Volatilidad financiera: qué es y qué aspectos la determinan

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Dentro de todos los económicos que un empresario debe tener en cuenta a la hora de emprender, montar una empresa o llevar a cabo una inversión de cualquier tipo, el término volatilidad es uno de los imprescindibles a tener en cuenta, ya que es el aspecto fundamental para medir la rentabilidad de cualquier actividad financiera.

En resumidas cuentas, hace referencia a la oscilación o fluctuación del precio de un activo financiero, ya sea una acción, un bono o una moneda. Por ello, es un aspecto fundamental antes de tomar una decisión sobre cualquier tipo de inversión. Y se trata de un rasgo que se puede medir a través del rango de precios del activo común en un periodo de tiempo determinado. Pero son muchos más los factores que debemos tener en cuenta.

Los factores que tienen un impacto directo en la volatilidad financiera

Se trata de un concepto muy sencillo de comprender, ya que aquellos inversores más dispuestos asumir riesgos invertirán en aquellos activos que cuentan con una alta volatilidad, ya que es una inversión más arriesgada, pero también puede conllevar más beneficios. Por otro lado, aquellos más reacios a los riesgos, invertirán en los activos con baja volatilidad.

Sin embargo, es importante remarcar la gran variedad de factores que pueden afectar a la volatilidad de un activo financiero. El primero de ellos, lógicamente, es la liquidez del mercado, puesto que un activo negociado en un mercado líquido tendrá una volatilidad mucho menor que el que se negocie en un mercado inestable. Algo a lo que también afectan los eventos económicos variables, como puede ser una crisis financiera o una guerra.

Del mismo modo, no solo influyen hechos constatables, ya que el sentimiento del mercado también puede llegar a jugar un papel fundamental en lo relativo a la volatilidad de un activo, pues aquellos que están sujetos a cambios probables tendrán una volatilidad mucho mayor que aquellos activos que generen en el mercado una sensación de estabilidad.

Del mismo modo, son muchos los modos de medir esta volatilidad, y aunque ninguno de ellos apuesta por una fórmula infalible, la desviación estándar es el que más se acerca a unos resultados constatables. Se trata de una medida estadística que indica la dispersión de los datos en torno a una media, y, en el caso de la volatilidad, esta desviación indica la dispersión del precio de un activo respecto a su precio promedio.

Sin embargo, tal y como ya hemos dicho, existen otras fórmulas, como el rango de precios, siendo esta la más básica, pues establece la diferencia entre el precio más alto y el más bajo de un mismo activo financiero en un periodo concreto de tiempo. Y si queremos introducirnos aún más en este ámbito, el beta es una medida de la volatilidad de un activo individual respecto al mercado a nivel global.

Cuando esta medida es igual a 1, esto significa que el valor de ese activo financiero se mueve conforme lo hace el mercado. Cuando es superior a 1, significa que el activo se mueve a un ritmo mayor del que lo hace el mercado, y, por otro lado, si es inferior a 1, indica que se mueve a un ritmo menor que el mercado. Y a pesar de no ser un medidor infalible sobre el riesgo de una inversión, es un aspecto que todos deberían tener en cuenta antes de realizar cualquier tipo de inversión.

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