Codorníu se reúne con Vranken Pommery en plena venta
El director general de Codorníu, Javier Pagés, recibe a su homólogo francés, Paul-François Vranken, en las bodegas de Sant Sadurní d'Anoia
La venta de Codorníu avanza y ya son muchos los que auguran que el culebrón termine antes de la llegada de 2019. La cavista propiedad de la familia Raventós recibió más de 30 acercamientos –que no ofertas en firme– desde que inició la operación, y una de las favoritas para entrar en el capital de la compañía catalana es la francesa Vranken Pommery. Este martes, los directores generales de ambas empresas se reunieron en Sant Sadurní d’Anoia.
Las bodegas de la decana del sector fueron el escenario escogido por el primer ejecutivo de la firma española, Javier Pagés, para recibir a su homólogo francés, Paul-François Vranken. El encuentro comenzó alrededor de las 10:00 y se prolongó durante toda la mañana. Las mismas voces señalan que entre los temas de conversación se abordó el proceso de venta de la sociedad, que dirige la consultora AZ Capital.
Un portavoz de la empresa confirma la reunión. “Como en muchas otras ocasiones, en un encuentro ordinario de negocios”, justifica. “Desde hace ya varios años, tenemos reuniones de trabajo tanto en España como en el extranjero de forma habitual”, añade.
Codorníu y Vranken Pommery disfrutan de unas relaciones más que cordiales y ya cuentan con varios acuerdos comerciales. De hecho, la empresa todavía presidida por Mar Raventós es el distribuidor de los champagnes de su homóloga francesa en la geografía española, mientras que vende sus productos a través de Pommery en Bélgica.
Carlyle subió la oferta por Codorníu: de valorarla en 220 millones a hacerlo en 270 millones
No es el único vínculo entre ambas. En marzo de 2017, la sociedad gala lanzó un vino espumoso producido en el Reino Unido y California de la mano de Artesa, la bodega que la saga catalana posee en Napa Valley. Los preliminares ya están hechos.
La relación entre ambas hace que algunos accionistas abiertos a la venta vean con buenos ojos su llegada frente a un fondo de capital riesgo. De hecho, según la oferta recibida –si finalmente se termina por presentar– el paquete traspasado será mayoritario o minoritario. «Si lleva una propuesta de un vehículo inversor, venderé, pero si es una empresa del sector, con vocación de crecer, me quedaré», explica uno de los 216 propietarios.
Reticentes, de buenas a primeras, a perder el control, los Raventós sí admiten abiertamente la búsqueda de un inversor que ayude a dar salida a los accionistas descontentos con la gestión, un porcentaje que oscila entre el 20% y el 30% del total. La falta de una mayoría asegurada es el paso que dificulta que la oferta del fondo Carlyle, de 270 millones de euros, logre el apoyo del consejo.
El encaje entre Vranken Pommery y Codorníu
Vranken Pommery presume de ser uno de los principales elaboradores de champagne del planeta con su abanico de marcas: Vranken, Pommery, Monopole y Charles Lafitte. Pero los intereses de la compañía se extienden más allá de la región francesa, pues también produce vinos de Oporto y de Douro y vinos rosados, variedad de la que es el primer productor del mundo.
Así, aterrizar en España de la mano de Codorníu y poner una pica en la Denominación de Origen Cava es uno de los retos de futuro de la empresa, que valora tanto la marca como los viñedos que la firma catalana tiene alrededor del mundo. El productor galo cuenta con 1780 hectáreas y dos plantas en la Camarga; 300 hectáreas y una bodega en Provenza; y 190 hectáreas y otra bodega en el norte de Portugal.
Sí el encaje de ambas compañías vislumbra sinergias en la distribución y la producción, alguna duda despierta la capacidad financiera de la empresa, que en el pasado financió otras adquisiciones con ampliaciones de capital. Cotizada en bolsa, la sociedad vale 210 millones de euros. En 2017 facturó 300,2 millones –cifra idéntica que en 2016– y ganó 8,7 millones –5,9 millones de la temporada anterior–.
La deuda es el gran obstáculo de Vranken Pommery para abordar la compra de Codorníu
El pasivo es la gran mochila de la sociedad. En el pasado ejercicio logró reducir la deuda desde los 651 millones hasta los 618 millones. El ratio entre las existencias y el endeudamiento también cayó de hasta el 0,92%. Para lograrlo, recurrió a la venta de su 50% de Listel SAS, una empresa participada también por el grupo Castel.
Ante tal nivel de endeudamiento, aterrizar en Codorníu con una participación minoritaria se antoja más factible que el asalto al mando, pues es previsible que el grupo francés encuentre dificultades para financiar una compra por la mayoría.
Incorporar-se Codorníu al grupo casi supondría doblar su tamaño gracias a los 235 millones de euros que factura la empresa familiar catalana. Sin embargo, es mucho menos rentable: en el ejercicio 2015/2016 –el último disponible en el Registro Mercantil– ganó apenas 68.000 euros. A falta de cifras oficiales, la temporada 2016/2017 acabó con varios millones de euros en pérdidas.