Solvencia: qué es y cómo puede medirse

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Dentro de los miles de términos que resultan imprescindible en el ámbito económico, especialmente en el mundo empresarial, la solvencia es uno de los más relevantes, puesto que se trata del aspecto que, a la larga, determinará el grado de éxito de una empresa en lo que respecta a la rentabilidad de la misma.

A grandes rasgos, esta solvencia es la capacidad de cumplir con unas obligaciones financieras preestablecidas, ya sea por parte de una persona, una empresa o una entidad financiera. Esto quiere decir que se trata de un término que hace referencia a si cada uno de estos agentes es capaz de pagar sus deudas a tiempo y, lo que es casi tan importante, en su totalidad.

Todos los aspectos imprescindibles sobre el término solvencia

Con esta definición sería más que suficiente para explicarlo, ya que esta solvencia lo engloba todo: la capacidad de generar fondos suficientes, de cumplir con las condiciones pactadas con los trabajadores, los compromisos adquiridos con terceros… Y precisamente es un término tan relevante desde el punto de vista financiero, por el simple hecho de que es un aspecto clave a la hora de, por ejemplo, conceder o recibir un préstamo, pues una persona o entidad con buena solvencia es más propicia a recibir uno.

Precisamente por esto, se trata de un término que va estrechamente ligado al concepto de riesgo de crédito, ya que representa de una forma fiel la posible ruptura que una persona o entidad podría tener a la hora de cumplir con los términos pactados previamente mencionados. No obstante, hay factores externos que pueden afectar a la solvencia de una persona o entidad, como, por ejemplo, perder el trabajo, o sufrir una desbandada de empleados.

Pero, a la hora de la verdad, ¿es posible evaluar de forma fiel la solvencia de una empresa? Para hacer esto de forma fiel, se tienen en cuenta cuatro aspectos fundamentales: en primer lugar, los ingresos, puesto que son el indicador de la capacidad que tiene un actor para generar su liquidez y, por ende, pagar sus deudas. Como contrapunto, las deudas también son determinantes, puesto que una deuda elevada conlleva una solvencia menor a la hora de hacer frente a las deudas.

También el patrimonio juega un papel fundamental a la hora de calcular la solvencia, ya que supone el valor total de sus activos, restando sus pasivos. Y por último, el historial crediticio es un indicador registrado que refleja el comportamiento de pago de una persona, entidad o empresa. Un buen historial crediticio es el fiel reflejo de que estos actores han cumplido con sus obligaciones financieras de manera responsable, por lo cual es una especia de carta de fiabilidad a la hora de recibir un préstamo.

Sin embargo, por otro lado, es importante también remarcar la diferencia entre solvencia y liquidez, términos a veces confundidos. Y es que mientras que la solvencia se puede conseguir a través de recursos no líquidos, siempre y cuenta sean útiles para afrontar una deuda, la liquidez se limita a la capacidad de obtener recursos líquidos mediante su explotación, lo cual, en gran medida, depende de aspectos como la gestión de la tesorería.

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