Si hubiera que definir conceptualmente un modelo económico, se podría decir que se trata de una descripción simplificada de la realidad, concebida para ofrecer hipótesis sobre todo tipo de conductas económicas sobre las que se puede llevar a cabo todo tipo de comprobaciones. Y a pesar de que históricamente siempre se han definido cuatro modelos económicos, la realidad es que existen muchos más.
Y cada uno de estos modelos económicos tiene utilidad para un aspecto diferente. Dentro de estos, podemos encontrarnos con el modelo de Coste Basado en Actividades, mejor conocido como Modelo ABC, que sirve fundamentalmente y en resumidas cuentas para asignar el coste de cada actividad que se lleva a cabo en una empresa.
La utilidad del Modelo ABC y sus diferencias con otros métodos tradicionales
Una definición algo limitada, pero que, en resumidas cuentas, contextualiza bastante bien las bases de este concepto: identifica todas las actividades que se llevan a cabo en una empresa y deriva el coste de cada una de esas actividades a los productos o servicios que ofrece dicha empresa, siempre de acuerdo con el consumo real de cada uno de ellos.
Para que una empresa lo implemente en su estrategia mercantil, simplemente tiene que seguir tres sencillos pasos: en primer lugar, identificar las actividades que se llevan a cabo en la empresa, todas y cada una de ellas, para lo cual es importante observar todos los procesos. Después, asignar costos a las actividades también es fundamental para poder hacer los cálculos pertinentes. Y una vez realizados estos cálculos, simplemente hay que calcular el coste del conjunto de las actividades y servicios.
Son muchos los beneficios que ofrece este modelo, pero por encima de todos destacan la mayor precisión en la información sobre todo esos costes, lo cual, colateralmente, tendrá un efecto muy positivo en lo relativo a la toma de decisiones de una forma más consciente y sencilla, y, por supuesto, una enorme mejora en la eficiencia de las actividades económicas desempeñadas por la empresa en cuestión.
Pero, ante esto, surge la gran duda: ¿Realmente se trata de un método mucho más eficiente que los tradicionales? La respuesta es sí, ya que se trata de un sistema que, a diferencia de otros, identifica las actividades que realmente consumen recursos, a diferencia de muchos otros en los que también se contabilizan aspectos que no tienen un impacto real en el desempeño económico. Y nuevamente, el hecho de que asigne los costos en función del consumo real de esos productos y esas actividades, lo hace mucho más certero que cualquier otro.
Sin embargo, no todo es tan sencillo, ya que se trata de un sistema que también tiene sus limitaciones. Y más allá de que se trata de un modelo ciertamente más complejo que otros, el hecho de que requiera una información muy precisa acerca de todas estas actividades y estos costos puede suponer que sea complicado llevarlo a cabo.
Y por otro lado, del mismo modo, si cambian esas actividades o los costos en general, actualizar toda la información económica relativa a la empresa puede terminar siendo una tarea sumamente compleja, mucho más que en otros modelos que, si bien es cierto que ofrecen menos posibilidades a nivel de conocimiento de una empresa, también son más sencillos en lo relativo a los posibles cambios al respecto.