CEO de Atlantia, prometieron sinergias, inversiones y proyectos conjuntos, pero en lugar de eso han protagonizado sobre todo desencuentros y una gigantesca hipoteca en Abertis para llevarse el dinero vía dividendo. Este martes ACS ha dado otra muestra de que parte del discurso eran solo palabras vacías.
ACS anunció la venta de la mayoría sus autopistas de peajes en sombra a Hermes Infraestructure por unos 700 millones de euros. Iridium, la concesionaria filial de la constructora de Florentino Pérez, mantendrá un 26% de la empresa mientras que Hermes tendrá el control del 74% y, por tanto, de la gestión, aunque ACS aseguró que seguirá presente en los órganos de administración.
La operación, que valora los activos de ACS en 950 millones de euros, incluye seis concesiones de peajes en en sombra: Eix Diagonal y Reus-Alcover en Cataluña, Autovía de la Mancha, autovía de los Pinares en Castilla y León, Autovía del Pirineo en Navarra y la Santiago-Brion en Galicia. Iridium retendrá contratos de servicios y mantenimiento, por lo que la filial del grupo de Florentino Pérez seguirá haciendo negocio, aunque mucho menos.
Esta venta se produce más de un año después de que Atlantia, ACS y Hochtief —filial alemana de ACS— tomaran el control de Abertis. Lo hicieron tras una guerra de opas que terminó en una opa conjunta, una frágil paz más parecida a una guerra fría. En el anuncio de la opa, Florentino Pérez y Giovanni Castellucci, el defenestrado consejero delegado de Atlantia que fue el arquitecto de la compra, exhibieron buenas intenciones y voluntad de entendimiento.
Abertis, Atlantia y ACS, las sinergias que no llegan
Una de las patas del acuerdo eran las sinergias. Los acuerdos indicaban que algunas autopistas de Atlantia en Latinoamérica pasarían a Abertis, a un precio pactado entre las partes, y que las autovías de ACS en España, agrupadas en Iridium, correrían la misma suerte. Mientras el negocio en Chile sigue en manos de la italiana —y no tiene visos de cambiar—, con las concesiones de la constructora española ya no hay duda: se las ha vendido al mejor postor.
Fuentes del sector explican que realmente el traspaso de Iridium a Abertis estuvo sobre la mesa pero que no llegó a fructificar. Hay varios motivos para ello. Se trata de un tipo de concesión, peajes en sombra, que Abertis no trabaja. Al menos, no lo hacía la vieja Abertis controlada por Isidro Fainé desde La Caixa y con Salvador Alemany y Francisco Reynés al frente, lo que no significa necesariamente que no lo vaya a hacer ahora. Pero José Aljaro y su equipo se decantan por no cambiar esa línea.
Otro motivo es que la prioridad de ACS era hacer caja, por lo que ha vendido al mejor postor. Con la venta a Hermes ha logrado una plusvalía de 40 millones que traspasando las participaciones a Abertis difícilmente habría conseguido. Para ello, además, habría necesitado ponerse de acuerdo con Atlantia y el precio habría sido un gran escollo. Y no son las relaciones entre ambos socios de la compañía catalana como para superar obstáculos importantes.
Unas relaciones difíciles
El matrimonio Atlantia-ACS nunca tuvo amor, solo intereses. El cariño no surgió ni con el tiempo. Marcelino Fernández Verdes, mano derecha de Florentino Pérez y presidente de Abertis, no se entendía con Castellucci y sus hombres, aunque con el tiempo aprendieron a tolerarse. En parte, porque encontraron objetivos comunes. Tras el hundimiento del puente de Génova, el mismo que se terminó llevando por delante a Castellucci, a Atlantia le acuciaron las urgencias económicas que nunca había tenido y optó por priorizar el dividendo.
Así, mientras los anunciados proyectos conjuntos y nuevas inversiones no llegaban, lo que sí se apresuraron a aprobar fue un macrodividendo de 10.000 millones para recuperar una parte importante del dinero de la opa. Esta operación, y el traspaso de la deuda de la compra a la propia Abertis, disparó el pasivo de Abertis hasta los 23.500 millones, una cifra que a penas le dejaba maniobra para nuevas inversiones, algo que también prometieron Atlantia y ACS.
La venta de Hispasat a REE, iniciada antes del cambio de propietarios de Abertis, le dio un margen para crecer y aprovechó para comprar las autopistas de Goldman Sachs en México sin endeudarse más, cosa que las agencias de rating le hubieran penalizado. La compañía está centrada en esa compra y no piensa en más operaciones, ni con autopistas de Atlantia ni de ACS. Su otro foco, pero ese es otro cantar, es la pérdida de concesiones en España por el fin de los peajes.