Planes de stock options: para qué sirven y cuándo se aplican

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En el ámbito financiero, son muchos los conceptos que juegan un papel clave a la hora de describir todo tipo de acciones que determinan la relación entre las empresas y sus trabajadores. Dentro de todos estos, los planes de stock options, más comúnmente conocidos como planes de opciones sobre acciones, juegan un papel clave en muchos contextos.

A grandes rasgos, consiste en una remuneración que la empresa ofrece a los trabajadores, especialmente a aquellos altos cargos, como un complemento al salario base, que cuenta o bien con el objetivo de mejorar el rendimiento de estos trabajadores, o bien aumentar la fidelidad de los mismos. No obstante, no tienen nada que ver con los extras que algunas empresas ofrecen a sus trabajadores.

Los puntos clave a conocer sobre los planes de stock options

La principal diferencia respecto a la remuneración extra que se puede observar en este tipo de casos, gira en que en este plan la empresa otorga al trabajador en cuestión el derecho a comprar acciones a un precio determinado en un plazo de tiempo determinado. Eso sí, le otorga el derecho, que no la obligación de llevar a cabo la adquisición de estas acciones.

Por ello, este sistema se basa en esta incorporación de accionistas por parte de los empleados dentro de unas condiciones determinadas. Una acción que se suele llevar a cabo cuando la propia empresa busca incentivar al trabajador a largo plazo, ya que este tipo de acciones solo entrañan beneficios cuando el precio de las acciones de la empresa se coloca por encima del precio de ejercicio, por lo que suele ir de la mano de un periodo de entre 3 y 5 años.

Esto implica que solo se obtendrán beneficios si llegan resultados, por lo que el empleado, como accionista, deberá emplearse a fondo si realmente quiere ganarse los incentivos pactados con la empresa. No obstante, dentro de este plan, se puede distinguir entre los planes de stock options para empleados y para directivos, teniendo entre sí la única diferencia de que los de los directivos suelen contar con características más ventajosas.

En estos planes, son tres puntos clave los que la empresa debe tener en cuenta. En primer lugar, el precio del ejercicio, que determina el precio al que el empleado puede comprar las acciones de la empresa. En segundo lugar, la fecha de vencimiento marca el momento en el que el empleado pierde el derecho a hacerse con dichas acciones. Y por último, el periodo de vesting es el tiempo que debe transcurrir desde la concesión de la opción hasta el momento en el que el empleado puede ejercer esta compra de acciones.

Un plan que puede tener un impacto muy positivo en la remuneración de los empleados, siempre y cuando, por supuesto, vaya acompañado de buenos resultados. Y es que siempre que el precio de las acciones se ubique por encima del precio de ejercicio, el empleado podrá obtener un beneficio muy significativo si decide posteriormente vender las acciones. No obstante, si se da el proceso contrario, el empleado podría llegar a perder dinero.

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