El fraude y la corrupción disparan el caché de los penalistas de Barcelona
Los abogados se reparten la defensa de las principales causas abiertas por la justicia contra partidos, grandes fortunas y protagonistas de escándalos económicos
Si la especialidad de derecho penal era un coto más propio del mundo de los sucesos, en los últimos años su espectro ha crecido de forma notable. Ese fenómeno ha sido más intenso todavía en los últimos meses, en paralelo a la revelación de diferentes casos de presunta corrupción o fraude económico. El resultado es que el caché profesional de los principales abogados penalistas de Barcelona avanza de manera imparable.
La última crisis del FC Barcelona ha sido un ejemplo claro. La imputación del expresidente Sandro Rosell y del club ha activado a las principales togas de la ciudad. Cristóbal Martell ha sido designado por la entidad deportiva para defender sus intereses de manera colectiva. No es el único, sin embargo. Fermín Morales, Emilio Zegrí y Pau Molins, todos ellos penalistas, han sido llamados a estudiar la posible implicación de varios miembros de la directiva blaugrana ante el juez Pablo Ruz de la Audiencia Nacional.
Escándalos deportivos
Martell acumula una ya dilatada trayectoria en asuntos con vinculaciones deportivas. De hecho, el letrado ha sido el defensor de Josep Lluís Núñez en el denominado caso Hacienda, por el que fue finalmente sentenciado a dos años y dos meses de prisión, además de asesorar a la familia de Leo Messi en la denuncia que la Fiscalía Anticorrupción interpuso contra la estrella futbolística por un supuesto delito de fraude fiscal.
Desde un clásico como el catedrático Juan Córdoba hasta el más joven y emergente José Ángel González Franco han elevado el reconocimiento profesional mediante su participación en la defensa de complejos casos en los que la vía penal amenazaba a sus clientes de forma crítica. Sus nombres se cruzan con otros habituales de esta rama del Derecho, como Francesc Jufresa o Javier Melero, entre otros.
La infanta y su defensa
Pau Molins se ocupó de la defensa de Fèlix Millet en sus inicios. A su estrategia se atribuye que el saqueador confeso del Palau de la Música siga todavía pendiente de rendir cuentas ante la justicia y sin más condena que la reprobación de la opinión pública a sus actos. Molins trabaja con otro penalista de prestigio, el letrado Jesús Silva. El despacho que comparten se ha encargado, por encargo de Roca Junyent Abogados, de estudiar la defensa penal de la infanta Cristina de Borbón.
Existe un letrado especializado en materia política, sobre todo. Se trata de Melero, abogado de cabecera de CDC, que no sólo defiende al partido por su implicación en la eventual financiación irregular emanada del caso Palau, sino que también representa a unos de sus más insignes representantes: el diputado Oriol Pujol Ferrusola, imputado por su vinculación con el bautizado como caso ITV.
Llega el ‘Compliance’
Más poliédrico, González Franco combina clientes del mundo económico de diferente perfil. Asesora a varias empresas del Ibex 35 en materia de Compliance penal (dirige la alianza internacional Roxin) y participa como letrado en los casos Gürtel, Fórum Filatélico y Caja Castilla La Mancha (defiende al ex presidente y a toda la comisión ejecutiva) en Madrid. En Barcelona su prestigio ha crecido a partir de encargarse con éxito de la defensa de personajes mediáticos como el manager del Manchester City, Ferran Soriano, o del campeón de motociclismo Sete Gibernau. El último caso que ha llevado es la defensa del matrimonio Liliana Godia y Manel Torreblanca, también acusados de fraude fiscal.
El derecho penal/económico se ha colocado en la primera fila en los intereses de los despachos, tanto por sus niveles de facturación, como por el tipo de cliente afectado –grandes empresas y empresarios reputados–. Las grandes firmas se han interesado por el tema y tomado cartas en el asunto. En Madrid, la mayoría de los bufetes reputados ya cuentan con un penalista en sus filas para dar protección a sus clientes. Ejemplos de esta tendencia se encuentran en la incorporación de Carlos Bueren a Uría y Menéndez; Luis Jordana a Cuatrecasas; Florentino Orti a Garrigues; o Jesús Santos en Baker & McKencie. En Barcelona, en cambio, el único movimiento que se ha producido hasta la fecha lo ha protagonizado Roca con Molins (en fase de noviazgo), lo que deja a Martell y a González Franco como las principales boutiques independientes.