En el ámbito económico, una operación vinculada se refiere a una transacción realizada entre dos partes que tienen una relación especial o estrecha, como empresas de un mismo grupo corporativo, socios comerciales con intereses comunes, o entre una empresa y sus directivos. Estas relaciones pueden influir en las condiciones de la operación, como los precios, los términos o las condiciones de pago, diferenciándolas de las transacciones realizadas entre partes independientes.
Las operaciones vinculadas son comunes en multinacionales, donde las subsidiarias pueden comprar y vender bienes o servicios entre sí. Aunque estas transacciones son legales, su regulación es estricta en muchos países debido a los riesgos de manipulación. Un ejemplo de ello es el ajuste de precios de transferencia, donde las empresas pueden fijar precios artificiales para trasladar beneficios a jurisdicciones con menores impuestos, reduciendo así la base imponible.
Para evitar abusos y garantizar la equidad fiscal, las legislaciones fiscales de numerosos países obligan a declarar y justificar las operaciones vinculadas, asegurándose de que se realicen en condiciones de libre competencia, es decir, como si las partes fueran independientes. Este control busca prevenir la evasión fiscal, proteger los ingresos públicos y garantizar un marco competitivo justo en la economía global, donde las empresas multinacionales tienen un papel predominante.