Caprabo da otro disgusto a Eroski: las ventas ni rondan el objetivo
Eroski se ve obligada a reducir sus expectativas con la cadena catalana y asume que el Ebitda será 33 millones inferior al esperado a comienzos de ejercicio
En el punto de mira de la banca desde hace meses, Caprabo da la enésima mala noticia a Eroski, la cadena que controla el 100% de su capital desde 2012. La compañía catalana cerró el último año en números rojos, y para 2019 la situación pinta todavía peor: a falta de seis meses para terminar el ejercicio, la matriz vasca ya advierte que tanto las ventas como el resultado va muy por debajo de lo esperado.
En sus cuentas semestrales, la cooperativa con sede en Elorrio advierte de sus perspectivas negativas para la filial que dirige Martín Gandiaga. “Se ha realizado un análisis que supone un deterioro adicional de 33 millones de euros al Ebitda previsto”, asume el grupo en el documento enviado este viernes a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La caída proyectada supera el 5% que Eroski considera aceptable para no tener que hacer ninguna revisión.
Para hacerse una idea del impacto del nuevo resultado bruto, Caprabo cerró el año 2018 con unas pérdidas de 5 millones de euros, según informó en un comunicado.
A falta de la cifra definitiva, Eroski explica que la caída del Ebitda llega provocada por un abrupto descenso de las ventas, que también se deshacen por encima del 3%. Si bien no se puede conocer el dato exacto, las ventas del conglomerado en Cataluña, donde están la gran mayoría de las 320 tiendas de Caprabo dan una pista: la facturación se descalabra desde los 409 millones hasta los 360,4 millones de euros, el 12% menos
Caprabo sufre en Cataluña por el dominio de Mercadona y Lidl y el crecimiento de Bon Preu
La atonía en Cataluña se explica con la pujanza de Mercadona y Lidl, que tienen en el territorio uno de sus principales focos de expansión. Sin embargo, no son la única razón. La consultora Kantar hizo público un informe esta misma semana en el que desvelaba que Bon Preu era la cadena una de las más crecía en toda España. Además, también hacía hincapié en el buen hacer de Condis con el lanzamiento de nuevos productos..
Las dudas de Caprabo contrastan con el funcionamiento de los supermercados del conglomerado en el resto de España, donde resiste la pujanza de la competencia a pesar de perder cuota de mercado lentamente. En el País Vasco, la facturación creció ligeramente desde los 767,8 millones hasta los 768,7 millones. En Galicia, las ventas incluso ascendieron desde los 418,7 millones hasta los 427,7 millones. Los resultados fueron prácticamente idénticos en Baleares –de 134,1 millones a 135,3 millones– y Navarra –de 134,1 millones a 135,3 millones–, donde también hay algunas tiendas de la marca catalana.
Con todo, Eroski logró un Ebitda de 65 millones de euros en el primer semestre de su año fiscal –hasta el 31 de julio–, un crecimiento del 10% sobre el mismo periodo del año anterior. Lo hizo a pesar de recortar la cifra de negocio, que sufrió una caída del 2,7% desde los 2.314 millones hasta los 2.250 millones de euros.
El historial de disgustos de Eroski con Caprabo
La carpeta Caprabo fue uno de los principales escollos para que Eroski y la banca llegaran a un acuerdo para refinanciar una deuda de 1.540 millones de euros. Las entidades de crédito querían que la cooperativa vasca se deshiciera de la compañía, a lo que Agustín Markaide, su presidente, se negó rotundamente. Finalmente, el pacto no incluyó la obligatoriedad de vender la empresa, aunque sí parece probable que se necesiten varias desinversiones para poder cumplir con los requisitos firmados con Banco Santander, BBVA, Caixabank, Banc Sabadell y Bankia.
A los pocos meses, se entendió el motivo de la obcecación de las financieras. Al hacer públicos sus resultados de 2018, Caprabo reveló unas pérdidas de 5 millones de euros y una caída de la facturación del 8% hasta los 912 millones de euros. Además, se vio obligada a reducir su red de establecimientos desde los 330 hasta los 320.
El inicio de los males, eso sí, se remonta al mismo momento en el que Eroski compró la empresa catalana: el 75% en 2007 y el 25% restante en 2012. El conglomerado pagó entonces 1.125 millones de euros, pero la llegada de la crisis desplomó las ventas de la adquisición en un 50%. Desde entonces no se recuperaron, por lo que jamás pudo recuperar la inversión inicial, hecho que provocó la delicada situación financiera que el grupo vive desde entonces.
En 2015 se vio obligado a firmar una primera refinanciación con los bancos tras años en números rojos y después de vender varios activos inmobiliarios. Con fecha de caducidad en 2019, el pacto se renovó tras, según varios medios, la intervención del propio Gobierno vasco en las negociaciones.