Desde hace una década España dio un paso adelante por la sostenibilidad en la construcción, en el consumo de luz y gas y en la seguridad de los hogares y empresas. Estamos hablando del certificado energético, un documento necesario para poder alquilar o vender una propiedad.
Su origen legal está en el Real Decreto 235/2013, pero el marco es la adaptación de varios países de Europa, España entre ellos, para lograr la sostenibilidad energética en las propiedades nuevas y de segunda mano.
Qué indica el certificado energético
A grandes rasgos, ese certificado precisa la cantidad de energía que se consume en una propiedad. Es, salvando las distancias, como si el piso tuviera una pegatina tal como la de la lavadora o el microondas, donde marca su eficiencia energética en barras de colores: desde la roja G (más ineficiente) hasta la verde A (más eficiente).
Con este certificado en la mano, el futuro propietario o inquilino puede saber cuánta energía necesitará para cocinar, calefaccionar o ventilar, iluminar, etcétera. Y qué cantidad de CO2 emitirá.
A grandes rasgos, el certificado energético precisa la cantidad de energía que se consume en una propiedad
Más concretamente, este documento precisa cuestiones como el grado de aislamiento térmico, el estado de las instalaciones, el confort que otorgan los servicios de gas y luz, la calidad del aire interior, el grado de iluminación artificial, etcétera.
Como en los electrodomésticos, la propiedad tendrá una calificación que irá desde la G a la A, y el profesional que lo otorga le dará recomendaciones para incrementar la eficiencia.
Cómo mejorar la eficiencia energética de una vivienda
Por ejemplo, para mejorar el aislamiento térmico, se sugiere instalar ventanas de doble o triple acristalamiento, así como detectar la infraestructura para evitar pérdidas de calor en invierno y ganancias en verano.
En cuanto a los sistemas de calefacción y refrigeración, lo mejor es reemplazar calderas antiguas por modelos de alta eficiencia; e instalar termostatos programables para controlar la temperatura.
Para lograr el ahorro de iluminación, los técnicos recomiendan cambiar las bombillas incandescentes por LED, que son más eficientes y duraderas; y como un toque más sofisticado, instalar sensores de movimiento para apagar las luces cuando no haya actividad.
Si se puede renovar los electrodomésticos, es mejor comprar aquellos con una alta calificación de eficiencia energética.
Y cuando no se usan, se ahorra bastante si se desconectan. Para ganar practicidad, un truco es conectarlos a una regleta que se enciende y apaga con un interruptor.
Con la instalación de grifos y duchas de bajo flujo se puede reducir el consumo de agua caliente, y también se recomienda aislar las tuberías para evitar pérdidas de calor.
Ya en un paso más complejo de eficiencia, está la instalación de paneles solares para generar electricidad y/o agua caliente; así como dar el paso a la domótica para optimizar el consumo de luz y gas a través de la programación y el control remoto.
Cómo se solicita un certificado energético
Estos documentos son emitidos por los certificadores autorizados, profesionales acreditados cuyo listado se puede consultar en las oficinas de las comunidades autónomas o en los colegios profesionales de arquitectos y aparejadores.
Tras concretar una cita, el técnico visitará el edificio para recopilar información sobre sus características y sistemas de climatización, iluminación, aislamiento, etcétera.
Con la información recopilada, el profesional elaborará el certificado y asignará la etiqueta de eficiencia energética.
Este debe registrarse en el organismo competente de la comunidad autónoma. Además, la etiqueta de eficiencia energética también debe aparecer en cualquier anuncio de venta o alquiler.
Su validez es de 10 años. Después de este período, es necesario renovarlo.
Quiénes no necesitan el certificado energético
Pero no todos los inmuebles necesitan este documento: la ley contempla que no es obligatorio para los edificios o viviendas con una superficie útil menor a los 50 m2, o las propiedades que se usan menos de cuatro meses al año, o que durante su ocupación anual consuman menos del 25% de la proyección para el año.
Las viviendas de menos de 50 m2 no necesitan el certificado energético, como tampoco los pisos que se alquilan por temporada
En todo caso, sí es necesario una declaración del propietario que confirme que la vivienda se usa para el alquiler para el corto plazo (como puede ser un apartamento turístico de temporada).
Coste del certificado energético
El precio de este certificado depende de cada comunidad autónoma. En algunas como Aragón, Andalucía, Asturias, Canarias, Cantabria, Ceuta, Madrid, Navarra y País Vasco es gratuito.
Pero en otras los costes son muy variados. Para pisos o viviendas unifamiliares, oscila entre los 4,64 euros en Baleares, los 5 euros en Galicia, los 10 euros en la Comunidad Valenciana, los 11,55 euros en Cataluña, los 16,32 euros en Castilla-La Mancha hasta los 29,10 euros en Castilla y León, entre otros.