Dentro del ámbito económico y mercantil, un caballero blanco es aquel inversor o empresa que acude al rescate de otra compañía que enfrenta una posible adquisición hostil. Este término proviene de la metáfora del caballero de armadura brillante que salva a alguien en peligro. En este contexto, el caballero blanco interviene como un comprador amigable que, en lugar de buscar tomar el control de manera agresiva, negocia condiciones favorables para la compañía objetivo.
Esas adquisiciones hostiles ocurren cuando una empresa intenta comprar otra sin el consentimiento de su junta directiva, generalmente adquiriendo acciones directamente en el mercado o persuadiendo a los accionistas. Para evitar este tipo de operaciones, la empresa amenazada puede buscar un caballero blanco dispuesto a adquirirla en términos que protejan los intereses de sus directivos, empleados o estrategia empresarial.
Por ello, el caballero blanco ofrece ventajas como una integración más respetuosa o condiciones que preserven el valor de la empresa a largo plazo. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos, ya que la entrada de un comprador, aunque amistoso, implica cambios en el control corporativo.