El eurocheque fue un medio de pago popular en Europa desde los años 1960 hasta principios de la década de 2000, utilizado principalmente para garantizar pagos en cheques y facilitar transacciones internacionales. En el ámbito económico, los eurocheques ofrecían una solución segura para las personas que viajaban entre países europeos, ya que permitían hacer pagos en distintas monedas sin recurrir a efectivo.
El sistema funcionaba mediante cheques emitidos por bancos participantes, que podían ser utilizados en cualquier país de la red europea. Además de facilitar las compras internacionales, los eurocheques podían ser cambiados por moneda local en bancos extranjeros, ofreciendo una alternativa a los costosos servicios de cambio de divisas. Esto hacía del eurocheque una herramienta clave para fomentar el comercio y el turismo en una Europa que se encontraba cada vez más interconectada.
